Después de la visita de Anna Petrovna, Yulia no quería hablar con Sasha en absoluto. Afortunadamente, éste se marchó casi de inmediato por unos asuntos urgentes.
Yulia comprendió que él no tenía la culpa de la desagradable situación. Pero, por otra parte, era un hombre adulto, y tenía poder para no dejarse tratar así...
Y no sólo consigo mismo, sino también con sus mujeres.
Medio día con los chicos jugando y haciendo actividades pasó desapercibido. Dmytro y Danya se acercaban a Yulia con un calor tan sincero que la niña se derretía con cada sonrisa. Era especialmente precioso para ella ver la sonrisa de Danya.
Cuando los niños se durmieron, Yulia decidió dar un paseo por el patio.
Fuera, el invierno estaba haciendo su aparición. Hacía frío con su chaqueta ligera, pero Yulia no quería entrar en casa. Aunque había cambiado su papel de niñera por el de novia de Sasha, la casa seguía presionándola, quitándole fuerza y energía.
En el recinto aislado, los perros la miraban con aire triste. Uno de ellos movía el rabo amistosamente. El segundo perro miraba algo a lo lejos.
"¿Corren a veces? Hace mucho que no los veo fuera", pensó Yulia con tristeza. Al mismo tiempo, se le ocurrió la idea de pasear a los perros al menos aquí, en el patio. Si supiera dónde estaba la llave de la jaula. Quizá Yegor lo supiera.
Yegor estaba en su casa. Se encontró con Yulia con bastante frialdad, pero ella fingió no darse cuenta. Ella tiene derecho a tomar una decisión, y Yegor tiene derecho a opinar sobre el asunto.
- "Hola, vengo por negocios. Quiero dejar salir a los perros y jugar con ellos.
- Oh, ¿veo que sigues buscando formas interesantes de suicidarte?
- Y te sigue gustando el humor negro, ¿verdad?" Yulia sonrió: "Esta mañana he tenido el honor de conocer a Anna Petrovna. Estos perros parecen gatitos indefensos ante ella.
- Tiene sus propias llaves de la puerta. No pude evitar dejarla entrar.
- "Vamos, definitivamente no es tu culpa. Vamos a jugar con los perros y te cuento lo que he oído".
Yegor entregó de mala gana las llaves a Yulia.
En el recinto, Yulia sacó las manos de los bolsillos. En cada una había un trozo de galleta. Los hocicos alargados de los perros tomaron al instante las golosinas de sus palmas.
- "Sí, queridos, si obedecéis, jugaremos. Si no lo hacéis, volveréis a estar aquí sentados".
Yegor abrió el recinto y los perros casi lo derriban.
Yulia sonrió al verlos disfrutar de su libertad.
- "Anna Petrovna me dijo que saliera de allí mientras pudiera.
- Muy parecido a ella -sonrió Yegor con tristeza-. Yo también tengo noticias. Fui a ver a la antigua niñera de los Kowalski, Elena.
- ¿Has aprendido algo?
- No. Ella no estaba allí.
- ¿No estaba allí? ¿Cómo que no estaba?
- El personal dijo que fue trasladada a la sala de aislamiento. Supuestamente con gripe, pero averigüé que no tienen pabellones de aislamiento.
- Eso es interesante.
- Estoy de acuerdo. Parece que alguien no quiere que nadie hable con Elena. O la están escondiendo en algún sitio, lo que es improbable, o la han trasladado a algún sitio y están tapando los rastros.
- ¿Crees que Kovalska tendrá los medios para hacer esto?
- Tendrá suficientes. Y habrá más. Esto significa que Elena podría habernos dicho algo que no deberíamos saber. Así que es muy importante encontrarla de nuevo.
- ¿Pero cómo lo hacemos?
- ¿Y qué hay de su rastreador? ¿No nos ayudará?
- No. -Yulia se crispó nerviosa al mencionar a Zubr-. Ya... ya no hablo con él.
- ¿Por qué?
- Es una larga historia. Pero ahora no puedo contar con su ayuda.
- De acuerdo, me las arreglaré sola.
- Yulia mantuvo la mirada fija en los perros, que correteaban alrededor de la valla perimetral. "Miro a los perros y no puedo entender cómo dejaron entrar a otra persona en el patio. Sin duda, el asesino no tenía miedo de los perros porque le conocían.
- Estoy de acuerdo. Este es otro argumento. Tienes que mirar entre los tuyos.
- ¡A eso me refiero! Sólo que no somos tantos. Cuanto más lo pienso, más hilos conducen a Anna Petrovna.
- Estaría de acuerdo contigo, pero me confunde su complexión. A pesar de su personalidad rompehielos, sigue siendo una mujer frágil para su edad.
- "Oh, las mujeres pueden triplicar su fuerza cuando se enfadan", sonrió Yulia.
- Sí. Las mujeres son criaturas únicas en general. Nunca sabes qué esperar de ellas.
Los doberman volvieron a su recinto con gran desgana, y Yulia entró. Los chicos deberían despertarse pronto, y Sasha prometió volver a las siete. Por mucho que Yulia quisiera evitar la conversación, tendría que hablar con él.
Sasha volvió como había prometido, y Yulia y los chicos ya lo estaban esperando en la mesa que María había puesto. Cuando los chicos y María salieron, Yulia quiso iniciar una conversación, pero Sasha se le adelantó.
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Editado: 29.07.2024