-Dime, ¿Qué se siente morir?- Dijo de una forma burlesca.
-Déjame en paz... ¿Por qué haces esto?- dijo entre sollozos.
-No comprendes nada- Soltó un suspiro-siendo algo tan sencillo, para que haya odio tiene que haber amor primero.-
-No voy a odiarle por haberme "matado", creo que merezco eso y más.- se notaba el dolor en sus palabras.
Las carcajadas emanaban de esos labios hermosos del ente encapuchado.
-¡Eres tan patética pequeña muñeca!- sus carcajadas resonaban- ¡Tu amor por él ni siquiera es real!-
-¡Cállate!, ¡Si es real!-
-Acéptalo, esos sentimientos no son reales, no eres capaz de sentir algo.- Dice con seriedad.
-Por favor... no sigas- Apenas es audible-
El ente se acerca a Alicia.
-Vamos mi pequeña muñeca- acaricia su rostro-deja que la oscuridad abrace tu corazón-
Ella permanece inmóvil, observando esos ojos rojos.
-Muéstrame todo ese odio y rencor que hay dentro de ti.- la toma por la cintura- Déjame ver lo que eres capaz de hacer.- la atrae hacia el- si tan solo- retira un mechón de su cabello, dejando expuesto su blanco cuello, acerca sus labios- pudiera...
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Se despierta de un brinco, se abraza a sí misma.
-¿Por qué haría eso?, eso fue un poco extraño, yo jamás le haría daño a mi familia, ¿acaso hay maldad en mí?- voltea hacia los lados- aún sigo en la escuela, solo fue un sueño... mejor pongo atención a clases – se convence a sí misma.
Centra toda su atención en el profesor, pero no logra comprender nada, observa esos ojos verdes que brillan tal cual gema bajo la luz, eran preciosos, los quería, debían ser de ella.
El grito del profesor espanta a los alumnos. Todos se levantaron para acercarse al profesor. Este se encontraba de rodillas con ambas manos sobre sus ojos, del cual brotaba sangre sin cesar.
Todos veían atónitos sin saber que había sucedido y que debían hacer.
El profesor gritaba de dolor, pedía ayuda, nadie lo hacía, con valentía, saca el lápiz que le atravesó el ojo.
-¡Ayuda! ¿Quién ha hecho esto?- gritaba- ¡Duele!, ¡por favor, alguien!-
Nadie respondía. Una risa interrumpió el grito del profesor. Todos voltearon. Alicia se reía, había dado en el blanco, aunque era una lástima que esa gema verde se hubiese estropeado. Se acercó dando brinquitos.
Su cuerpo se movía solo. Como una danza ejecutada cientos de veces. Se lanzó contra el profesor y lo apuñalo con unas tijeras punta roma cientos de veces sin dejar de reír. El cuerpo del profesor quedo inerte, Alicia uso sus dedos para sacar el preciados ojo de la cuenca, y lo llevo a sus labios.
Lo paso por su garganta- Ahora eres solo mío – reía, se volteo hacia sus compañeros, que observaban con morbo esa escena. Saco las tijeras del cuerpo del profesor, las lamio - ¿Quién es el que sigue?- volvió a lamer las tijeras- la sangre es tan dulce- les observo- ¿Ninguno quiere jugar conmigo?-
Alicia observaba los cuerpos inertes de sus compañeros, ella estaba sentada en el suelo en una esquina, viendo como la miel carmesí aumentada, no dejaba de brotar, se acercaba a ella en un vaivén como el movimiento de las olas.
-No entiendo porque hago esto- observaba fijamente- Enserio yo no los quería matar, y además no corrieron- rio- estúpidos.
Tomo una de las cabezas que estaban cercas, la coloco sobre su regazo, observaba esos ojos vacíos.
-Al menos podrán ser felices en el mas allá, alejados de esta realidad... gracias a mi ustedes cerraron los ojos y dormirán por siempre, pero no se preocupen estarán eternamente en el mundo de los sueños, así que espérenme para que compartan su felicidad conmigo.- una sonrisa amarga cubrió su rostro.
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-Despierta, ¿Me extrañaste?- Su rostro sínico aparecía de nuevo.
Continuara...
Editado: 20.02.2019