En medio del caos festivo, la única tienda infantil que seguía abierta después de las seis de la tarde parecía una colmena alborotada. Todo el mundo en la tienda hacía ruido, agitaba envoltorios y billetes, hacía preguntas, cogía juguetes de las estanterías y "molestaba" a los vendedores.
Yulia permaneció largo rato junto a la estantería con transformadores. En su cesta, una muñeca para su hermana pequeña y un juego para su hermana mediana brillaban en una caja brillante. Aún quedaba un regalo para su hermano, que adoraba estos robots. El precio era caro, pero Yulia se decidió y estaba a punto de coger el resbaladizo envoltorio plastificado cuando de repente la envolvió el delicado y seductor aroma de un perfume de hombre.
Un hombre alto y de mirada distraída sostenía ya un robot similar. También agarró la caja de Yulia, sólo que la chica tuvo cuidado, y su gesto fue más parecido a la garra de un depredador agarrando a su presa.
Se quedaron mirándose. El hombre, con sorpresa; la chica, con fastidio.
Yulia ya estaba teniendo un mal día, y sólo faltaban treinta minutos para que saliera el último autobús para entregar los regalos del día de San Nicolás a sus hermanas y hermano. Y entonces apareció aquel extraño hombre como salido de la nada y le arrebató su juguete.
Yulia levantó la cabeza con valentía. Las duras palabras que estaban a punto de salir de su boca se congelaron en el aire. Había algo en su oponente que confundía a Yulia.
- "¿Vamos a quedarnos ahí paradas?", sonrió irónicamente la "competidora".
- "Lo siento, pero fui la primera en cogerlo.
- Y yo fui el segundo. ¿Y qué?" Los ojos del hombre brillaron con una luz maligna. De hecho, sus ojos brillaban de forma malsana.
"¡Qué descaro!", pensó Yulia con rabia y decidió luchar hasta el final.
- Mi autobús sale pronto. Y tú tienes el mismo robot.
- Tienes uno, pero necesitas dos" El hombre tampoco iba a rendirse.
Yulia se enfadó consigo misma por su confusión, pero se dio cuenta de que su oponente tenía muy buena cara. Por alguna razón, este inoportuno descubrimiento la enfureció aún más y soltó la caja.
Quedaba muy poco tiempo, y esto la impulsó a coger la primera máquina que se le puso a mano y correr hacia la caja.
El desagradable hombre con su presa se situó detrás de ella, casi cerniéndose sobre ella con su enorme figura y envolviendo a la chica en un costoso aroma dulce con notas de humo y especias orientales.
- "¡Oh, Alexander Nikoláievich, cuánto me alegro de verte!", gorjeó de pronto la vendedora, casi haciendo una reverencia.
Yulia levantó una ceja desdeñosa, pagó rápidamente los juguetes y salió corriendo de la tienda. Mientras intentaba meter las cajas en una incómoda bolsa de marca, la puerta de la tienda se abrió y salió un hombre alto.
- Su reciente rival le tendió la bolsa.
- "¿Qué?" Yulia le miró sorprendida.
- "Cógela o cambiaré de opinión". Dejando a la chica en la más absoluta confusión, desapareció a la sombra de un enorme todoterreno negro.
El paquete contenía dos transformers y un montón de "alegrías" infantiles, como libros para colorear, rompecabezas y todo tipo de cositas que reposan sobre la caja y atraen a los pequeños clientes
"Bueno, ¿qué era eso?" - Yulia miró confundida al extraño desconocido.
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Tu Eva.
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Editado: 29.07.2024