Ni Tan Perra, Ni Tan Santa

Capítulo dieciocho:

 Mi corazón comienza a latir por ti.

 

El clima en Boston por lo general es húmedo. Hoy no escapa de ello, pero tampoco impide que Drew y yo estemos sudados por llevar alrededor de veinte minutos jugando a la pelota en cada extremo  de la calle. 

Luego de semanas ausentándose, él solo llegó tocando a la puerta de mi casa y lanzándome un guante apenas le abrí. No soy ni tan buena lanzadora ni recogedora como él, pero cualquiera a menos de dos metros de distancia se defendería bien. 

Pero nada de eso es realmente importante. Lo importante es que él está demasiado callado y eso es por demás extraño, él está extraño. No hemos dicho una sola palabra, solo nos creemos David Price  y Chris Sales en plena disputa por ver quien es el mejor pitcher de los Boston red sox. 

— ¿Me vas a decir qué es lo que te tiene así?— pregunto, pero no obtengo respuesta de su parte.

Estoy a punto de lanzar la pelota, mas él con un gesto de mano me indica detenerme.

— Tiempo, ¡está pasando la dama de Winterfell! — exclama.

No sé a qué se refiere, pero eso no impide reírme. Busco sobre qué habla y no es de otra persona más que la señora Anderson, la vecina que vive a cinco casas de la mía. Trae puesto un largo vestido verde oscuro y un velo se encuentra cubriendo su cabeza.

— ¿Quién se supone es la dama de Winterfell?— pregunto, retomando el lanzar la pelota cuando ya ella ha pasado y no hay amenaza alguna de darle un golpe.

— Definitivamente tú arderás en el infierno por haber preguntado eso. —  riñe —¿En qué planeta vives?

— En uno ilógico, uno que está cubierto de agua pero increíblemente se llama Tierra. — él no responde porque nuevamente ha viajado a otro mundo. Un mundo donde él es el único habitante y yo un extraterrestre planeando invadirlo.

Calculo que pasan alrededor de diez minutos cuando finalmente pide que entremos a casa. Lo sigo, dejo el guante en la misma mesa donde él depositó el suyo junto a la pelota y me dirijo a la cocina en busca de dos sodas.

— Ten. —  le ofrezco una apenas vuelvo a la sala y me siento en el sofá junto a él. 

Su postura encorvada, sus codos reposando en sus rodillas y sus manos en su boca me dicen que está dándole vueltas a algo y yo debo averiguarlo.

— ¿Qué es lo que pasa?— resoplo al saber que nuevamente seré ignorada y todo porque su vista está perdida en la lata de refresco que le entregué.

Una lata de refresco es una simple lata de refresco. No es como si te fuera a aclarar alguna duda, te brindara sabiduría o te confesara la razón de tu existencia, pero aún así soy tonta de quedarme viendo la mía por largos minutos con la esperanza de encontrar en ella el eslabón perdido, pero todo lo que obtengo es el secreto de que la bebida ha caducado desde hace unos días. Bueno, por lo menos descubrí algo.Dejo de tomarme la soda, pero no le digo nada a Drew porque lo que no mata engorda, él puede tomársela.

Me sorprendo cuando él abre la lata y se toma el contenido sin detenerse por un segundo, porque Drew es uno de esos seres humanos extraños que aseguran no poder beber algo muy frío de manera rápida porque le duele el cerebro. Lo que no me sorprende para nada es que luego de terminar la bebida deje la lata en la mesa y eructe, hombres.

— Perdoname Dios, sufro de gases.— rio al verlo con sus manos extendidas a los lados y sus ojos fijos en el techo de la casa.

— Eres tan tonto.

— Pero así me quieres.— afirma con una sonrisa en su rostro, una sonrisa que no es capaz de llegar a sus ojos.

— ¿No sería una mala persona si no te quisiera? — cuestiono y él asiente.

La curiosidad es parte de la vida y yo confieso que soy demasiado curiosa al punto de averiguar por todos los medios lo que me causa intriga, pero esta vez decido dejar que él piense en todo lo que quiera. Sí, soy una buena amiga, una buena amiga que está apunto de comerse las uñas por saber lo que le pasa pero aún así no lo presiona.

Estoy por ir en busca de algo para comer, pero su voz haciendo eco en la sala me deja pasmada al pronunciar un escenario que nunca creí posible.

— Mi hermana está embarazada.— es lo que dice.

Busco algún indicio de que lo dicho sea mentira, pero Drew está serio. Además, él puede ser como sea pero no bromearía respecto a la vida de su hermana. Todo es cierto y aún así me resulta increíble creerlo. 



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En el texto hay: juventud, desamor, amor

Editado: 05.07.2019

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