Niñera de un maníaco

6. Sombras del pasado

El rostro pálido de Sasha hacía que sus grandes ojos azules parecieran aún más grandes. Por primera vez, no tenían el brillo loco que asustaba a Yulia. Pero había algo más que le asustaba aún más...

Entró en el apartamento como si le esperaran aquí desde hacía mucho tiempo. Y como si no hubiera nada extraño en el hecho de que fuera de noche y Yulia fuera su niñera. Su antigua niñera, además. 

- He venido a disculparme por lo de mi madre -Sasha rompió por fin el silencio que se había vuelto demasiado provocador y tóxico-.

- No debería. Ella es la jefa de su casa y decidió que era lo mejor. Y tú tampoco deberías haber venido. Además, deberías estar en el hospital...

- Te quiero de vuelta" Su voz sonaba tan segura, como si ella, Yulia, no tuviera argumentos en absoluto y no pudiera tenerlos. 

- "Tráeme de vuelta... ¿Por qué estás tan seguro de que quiero volver?

- "Déjame enseñarte por qué" Sasha cerró la puerta y se acercó tanto que el aroma de su perfume se hizo extremadamente fuerte. Y demasiado atractivo....

Sus brazos rodearon la cintura de la chica. Con la misma confianza en su poder que hacía unos días, giró el manillar cromado de una moto enorme. 

El primer impulso de apartarse, de moverse a una distancia segura, fue ahogado por el beso. Y ni el sentido común ni el olor del hospital impidieron que Yulia respondiera.  

El primer beso es lo único que habla honestamente de los sentimientos. No importa cómo se comporten las personas, no importa cómo se besen después, es el primer beso el que te dirá cómo se sienten realmente. 

Un transeúnte solitario se detuvo sin darse cuenta a mirar a la pareja en la ventana abierta. Se besaban como si el mundo fuera a acabarse mañana. Con ansia, con fiereza y con ternura al mismo tiempo.

La mano del hombre se deslizó por la espalda de la chica y, agarrándola del pelo recogido en una coleta, tiró bruscamente de ella hacia atrás. La chica no intentó resistirse. Al parecer, estaba esperando esto: un gesto, una orden, un beso...

Cuando su portátil, su teléfono y los envoltorios de caramelos volaron al suelo desde la cama arrugada, Yulia volvió a la realidad por un momento. 

"¿Qué estoy haciendo? No puedo hacer esto..." - pero el pensamiento se desvaneció rápidamente, como la última rama seca en un incendio nocturno. Mis acciones y movimientos fueron mucho más elocuentes que mis pensamientos. Quitarle la ropa, arrancársela para tocar su cuerpo por primera vez como nunca antes había tocado nada. Mis manos torpemente enredadas en la cinturilla de mis pantalones...

***

Yulia se despertó cuando los primeros rayos del sol irrumpieron en el apartamento. Contemplaron descaradamente el "campo de batalla" de la noche: la colcha arrugada, la ropa desparramada, el hombre desnudo en su cama. 

El abrazo era tan agradable y necesario aquí y ahora que Yulia no se atrevió a moverse. 

Sus pensamientos: "¿Qué he hecho?" latían en algún lugar sordo y distante, como si no estuvieran en su aturdida mente.  

- "Espero que tus antiguos empleadores no recibieran este tipo de atención", Sasha también se despertó, pero no tenía prisa por levantarse. 

- Antes de ti, todos mis empleadores eran mujeres. Pero aún así no es muy agradable escuchar una pregunta así después de nuestra primera noche juntos. 

- Lo siento, no sabía cómo calmar la situación. Generalmente tampoco salto a la cama de mis niñeras. 

- Sólo que ahora estás en la cama de tu niñera. Así que lo siento, no me lo creo". "Y no sólo esta niñera", casi estalla Yulia. El recuerdo de la misteriosa "Mu" la apuñaló dolorosamente en algún lugar de su corazón.

- Estoy de acuerdo. No es muy convincente. Espero que ayer fuera más convincente. 

Sasha salió lentamente del capullo de la manta y abrazó a Yulia. La chica no quería soltarlo, quién sabe, ¿quizá era la última vez que se abrazaban? 

Admirando abiertamente el apuesto cuerpo del hombre, Yulia, como en un sueño, notó con qué rapidez y seguridad Sasha recogía sus cosas esparcidas por la habitación. Le lanzó a Yulia su camiseta con una precisión milimétrica, sin ni siquiera darse la vuelta. 

- "Era mona, pero no de mi talla.

- Sasha... ¿Qué era eso?

- Una camiseta. Con un estampado de algún tipo de liebre, creo.

- Ya sabes a qué me refiero.

- Entonces tú también deberías saber la respuesta. Ambos somos adultos y personas libres que se gustan. En ese caso, ¿el sexo es normal y guay?

- Si ya no soy tu niñera, entonces sí... 

- Ooh, eso es un dilema. Te quiero a ti. Sasha se acercó a Yulia, le rodeó la cara con las manos y la besó con suavidad. Ya no había la pasión en este beso que casi los había quemado a ambos ayer, pero en su lugar había un calor suave y agradable. 

- "No sé si podré trabajar así... ¡Y qué haces aquí, tienes que ir al hospital! 

- ¿Tengo mal aspecto?

- Tienes muy buen aspecto. Hace sólo un par de días, no estaba en buena forma. 




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