Con un sacudón final, la vieja camioneta se detuvo. Gulf se bajó y miró hacia un lado y hacia el otro. La ruta a aquellas horas del crepúsculo solía estar desierta. Y las nubes de tormenta que venían del Este no daban buen augurio.
Gulf comenzó a temblar, de frío y de ansiedad. Abandonar su carga bajo la lluvia inminente, significaba perderla. Y caminar hasta su casa, con los caminos que pronto se anegarían, le llevaría al menos un par de horas. No podía dejar solo a su abuelo. La tormenta azotaría la vieja granja y el viejo no sería capaz de cerrar puertas y ventanas a tiempo.
Gulf levantó la mirada de pronto. Algo había brillado en el cielo. Pero lo que hubiera sido sólo duró lo que dura un parpadeo. Un sonido cercano, le hizo mirar de vuelta hacia la carretera: una flamante camioneta blanca, venía en su dirección. En cualquier otra circunstancia, Gulf se hubiera escondido pero pensó en su abuelo, así que tomó coraje y le hizo señas al vehículo, pidiendo un aventón. Y entonces unas risas burlonas le llegaron con rapidez. Apenas tuvo tiempo de correrse. La camioneta pasó muy cerca, casi rozándolo. Acer, el hijo del jefe de policía y su feroz grupo de amigotes le gritaron a Gulf varias obsenidades antes de acelerar y desaparecer por un camino alternativo.
Un segundo después, una fría lluvia implacable se desató, empapando a Gulf por completo. Comenzó a caminar, prácticamente arrastrando los pies por el costado de la ruta, cuando un patrullero a alta velocidad, seguido por una ambulancia pasaron por su lado.
Gulf trató de quitarse el cabello mojado del rostro para poder ver mejor, justo cuando un segundo destello brilló en el cielo, luego, una frenada, un estruendo...y finalmente...un silencio aterrador...