Nigromántica - Un Amor Mágico Del Otro Mundo

¿Un mundo imaginario o real?

Luego de la tempestad, la calma.

 

Allí me encontraba frente a la gran ave de metal

 

 

 

 

 

El dolor de cabeza me estaba saturando en puntadas la mente. Una y otra vez aquel destello de luz venía a mí. Se manifestaba como una serie de sombras que se balanceaban alrededor del biplano, cotejándolo de forma extraña como si nunca lo hubieran visto. Eran formas anómalas que palpaban las alas.

 

"Creí estar en los cielos, y que ellos eran ángeles, no obstante su rostros no tenían una facción definida. Solo eran seres luminosos que de repente se circunscribieron en un círculo perfecto. Quise maniobrar, pues apuntaban al avión. De hecho y un láser potente se dirigió recibiendo un impacto. Y mi cabeza está repleta de dolores extraños en cada terminaron de mi cerebro que parece que está a punto de estallar".

 

"Con ambas manos me tomo la misma y mis lentes se empañan, ¡No puedo ver! ¡No puedo ver nada en absoluto! "

 

"La máquina pierde su control, y estoy cayendo, muy lejos estoy cayendo hacia un suelo. Y uno de esos seres se acerca y siento su calor. Un calor como maternal."

 

- Todo está bien. Los pies deben estar en la tierra viajero. – Todo está absolutamente bien viajero.

 

"Estoy descendiendo. A gran velocidad desciendo. Lo estoy. Si lo estoy.... "

 

 

Al despertar Hermes, se encuentra en medio de una arboleda de un bosque. Un canto de pájaros se mimetiza con el sonido de una chicharra. Del árbol principal. Un ciprés, caen gotas de una lluvia temprana que ha concluido. A su alrededor se

 

 

 

 

confronta una mata amplia. Grandes pastos y rocas de color gris. Su rostro esta entumecido. Su cuerpo blando como si el impacto de la caída hubiere sido sobre un colchón de plumas.

 

- ¡Ay! Hermes, siempre eres así. –

 

- Solo, cuando se refiere a ti-

 

- Son hermosas. Las pondré en agua. –

 

- Sabía que te gustaban las rosas, y fue lo primero que me dije, durante el día. –

 

- Siempre piensas ello.-

 

- Solo en ti, Leticia, eso pienso. –

 

- Eres un romántico. -

 

 

Leticia se dirige al living a buscar un jarrón y luego de ello a la cocina y coloca un poco de agua en el recipiente.

 

- Quedarán bonitas allí en el living. – Dice Ella que las introduce en el jarrón una por una cuidadosamente. –

 

- Claro que sí. Todo es .... – De inmediato el jarrón cae al suelo, y se parte en mil pedazos. – ¡¡¡Leticia!!! ¡¡¡No!! – Ella desaparece – ¡¡¡No te vayas!!!

 

¡¡¡No!!! – No te vayas..mmm ..nooo. --

 

- ¡¡Teniente!! - ¡¡¡Teniente!! ¡¡¡Reaccione por favor!!! - Golpea su rostro Takeda

 

- ¡¡Eh!! - Despierta Hermes – ¿Qué ha ocurrido?

 

- ¡No lo sé, señor! – Comenta el que se había arrodillado, y ahora miraba alrededor – Estamos en medio del bosque – ¿Será cerca de la montaña?

 

- ¡Posiblemente! ¿Y nuestros aviones?

 

- ¡No están! No lo sé tampoco, ¿Recuerdo bien lo que ocurrió?

 

- ¡Pero! ¿Cómo llegamos aquí?

 

- Esas luces. Parece una locura.

 

- ¿Tú las viste?

 

- Si, algo sumamente extraño rondaba a mí alrededor. –

 

 

 

 

Hermes se colocó su mano en el mentón.

 

 

- Algo extraño ha ocurrido ¿Cómo logramos llegar aquí sanos y salvos? – Hermes no quiso mencionar los seres de luz que se colocaron a su alrededor, por miedo a parecer un loco desquiciado, sin embargo era la pura verdad.-

 

- ¿Y si el enemigo nos emboscó, y se llevó las maquinas?

 

- ¡Sería absurdo Takeda! ¿Tú crees que pueden hacer eso y no tomarnos de rehén?

 

- ¿Pensarán que estamos muertos?

 

- ¡No! Aquí ha ocurrido algo más. Fíjate que tenemos nuestras armas. La pistola y el cuchillo. -

 

- ¿Qué haremos señor?

 

- Tenemos dos opciones. O buscamos los aviones, y vemos sus condiciones, o verificamos la dirección correcta para salir de la línea del enemigo hasta llegar al poblado más cercano, y buscar protección, o dar noticias de ello a los aliados.

 

- ¡Perfecto señor! –

 

- Recoge todo lo que tengas, debemos partir ahora mismo.

 

– - ¡Sí!

 

 

Ambos se incorporaron y fijaron rumbo. En medio de la maleza tupida, no podían determinar con elocuencia en qué lugar se ubicaban. No obstante dentro de ese bosque unos ojos observaban nítidamente como dos personas se encontraban. En partes se dividían, y era suficiente para localizarlos en cuanto pudiera,

 

- Debemos ir en esa dirección señala Hermes marcando un hueco externo entre los pastos que parecía plasmar otra montaña.

 

- Señor esa una montaña muy amplia. ¿Será la gran montaña del otro lado en los Cárpatos?

 

 

 

 

- No te sabría decir con seguridad, pero de hecho si debemos sortearla no tenemos opciones. Es muy probable que el enemigo no, nos espere en ese sitio.

 

- ¿Cómo lo sabe?

 

- La irregularidad del relieve lo dice todo. – Debemos caminar en dirección a los suelos que se detallan en plano inclinado. De esa forma no podrán encontrarnos.

 

- Sabe bastante del asunto.

 

- Antes de ser llamado a la fuerza, era un montañista. Reconozco bien ese tipo de lugares. De hecho por ello nos enviaron al reconocimiento. –

 

- ¡Sabe mucho señor!

 

- No me digas señor, ni nombre es Hermes

 

- Lo siento es por el rango.

 

- No te preocupes, el rango para mí no significa nada. En este juego somos todos iguales.




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