Niñas de Cristal

6

MARATÓN 2/3

Sky.

Estamos a dos días de la fantabulosa fiesta de Alan Blake. No me gustan las fiestas peroooo mis queridos amigos ya me involucraron en un maléfico plan.

Resulta ser que por allí se encuentra un bastardo el cual le dió una golpiza a Logan y bueno Peyton y yo haremos de las nuestras, solo para recordarle que con Logan nadie se mete, realmente nadie se mete con ninguno de nosotros así que me sorprende la valentía de el chico. Aún no se quién es, en la fiesta lo veremos para después ejecutar nuestro plan.

Pero dejemos ese tema para otra ocasión por qué ahora mismo estoy escogiendo mi atuendo para una cita con Jacob...

¡No es una cita! O al menos eso es lo que mi mente quiere creer, ¿Qué es entonces? Bueno es una reunión de dos desconocidos, una peculiar reunión en la librería más cool de todo San Francisco.

Le enseñaré como se debe comprar libros buenos a Jacob, Aunque el dice que el es el experto pero a la mierda yo soy una experta compradora de libros.

Aún así no sabía que ponerme!!!! Nunca me ha importado mucho pero está es una ocasión especial...es decir, no, no es una ocasión especial.

Tenía que convercer a mi misma de eso.

Finalmente me vestí con una playera de manga larga color negro, una falda a cuadros que combinaba con la playera y por último mis botas favoritas.

Se supone que nos veríamos en los columpios, el lugar en el que nos conocimos, así que ahora estoy sentada como estúpida en el columpio y el ya va 10 minutos retrasado.

Miro el cielo y suspiro pesadamente.

–¿Pensando en mí?–Reacciono a esa voz de inmediato así que me levanto de el columpio para después verlo con esa horrible y hermosa sonrisa.–Si lo sé, es inveitable dejar de pensar en este chico.

Maldito idiota.

–Obvio no imbécil, para que voy a pensar en un orangután antisocial como tú.–El negó con la cabeza mientras sonreía y detallaba cada parte de mí, vestía una sudadera negra, encima una chaqueta verde, pantalones negros y sus típicas botas, amaba su estilo, su pelo despeinado como solo a el se le veía bien.

–¿Orangután antisocial? Tu eres una avestruz antisocial y no me quejo.–Dice acercándose a mí.

–Cierra la boca orangután, ¿listo para aprender a comprar buenos libros? Tienes a la mejor maestra.

–Si bueno...ya te había dicho que yo soy un experto comprando libros, así que la que va a aprender eres tú.

–Ya veremos, orangután.

El camino a la biblioteca fue divertido, con los estúpidos chistes del orangután, al llegar casi se le cae la baba a Jacob ya que la biblioteca era de verdad HERMOSA!

En el primer piso estaba repleta de libros dándole ese toque antiguo y especial, el segundo piso era para leer en sillones o mesitas y en el último estaba la terraza en dónde había una vista hermosa y también de podía leer allí.

–Esto es hermoso, mi querida avestruz.–Sonrío ampliamente ignorando el tonto apodo por qué de verdad era hermoso.

Después de un rato de investigar títulos ya estábamos sentados en uno de los sillones leyendo.

–¿Por qué avestruz?–Pregunto con curiosidad rompiendo el silencio.

–No lo sé, solo se me ocurrió.–Se encoje de hombros.–¿Por qué orangután?

–Por que se me ocurrió y eres más alto que yo.–Asintio con una sonrisa y volvimos a nuestro silencio cómodo.

–¿Te han dicho que cuando lees te ves muy hermosa?–Me quedó estática...¿Que dijo? Más bien, ¡¿Que le digo?! Oculte mi cara color tomate en mi libro sin saber que hacer o decir, hasta que escucho como se ríe en burla.

–¿De que te ríes?–Digo apartando el libro de mi cara.

–De nada.–Dijo con simplicidad, Hiba a seguir con mi plática cuando el teléfono de Jacob suena, me hace una seña para que lo espere, se aleja de la mesa y después de unos minutos regresa con una cara de pocos amigos.

–¿Pasa algo?

–Ven conmigo.–Dice tomando su chaqueta y caminando a la salida, por inercia me levanto tomando mis cosas y camino detrás de él, se notaba en su rostro lo preocupado que estaba.

–¿A dónde vamos Jacob?–Le pregunto estando afuera, el se detiene abruptamente y me mira.

–¿Confías en mí?–La pregunta me desencajo de inmediato, el simple le hecho de confiar en alguien me provocaba mucho... miedo.

–¿Qué?–Mi confusión podía notarse hasta dos metros a la redonda.

–Sky, ¿Confías en mí?–Sus ojos suplicaban que mi respuesta fuera positiva, ¿Por qué confiaría en Jacob Monroe?

No lo sé, pero una parte de mi quería hacerlo, quería confiar en el.

–Sí.–Sus ojos se iluminaron de pronto y tomo mi mano tomándome por sorpresa.

–Vamos.–Podria decir que casi caminamos por todo San Francisco hasta llegar a un especie de gimnasio un poco descuidado.

Al momento de entrar había muchos, demasiados hombres semidesnudos, golpeando sacos de box y cosas parecidas, con músculos perfectos y muy grandes. Todos me veían con Cierto coqueteo y descaro, ¿A qué clase de lugar me trajiste Jacob? Hasta que sentí la mano de Jacob en mi cintura, lo admito sentí una sensación muy extraña pero eso no quitaba que yo no le di ningún tipo de consentimiento para que se tomará ese tipo de atrevimientos.

Lo miro con el seño fruncido y el me da una mirada de 'tranquila fiera', me doy cuenta de que es una forma de protegerme ya que las miradas extrañas de los hombres se desvanecen y continúan con lo suyo.

Caminamos por todo el jodido gimnasio llena de tantos hombres musculosos, creo que la que ahora los ve descaradamente soy yo.

–El hijo pródigo está aquí!–Un hombre de unos cuarenta años alto e igual de musculoso que todos en este lugar se acerca a Jacob.

–¿Que tal Ernesto?–Se dan la mano como un saludo y la mirada del hombre recae en mí.

–Ella es Sky Donson, la traje para que disfrute de el espectáculo.–¿Que espectáculo?

–Mucho gusto Sky, mi nombre es Ernesto Castro.–Me ofrece la mano y yo la tomo algo dudosa, mientras Jacob me ve con una sonrisa.




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