Nibiru

9

Luego de pasarse toda la mañana en los campos, tocando la tierra embarrada, murmurando palabras sin sentido, abrazándose a los árboles, Mew dijo de pronto:

—¿Qué hay para almorzar?

 

—¡Maravilloso! ¡Todo es maravilloso!— exclamaba Mew veinte minutos después.

Para Mew todo resultaba ser maravilloso...

El abuelo Conrad y el joven Gulf se miraron. Luego miraron los platos: maíz cocido, un poco duro y bastante desabrido, puré rústico de papas, papas brotadas por el exceso de lluvia, omeletes de huevos pequeños pero con yemas dobles, y una ensalada de hojas verdes, completaban el humilde almuerzo. Ninguno de los dos se habían animado a tocar las decenas de cajas y paquetes que el sheriff había dejado.

—¿Comen esto cada día?—preguntó emocionado Mew mientras se llenaba la boca de puré— ¡Qué suerte tienen! Si probaran la comida de la nave, querrían tirarse por la esclusa de aire al espacio.

—¿Cómo se llama la nave en la que sirves?— preguntó el abuelo.

Mew lo miró por unos segundos.

—Gracias...por creer en mí, abuelo.— dijo Mew conmovido.Y de repente se tocó el rostro— ¿Qué son estos...?

—Lágrimas...— contestó Gulf en voz baja— Cualquiera que pase un tiempo en la Tierra, tarde o temprano, derramará algunas...

Mew lo miró fijamente.

—Llevas sólo...dieciseis años con ese cuerpo y ya las has derramado...Lágrimas...Tantas que duele...

Los ojos de Gulf se empañaron mientras sentía la mano cálida de su abuelo sobre su hombro.

—Los jóvenes del pueblo son malos con él, sólo porque Gulf no habla con extraños. Y los comerciantes se aprovechan de su ingenuidad y casi nunca le compran la mercadería y si lo hacen le pagan menos de lo que vale. Su madre, mi hija, era la única que lo defendía. Ni siquiera yo puedo defenderlo ahora. La mayor parte del tiempo no logro recordar ni su nombre.— el anciano se golpeó la cabeza con la palma de su mano.

Gulf lo detuvo mientras se secaba las lágrimas del rostro. Escuchar que alguien nombrara a su madre siempre lo conmovía. Y siempre lo hacía desear...: verla una última vez y que lo abrazara y le dijera que todo iba a estar bien. Y que ya no estaría triste nunca más...

Y entonces miró de reojo a Mew, quien no le había quitado los ojos de encima. Y deseó en silencio que sólo por un segundo aquel loco fuera en verdad un extraterrestre poderoso, de un planeta lejano, tan poderoso que pudiera traer a su madre de vuelta, de la muerte, una última vez.

Apenas Gulf pensó aquello, Mew hizo un gesto negativo con la cabeza.

— No tengo ese tipo de poderes.— dijo Mew conmovido— pero te prometo, Gulf, que nunca más volverás a sentirte triste...Nunca más...

 

 



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En el texto hay: alienigenas, boyslove chicoxchico, mewgulffanfic

Editado: 23.09.2023

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