Nigromántica - Un Amor Mágico Del Otro Mundo

El secuestro. Que comience el viaje. -

El secuestro. Que comience el viaje. –

 

 

 

 

 

Nos atacaron de una forma. Creí que era un final. La bruja hizo lo suyo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lo jinetes venían desde el cielo en dirección al castillo de La familia Everlast.

 

 

- El cielo se está oscureciendo en Tocasicha – Comenta uno de los guardias de la torre que se direcciona en el primer punto. Una parvada de aves se direcciona en sentido de la mansión y sobrevolaron sobre ella escapando al hedor de la muerte.

 

- ¡Hey!, no te distraigas - Expresa el segundo guardia a cargo. Otros dos caminaban sobre la puerta principal.

 

Una flecha se dirigió directo a la cabeza de uno de ellos que cae desplomado con el atardecer llamando a la noche. Desde el suelo una nube tiñe a otros dos de ellos desintegrando su carne y materia. Era un asalto. Desde el aire tres de los jinetes habían ingresado sobre las afueras del campo. La lúgubre imagen resalto el miedo de uno de ellos que corrió hacia la segunda entrada.

 

- Algo viene hacia aquí. – Se asusta el centinela sobre su amigo que respeta la guardia. –

 

Mac estaba regresando a su casa, y pudo avistar a esos engendros que sobre volaban. Quiso ir a dar el aviso, pero era tarde. La puerta estaba abierta, y entre ella y el gran patio del jardín yacían algunos muertos como esqueletos. –

 

 

 

 

- Siento algo extraño – Dice Cleo como presentimiento – Estaba recogiéndose el cabello en el baño. Su hermana, mientras leía un libro. –

 

- ¿Qué ocurre hermana?

 

- No lo sé, es como una energía extraña. Me da como un escalofrió en mi interior – Pronto sus ojos se abrieron al presentir ese sentimiento extraño en un acto reflejo que recorrió toda su cintura. –

 

- ¡Cleo! ¿Cleo? ¿Te encuentras bien?

 

 

Ladea la cabeza en negación. –

 

 

- Disculpa Mary. Fue solo un acto fallido. - ¡Ja! ¡Ja! – Debe ser el cansancio. No te preocupes. –

 

- Te veías muy extraña – Le sonríe. –

 

- ¡Déjalo! –

 

- ¿Qué haremos con Hermes y Takeda?

 

- ¡Eh!

 

- Los extranjeros.

 

- MMM...No lo sè...

 

- Es muy simpático Hermes ¿No lo crees?

 

 

Cleo, no dijo nada al respecto. Su mente no estaba pensando en un hombre como ese. –

 

- ¿No sé qué le vez? Es arrogante, impulsivo, poco caballero – Levanta la nariz como enfadada

 

- ¡Ay hermana! ¡A mí me parece bonito!

 

- ¡Si tú lo dices! - Direcciona su mirada a un espejo, recordando cómo se conocieron. – En su interior oía su voz, y la pelea que tuvieron. – ¡Va es un grosero! ¡Eres un grosero Hermes!

 

- ¿Qué dices Cleo?

 

- ¡No! ¡No! ¡Nada! – Y mueve los manos negando los dichos - ¡Ja! ¡Ja! – Mary niega como suponiendo que su hermana es un caso perdido.

 

 

 

 

Los jinetes ingresaron a la casa en el living del interior. Habían aniquilado de forma silenciosa a los guardias desintegrando su materia a fin de no ser vistos. Hermes y Takeda aguardaron en uno de los cuartos del segundo piso de la mansión - castillo. –

 

- Teniente, ¿No escucha ruidos? – Expresa Takeda. Phileas se encontraba acostado en una de las camas mirando el techo, mientras una mosca pasaba de un lugar a otro en su zumbido especial. –

 

- No Inu ¿Por qué lo dices?

 

- Es extraño. Pensé escuchar algo. –

 

 

Cleo se dirigió a la habitación del hall de atrás. Allí al abrir la puerta pudo lanzó un grito atroz al ver como el guardia que estaba frente de ella caía desmoronado, y detrás de él un esqueleto con túnica se reía crujiendo su mandíbula.

 

- ¡Ven a mí! – Dispone con terror –

 

- ¡AaaaH! – ¡¡Aléjate!!

 

- ¡!Ehh!!

 

- ¿Qué ocurre? ¿Escuchaste Takeda?

 

- ¡Si Teniente!

 

 

Se miraron por el asombro pensando en el peligro. Ambos salieron de la habitación a donde se dirigía el grito. Lady Mont se cruza con ellos en un pasillo extenso del segundo piso, cerca de la baranda del balcón de madera. Debajo podía verse el firme suelo de mármol con una estrella que hacía las veces de aguja. Allí los pasos se hicieron notar en los atacantes que se acercaban. -

 

- ¡Mis hijas están en peligro! –

 

- ¿Dónde están ellas? – Pregunta con gritos Hermes tomando a Lady por los hombros

 

- ¡Abajo! ¡Abajo! Se desmaya por el susto. –

 

- Inu, llévala a la habitación de inmediato y cierra la puerta. – iré buscar a sus hijas al hall de atrás

 

 

 

 

- Teniente.

 

- No hay tiempo Takeda. ¡Llévala es una orden!

 

- ¡Señor! – Comienza a temblar Takeda. Levanta la mano temblando y señala detrás de Hermes. Hermes lo mira como con asombró y al darse la vuelta, un esqueleto con partes de carne clava su mirada. –

 

- ¡¿Qué demonios es eso?! – Queda anonadado Hermes. – Inu quédate detrás de mí. Saca a la señora. – Phileas toma su revólver, y apunta sin pensarlo. Uno, dos, y tres disparos, mientras se acerca aquella criatura – Takeda no puede creer lo que ve. – El jinete saca su sable e intenta cortar en dos a Hermes con un lance que este esquiva con velocidad.

 

- Buen intento para ser humano. – Comenta con una voz carraspeada. – Luego se dirige a Inu que tiembla del miedo.

 

- Takeda cuidado. – Grita Hermes. Takeda saca su arma, pero es inútil ante dos disparos. Pronto se acerca a él que arroja a Lady Mont hacía atrás para evitar que la lastimen.




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