Ni soy una dama, ni él un caballero

CAPÍTULO 8

Diego

Estoy casado con una lunática.

Y no lo digo en sentido poético ni romántico, lo digo porque en cualquier momento en que me descuide temo que Catalina me apuñale con un tenedor de postre, solo porque sí. Parece que mi yo borracho tiene un gusto pésimo para tomar decisiones, porque mi yo sobrio lleva dos días intentando entender qué demonios pasó y por qué estoy usando un anillo que brilla más que mi futuro.

He pasado horas revisando fotos y videos de esa noche, y en uno en particular salgo abrazando a Catalina como si fuera el amor de mi vida. ¡Rosas, flores, miradas intensas!

Y lo peor: parece real.

Todo lo que aparece en esos vídeos y fotos se ve como si realmente la amara, pero no lo es. Esa mujer no me gusta, al menos no lo suficiente para tener un certificado de matrimonio real con ella.

Sin embargo, aquí estamos: casados, públicamente, y con pruebas irrefutables. Porque, claro, como buenos idiotas borrachos, decidimos subir nuestras fotos de boda a todos los malditos grupos posibles: familiares, de trabajo, el del jefe (¡el del jefe!), e incluso el del gimnasio donde nadie quería saber de mi vida amorosa.

Ahora toda la empresa sabe que “Diego y Catalina se casaron en Las Vegas”.

Y yo solo quiero lanzarme por la ventana del séptimo piso y fingir que fue un mal sueño.

El plan original era simple: divorciarnos en secreto, fingir que nada pasó y seguir con nuestras vidas. Pero con toda la gente felicitándonos y diciendo “qué bonita pareja hacen”, eso ya no es una opción. Para colmo, nuestra cita con el cliente fue un completo desastre. No solo arruinamos el negocio, sino también nuestra dignidad.

Y sí, estoy realmente casado con Catalina. Lo confirmé revisando mi cuenta bancaria. Porque al parecer mi versión borracha decidió gastar una pequeña fortuna en la boda: traje, flores, fotos, y el anillo que ahora lleva mi esposa. No fue barato. Borracho y todo, quise darle “lo mejor”.

Qué romántico de mi parte

Tengo un mensaje de voz de mi madre que todavía no me atrevo a abrir. Sé exactamente lo que dirá: “Diego, ¿otra vez? ¿Qué parte de ‘no tomes decisiones importantes bajo los efectos del alcohol’ no entendiste?”.

No necesito escucharlo para sentir la vergüenza.

Termino mi café, me miro al espejo y me doy cuenta de que es la primera vez en años que mi cabello no está perfectamente en su lugar. Respiro hondo y salgo decidido a no dejar que Catalina me intimide. La conozco lo suficiente para saber que su próximo movimiento será digno de una telenovela mexicana.

Y claro, el universo me odia, porque en cuanto llego a la empresa, ahí está: mi flamante esposa. Lentes de sol, traje ajustado, café en mano y esa actitud de “no me hables o te entierro con mi tacón”. Sin embargo, todo en su pose indica que a quien espera es a mí.

Lo sé, porque cuando camino hacia ella, baja los lentes y me lanza una mirada tan fulminante que por poco me convierto en polvo. La ignoro con toda la elegancia posible y paso a su lado fingiendo calma, sabiendo que eso la enfurecerá aún más.

Los murmullos en la oficina son imposibles de ignorar. Todos cuchichean como si fuéramos los protagonistas de un reality show. Catalina camina junto a mí fingiendo seguridad, pero la conozco: si alguien más dice “qué pareja tan linda”, probablemente asesine a esa persona con una sonrisa.

Entramos al ascensor en completo silencio. Solo se escucha el zumbido del aire acondicionado y mis ganas de desaparecer.

—Hay que terminar con esto —digo finalmente.

—Parece que al fin tu única neurona funcionó. Quiero el divorcio.

Me lanza una mirada molesta que casi me prende fuego. Yo ruedo los ojos.

Va a ser un día largo.

El ascensor se detiene con un ding que suena más como una sentencia. Las puertas se abren y ahí, justo frente a nosotros, está el señor Windsor.

Nuestro jefe.

El mismo hombre que tiene el poder de decidir si seguimos empleados o si terminamos vendiendo croquetas en la esquina.

—¡Ah! —exclama con una sonrisa de oreja a oreja—. ¡Mis recién casados favoritos! — Catalina y yo nos quedamos congelados. Él se acerca con los brazos abiertos, como si fuera el padrino de nuestra boda. —No puedo creerlo —dice mientras nos da palmadas en la espalda—. ¡Los vi en las fotos! Qué pareja más… inesperada.

Catalina sonríe con una rigidez que podría romper un diente. Yo, por mi parte, intento parecer relajado, pero lo único que pienso es ¿Qué demonios hace el jefe?

—Sí… fue algo… espontáneo —respondo, buscando la palabra más neutral posible.

—¡Espontáneo! —repite el jefe riendo tan fuerte que varios empleados voltean a mirarnos—. Esa es la palabra. Jamás pensé que ustedes dos terminarían juntos. ¡Si siempre estaban discutiendo en las reuniones!

—Ah… bueno —interviene Catalina con una sonrisa falsa—, ya sabe lo que dicen: del odio al amor hay un solo paso.

Yo casi me atraganto con mi propia saliva.

Prefiero quedarme calvo y panzón que cumplir el del odio al amor hay un paso con ella.

—Exactamente —agrega Windsor sin notar el tono pasivo-agresivo de mi esposa—. Esas discusiones intensas ahora tienen sentido, pura tensión romántica, ¿eh?

Catalina y yo nos miramos con una mezcla de “te mato” y “finge o mueres”.

—Así es —digo apretando los dientes—, pura… tensión romántica.

El jefe asiente encantado, como si acabara de descubrir su pareja de telenovela favorita.

—Y además, qué bonita historia. Casarse en Las Vegas, ¡qué atrevido! Muy moderno, muy de película. Ya ven, el trabajo en equipo da frutos hasta en el amor —dice riendo, completamente ajeno a nuestra tortura.

Catalina sonríe más, esa clase de sonrisa que precede una masacre.

—Sí, claro. Frutos maravillosos —dice entre dientes.

—¡Eso me gusta! —responde el jefe con entusiasmo—. Miren, si no fuera porque tenemos una reunión con el cliente, los dejaría irse a su luna de miel. Lastima que tengamos tantos proyectos activos y no planificaran la boda, bien escondido que lo tenían.



#159 en Otros
#83 en Humor
#649 en Novela romántica

En el texto hay: comediaromatica, enemiestolover, romcom

Editado: 28.10.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.