Ni Tan Perra, Ni Tan Santa

Capítulo diecinueve:

Esta vida es desconsiderada, y los humanos no ayudamos.

 

He intentado olvidarlo, pero siempre fallo.

He intentado cuanto puedo para que finalmente se fije en mi, pero ocurre todo menos lo que quiero. 

Finalmente, una palabra que resulta hasta agradable teniendo en cuenta que significa has llegado a algo, pero eso es en la vida de otras personas porque en la mía al parecer viene separada: el final está lejos porque no hay siquiera un inicio y la mente se me está volviendo un ocho de lo enredado que se está convirtiendo todo.

Enamorarlo es, quizá, la prueba más difícil que la vida me pondrá en el camino; lo peor de todo es que él no contribuye siquiera con una línea para nuestra historia. Si tan solo dijera que le gusto sería suficiente porque yo haría el resto: escribiría el inicio, desenlace y el final,  pero mi triste realidad es que termino estrellándome contra muros que me hacen saber no lo lograría, o no por ahora. 

Y entonces todo termina en intentos. Intentos que mueren cada que hace algo que me decepcione. Intentos que nacen nuevamente con solo una mirada de su parte. Triste, lo sé. Frustrante, también. Patética, esa tal vez es la palabra que mejor me defina en estos momentos.

Ayer me dije muchas cosas, pero la más importante de ellas fue que hoy sería un buen día, definitivamente no lo será. Este va a ser un día de mierda, lo sé porque ha empezado con el pie izquierdo; y lo más triste fue despertarme y darme cuenta que no tengo superpoderes, porque he lanzado la bendita alarma que reposaba en la mesita de noche pero solo dio contra la pared y cayó al suelo intacta.    

—  ¿Qué fue ese ruido?—  pregunta Ellen, entrando con un florero en la mano creyendo, tal vez, que alguien ha irrumpido en mi habitación. Luego lo baja cuando ve de qué se trata.

Estoy por inventarle alguna excusa cuando ese bendito reloj le da por sonar luego de años haciendo de adorno en la habitación.

— O esa cosa está poseída o es como esas personas que les da amnesia, se olvidan de todo y es cuando les dan un golpe que vuelven a recordar.— comento.

— O solo fue tu grandiosa tía Ellen que lo llevó a arreglar.— dice, inclinándose para agarrar ese aparato del demonio y luego lo coloca nuevamente en su lugar.

Le sonrío pero por dentro estoy llorando. Yo misma hice que ese aparato se detuviera porque era demasiado frustrante escuchar su sonido cada mañana. Nunca necesité de una alarma para despertarme y ahora menos la necesito cuando podía ponerla en mi celular.

— Ahora, ¿me dirás porque estás enojada?— pregunta, llegando hasta mi cama.

— No es nada.

— Todo enojo tiene su motivo, Brad.— Ellen me insiste con la mirada a que le cuente lo que me sucede; yo me rindo en aparentar que nada me pasa y termino desbloqueando la pantalla del celular y le muestro el mensaje que me había puesto furiosa. Ella suspira — ¿Has escuchado eso de que perder una batalla no es perder la guerra? — asiento a su pregunta— Entonces no te desanimes, aún es pronto para dar todo por perdido.— sale de la habilitación no sin antes depositar un beso en mi frente. Efectivamente las palabras de Ellen me transmiten un dejo de alegría, pero no quita que me sienta decepcionada.

Me doy cuenta de que se me hará tarde para ir a la universidad si me quedo solo recostada en la cama pensando en cuantas cosas se me cruzan por la cabeza, así que me adentro al baño y aunque quiero hacer que mis pensamientos se desintegren con el agua que cae sobre mi parecen estar más presentes y eso desata una gran llovizna en mis ojos. Estaba llorando.

Han vuelto. Ese fue el mensaje de Hannah enviado hace apenas minutos y así tuviera un IQ de dos dígitos hubiera entendido claramente a qué se refería. 

Tal parece que no soy tan buena planeando estrategias que me mantengan viva en su corazón; hasta pensar de esa forma hace que nazca una risa sarcástica en mi garganta al sentirme ridícula, porque sé que para él siempre he estado muerta.

Lo odio, pero más la odia a ella porque no ha elegido cualquier día para volver con Sean, sino el día de su cumpleaños. Como si ese fuera el mejor regalo que pudiera darle a él y me recordara a mi que aunque haga lo que haga él le pertenecía; como si me hiciera saber que siempre estaría por encima de mi; que siempre me ganaría cuando se tratara de él. 

Salgo del baño cuando mi cuerpo tiembla y mis pies parecen una pasa de lo arrugados que están. Puede que pasara solo segundos, minutos o horas en los que solo pensé en la forma de deshacerme de la chica, sin embargo, no haré nada porque si existe un destino, que el se encargue de darme las pautas para mi vida.



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En el texto hay: juventud, desamor, amor

Editado: 05.07.2019

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