Ni Tan Perra, Ni Tan Santa

Capítulo trece:

Te estás acercando mucho y ya huelo el peligro.

 

Esta sociedad está jodida. A la mayoría de las personas no les importa cuán grandioso puedes llegar a ser, siempre buscarán algún fallo y en dado caso de no hallarlos, los inventan. En resumen, así fueras un ángel, criticarían tus alas.

Yo no voy a decir que Hannah sea un ángel — porque de hecho tiene una enorme cola de demonio y no precisamente un aro dorado sobre su cabeza— , pero es injusto que las tres señoras, las cuales no han de pasar de los cuarenta y cinco años, se encarguen de murmurar detrás de nosotras en su contra por el simple hecho de haberla encontrado besándose con un chico dentro del ascensor.

La historia es así: Había llegado hace unos minutos al lujoso edificio donde se halla su departamento para así irnos juntas a la universidad; esperé para que el ascensor llegara y finalmente subir y cuando éste abrió sus puertas fue inevitable no darnos cuentas de la pareja compartiendo saliva dentro. No es como si la hubiéramos encontrado teniendo sexo, mas para las "refinadas" señoras que se hallaban al igual que yo esperando el sistema de transporte, al parecer, fue lo mismo.

Ahora cuando subíamos, — porque a Hannah se le había quedado su celular — escuchamos los murmureos de las señoras detrás de nosotras.

Sé que no falta mucho para que Hannah termine por responderles aún sabiendo que quedará como una maleducada. Nunca he comprendido este punto, eres maleducado si respondes pero también eres maleducado si no lo haces. Vaya mierda.

— Siempre he dicho que quien vive pendiente de lo que los demás hacen es porque su vida es realmente aburrida y por ello critican la de otros. Lo irónico es que esos mismos quienes te critican son los que más telas tienen que cortar.— finalmente habla, mirando hacia las puertas.

Todas son tan cobardes como para no responder y callarse, esperando ahora que las puertas se abran para llegar a su piso y no ver el desastre que hemos de ser para ellas. Una de ellas oprime el botón en el cuarto piso y cuando las puertas se abren es que le ha dado por ser valiente y decir que la juventud de hoy estaba perdida, pero no es rápida para no permitir que Hannah le responda.

— La juventud está perdida desde hace tiempo. — responde Hannah — Lo que pasa es que hoy en día no nos escondemos para hacer lo que queremos como lo hicieron ustedes en su tiempo.

— No voy a permitir que me falte el respeto, señorita.— señala con su dedo la ostentosa mujer.

Me doy cuenta que esto se volverá una disputa que ganará quien tenga los argumentos más sólidos para ser aceptados. Decido no decir nada porque Hannah sabe como defenderse y puedo entorpecer todo.

— Es hipócrita al decir eso cuando usted me los faltó primero.

Esto se pone tan bueno que los presentes solo miramos de la una a la otra, pero yo en realidad quiero tener unos pompones y darle ánimos a mi amiga.

— No sé para qué estudian cuando son maleducados.

— Estudiamos precisamente para no caer en la ignorancia de no saber cómo o cuándo defendernos ante los prejuicios. También para dar nuestra opinión en dado caso de no creer correcto algo. No estoy de acuerdo con su punto y tuve que decir lo que pensaba.

— Yo igualmente di mi opinión.

— Y se la respeto, pero no concuerdo con usted. Ese es el problema de muchas personas, generalizar. Usted lo ha hecho al decir que esta juventud está perdida por el simple hecho de encontrar a unos jóvenes besándose en el ascensor, pero eso es injusto porque así como hay jóvenes de fiesta en fiesta existen otros encerrados en sus habitaciones pensando solo en sus estudios.

— Imagino que perteneces a la primera, los que andan de fiesta en fiesta haciendo quién sabe qué.

Esta mujer es frustrante, tanto que deseo que Odin se moleste con Thor; lance su martillo; caiga de nuevo a la tierra, pero esta vez que sea sobre la señora para así dejar de escucharla.

— Soy dueña de mi vida y la manejo como se me antoje, por lo mismo he decidido ser ambas: disfruto pero también estudio. 

>> Por su parte, a mis veinte años de edad puedo darme el lujo de decir que no tengo esposo o hijos y por ende no estoy faltándole el respeto al hacer lo que hice. Exagera un beso cuando hace años los jóvenes sin tener siquiera los quince años de edad se casaban y compartían más de lo que he compartido yo el día de hoy. Si lo ponemos así, ¿cuál juventud estaba más jodida, la de nuestro tiempo o la de ustedes? Y cabe resaltar que no estoy criticando el estilo de vida de hace años.

— Aquellos eran otros tiempos.

— Ha dado con la respuesta. — Hannah sonríe— Estos son otros tiempos.



#12189 en Joven Adulto
#45141 en Novela romántica

En el texto hay: juventud, desamor, amor

Editado: 05.07.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.