Emma observó el premio entre sus manos. Todo parecía un sueño. El metal se sentía frío al tacto, pero en su interior, su corazón ardía con una calidez indescriptible.
¿Quién le habría dicho que algún día recibiría un premio por algo que realmente le apasionaba?
—Ha sido una noche increíble —comentó Daniela desde el asiento trasero.
—Y lo tengo todo documentado —dijo Héctor, sonriendo mientras conducía de vuelta a casa.
Emma no respondió.
Sí, la noche había sido increíble, pero su encuentro con Lucas la había dejado más abrumada que recibir aquel reconocimiento.
Miró por la ventanilla. Con cada minuto que pasaba, se alejaba más de él, y la sensación de que tal vez no volvería a verlo la oprimió el pecho.
Daniela y Héctor, ajenos a sus pensamientos, continuaban charlando emocionados sobre todo lo acontecido esa noche.
Cuando llegaron a casa, Héctor se quedó a dormir con los Ruiz y Daniela se marchó en su coche.
Emma se despidió de ambos y, en cuanto cruzó la puerta de su habitación, dejó escapar un suspiro tembloroso antes de refugiarse en su propio mundo.
Dejó el premio en la estantería, justo al lado de aquella foto de los tres. Su mirada se posó en la imagen, y una verdad que había ignorado por demasiado tiempo la golpeó con fuerza.
Había sido una tonta.
¿Cómo no se había dado cuenta antes de algo tan obvio?
Se acercó al espejo y se observó con detenimiento. El vestido seguía impecable, el maquillaje intacto. Se veía poderosa, segura de sí misma… pero, aun así, un nudo le apretó el estómago.
No podía ser completamente feliz.
Cerró los ojos y, al instante, el brillo en la mirada de Lucas apareció en su mente. Un escalofrío le recorrió la espalda.
Su corazón comenzó a latir con fuerza, tan fuerte que se llevó una mano al pecho, como si pudiera contenerlo.
Y entonces lo supo.
No había vuelta atrás.
Lo quería.
Siempre lo había querido.
Había estado ciega, negándose a admitirlo. Pero los sentimientos estaban ahí, latiendo con más fuerza que nunca.
Y con ellos, llegó el miedo.
"¿Y si es demasiado tarde?"
El pensamiento la paralizó. Se cambió con movimientos mecánicos, se puso el pijama y se dejó caer sobre la cama, abrazándose las rodillas, con la cara enterrada entre ellas.
¿Qué haría si Lucas ya no quería saber nada de ella?
El cansancio terminó venciendo su angustia. Se metió entre las sábanas y cerró los ojos.
Había sido una noche demasiado larga.
Mañana, quizá, lo vería todo de otra manera.
A la mañana siguiente, un mensaje en su teléfono la despertó.
Se desperezó y cogió el móvil sin pensar.
Era de Marcos.
"Espero que te hayas divertido ayer."
Emma leyó el mensaje, pero no respondió. Sin dudarlo, lo borró y lo bloqueó. No quería saber nada más de él.
Se levantó y, todavía en pijama, bajó a la cocina.
Al acercarse, escuchó las conversaciones y las risas.
—¡Emma! —la saludaron todos al verla entrar.
Sergio, Elena, Fernando y su padre estaban desayunando juntos, charlando animadamente sobre la noche anterior.
La ausencia de Lucas se sintió como un peso sobre ella. Intentó sacudirse esa sensación y forzó una sonrisa.
—Ya les enseñé el vídeo —anunció su padre con una amplia sonrisa.
—¡Estuviste increíble, deslumbrabas! —comentó Sergio, con el orgullo de quien la considera su hermana.
—Gracias —respondió ella, sintiendo el calor en sus mejillas.
—Espera... —dijo de repente Sergio, frunciendo el ceño—. ¿Lucas estuvo allí?
El corazón de Emma dio un salto al escuchar su nombre.
—Yo no lo vi —intervino Héctor, desconcertado.
—Sí, yo lo vi —admitió Emma en un hilo de voz.
Todos en la cocina la miraron con atención.
Ignoró sus miradas y se dirigió a la cafetera, tomando su taza favorita. La misma que, sin querer, le recordaba a él. La sostuvo entre sus manos, buscando sentirlo cerca de alguna manera.
—¿Cómo sabías que estaba allí? —preguntó Fernando, curioso—. ¿Te lo dijo él?
—Qué va —contestó Sergio—. Entré en las redes del evento y vi que él sacó las fotos.
Sergio desbloqueó su teléfono y les mostró las imágenes.
Emma se acercó a mirar.
Eran espectaculares. Lucas tenía un talento innegable, pero una foto en particular la dejó sin aliento.
Ella, en el escenario, con el premio en la mano. Sonriendo a la cámara. La luz, la toma… era perfecta.