Inga fumó todo el camino, sin decirnos adónde iban. Su pequeño coche olía a humo y a excitación. Yulia se quitó la chaqueta ligera e intentó taparse con ella como si fuera una manta. Fuera no hacía demasiado frío, pero fue el comportamiento de su amiga lo que hizo que Yulia se sintiera más incómoda. En el colegio, cuando las chicas eran inseparables, Inga estaba tan tranquila que parecía que sólo un desastre natural podía sacarla de su rutina, y no cualquier desastre.
Finalmente, Inga se detuvo y aparcó el coche delante de una casa cualquiera en una zona residencial de la ciudad.
- "Bueno, ahora por fin me vas a decir adónde vamos", Yulia no podía soportarlo.
- "Menuda sorpresa", dijo Inga entre el humo del cigarrillo.
Tuvieron que llamar tres veces a la puerta, que obviamente había visto al zar, pero que no había sido atendida en años. Al final la abrieron.
Si Inga no hubiera llamado por su nombre al propietario del apartamento, un hombre delgado y pálido en silla de ruedas, Yulia difícilmente habría reconocido a uno de los chicos más populares de su colegio, Yurko Zubrov, apodado Zubr.
Inga ajustó la capa desteñida de la vieja silla con aire serio e indicó a Yulia que se sentara.
El apartamento de Yulia ni siquiera parecía la guarida de un soltero, sino más bien un almacén abandonado de ropa de hombre. Montones de ropa se amontonaban en sillas apenas funcionales, algunos papeles y unos cuantos teléfonos móviles estaban esparcidos por la mesa, y la parte superior de la exposición estaba decorada con cajas de medicamentos y una botella de cerveza medio vacía. La casa tenía un aspecto bastante triste. Y su dueño no estaba mejor.
- "Verás, nuestro Zubrin se ha despertado. Ha salido del coma, pero aún no puede andar. ¿Y sabes por qué? Porque hace dos días alguien intentó desactivar su sistema. Justo en la sala, en el hospital, donde hay mucho personal. Esto llevó a... a tales consecuencias, pero, al parecer, sacudió el cuerpo de Yurko, y salió del coma.
Yulia se alegraba ahora de estar sentada. Aunque el sucio tapizado de la silla le daba asco.
Hace un par de días...
Cuando Sasha también estaba en el hospital.
¡No! ¡No puede ser!
¿Y si pudiera? ¿Y si no hubo envenenamiento? ¿Y si fue un montaje para llevarlo al hospital y...?
Yulia se agarró a la capa e instintivamente se aferró a ella.
- "¿Y sabes qué es lo más interesante?" Inga volvió a fumar. El humo (¿o quizá no era el humo?) hizo que a Yulia se le llenaran los ojos de lágrimas. "El hecho de que el día anterior, Yurko tuviera... um... actividad, o como se diga en medicina. Es decir, que en su ficha constaba que podía recobrar el conocimiento en cualquier momento. Y después de eso, fue tan "ayudado"...
- "Bueno, hola, Ardilla", sonrió Yura, "Ahora ya estás 'enterado', Inga ya te lo ha contado todo".
- "¿Todavía te acuerdas de aquel horrible apodo?", sonrió Yulia forzadamente.
- "¡Claro! Te ponías ridículamente furiosa cuando te llamaban así". Yura dio la vuelta al carrito y se dirigió a la cocina. Lo siento, chicas, pero no puedo ofreceros té ni café, sólo llevo aquí desde ayer.
- Champán". Parecía que Inga nunca dejaría su cigarrillo. Yulia nunca había notado una adicción tan dolorosa. "Me gustaría un poco de champán. Es un día de fiesta, después de todo, que has salido de ella, Yura.
Yura regresó unos minutos después. Llegó a la mesa con un viejo portátil y una carpeta de papeles. Era evidente que le costaba moverse.
- "Yulia, no quería meterte en esto, pero como sé que ya estás implicada... Los Kowalski son gente peligrosa, y estoy más que seguro de que el accidente que me dejó hecho un vegetal como este fue obra suya.
- ¿Por qué piensa eso?
- Su niñera, Emma, fue asesinada. Ella no se ahogó. Fue su cuerpo el que se ahogó, porque ya estaba muerta cuando cayó al río. ¿Lo entiende?
- ¿Tiene alguna prueba?
- Lo eran. El primer perito y la oficina de patentes lo confirmaron. Pero, ¡oh, milagro, los Kowalski! Donde ellos aparecen, la ley deja de funcionar. El experto desapareció como una roca. Y al día siguiente, la oficina de patentes dio resultados completamente diferentes. No tengo los primeros, pero si no fuera por el accidente, le habría hecho hablar.
- "¿Cómo murió esa chica?" Yulia se asustó de su sordera y de que se le quebrara la voz.
- La estrangularon. Si levantamos el caso y conseguimos una exhumación, todo se aclarará. La noche que desapareció, los últimos que la vieron fueron los malditos Kowalski. Y su ex-marido.
- ¿Tenía marido?
- Sí. Era un verdadero chiflado. Apareció en la ciudad de la nada el día que ella desapareció. Antes de eso, ella se había estado escondiendo de él después del divorcio. Es interesante que ahora trabaje para los Kowalski.
- ¿Yegor? ¿El extraño guardaespaldas de Sasha? No entiendo nada..." Yulia miró a Inga y a Yura con aire confuso e infantil. Quería que todo lo que decían fuera una especie de mal sueño, no la realidad. Ayer todo era tan bueno... Y hoy, la gélida lluvia de hechos y conjeturas estaba devolviendo a la muchacha a la cruel rutina.
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Editado: 29.07.2024