En casa, Yulia no se animaba a hablar con Sasha. Estaba enfadada consigo misma por su silencio, por no haber contado todo lo que sabía de inmediato. Pero tal vez no fuera culpa suya. Tal vez fuera la obstinada reticencia de Sasha a ahondar en su propio pasado. ¿O es que tiene muchas esperanzas puestas en el trabajo de su superdetective, que no le ha aportado absolutamente nada importante? Me pregunto de qué va este misterioso "tipo serio".
- "¿En qué estás pensando?" La voz de Yegor saca a Yulia de sus pensamientos, "María ha llamado para pedir una tarta y café. ¿No quieres venir conmigo?
- A Yulia no le apetecía tener compañía en ese momento, pero su conciencia no le permitía rechazar a Yegor.
- "A ver si lo he entendido, ¿ahora no quieres hablar y no quieres compartir nada conmigo?
- Sasha entró en la cocina tan de repente que Yulia se sobresaltó.
- "Yulia prometió compartir su secreto sobre los perros", la cara de Yegor no mostraba ninguna emoción, "y prometió compartir cómo hizo que nuestros animales la quisieran. Yo los alimento, los limpio, los saco a pasear, y ellos quieren a Yulia. Parece un poco injusto.
- "Yulia tiene una manera de caer bien a la gente y a los perros, ¿verdad?" Sasha se sentó en el sofá junto a la niña y la abrazó. Yulia no pudo evitar sonreír. Su gesto era demasiado prepotente y revelador.
- Es que me gustan mucho los perros. Crecí con ellos desde niña y siempre tuve a estos animales a mi lado. Y una vez, cuando tenía unos 6-7 años, fuimos de excursión a una perrera del colegio. Había pinschers alemanes y dober...
Yulia dejó de hablar a media frase. El corazón le latía demasiado deprisa.
La guardería de dobermans de su infancia.
Solía ir allí en la escuela.
Se llamaba... "¡Sombra Negra!" "¡Sombra Negra!
¡Mierda! Así que de ahí conocía el emblema de la perrera en la placa de Rem. Sólo entonces, en la infancia de Yulia, su nombre estaba en ucraniano. No es de extrañar que ahora, siguiendo el ejemplo de sus colegas europeos, se haya rebautizado en inglés.
- Eh, ¿qué te pasa?" Sasha le arrebató la taza de café de las manos a Yulia, sorprendida, cuando el líquido oscuro empezó a gotear por el suelo. Yulia no se dio cuenta de que había inclinado demasiado la taza, ahogándose en sus recuerdos.
Tal vez esta información no le sirviera de nada, pero no podía desaprovechar la oportunidad. La vida le ha enseñado a Yulia que absolutamente nada ocurre por casualidad. Si ella podía recordarlo, debía ser importante.
- Lo siento, estoy mareada, debo haber tomado demasiado café. Ahora me voy...
Yulia se levantó del sofá y desapareció por el arco del vestíbulo.
- Es extraña, ¿verdad? Como de otra dimensión", Sasha le tendió a Yegor un plato de tarta que tentaría a los muertos con su aroma.
- Sí, es rara. Pero mientras tú estabas fuera, ella puso el mundo entero patas arriba. Yegor no tocó el pastel. Sus pensamientos estaban muy lejos. Durante el tiempo que pasó con Yulia, empezó a entenderla un poco. Y supuso que ella recordaba algo, o entendía algo. Algo importante. Bueno, tal vez ella se lo diría cuando lo decidiera. No podía presionarla, no serviría de nada.
¡Qué suerte tenía Kovalsky!
Las chispas de los celos se encendieron e inmediatamente se apagaron...
***
En cuanto entró en su habitación, Yulia sacó el móvil del bolso. Introdujo la consulta "Black Shadow Cattery" en Google. El smartphone, como burlándose, mostró lentamente el resultado. Unas cuantas páginas. Un simple sitio web, una página de Instagram, noticias.
Yulia eligió Instagram.
Un mar de fotos de perros hermosos y bien cuidados, diplomas, medallas, cachorros. Todo lo habitual en una cuenta de un criadero de este tipo.
Yulia se desplazó rápidamente por la página, tratando de encontrar contactos o cualquier otra información sobre el criador. Al no encontrar nada, cerró el perfil y accedió al sitio web.
La dirección, información sobre las condiciones para reservar cachorros y el nombre del propietario.
Reznichenko Maria...
Reznichenko.
La niñera de Sasha... ¿Fue sólo una coincidencia? ¿Existen tales coincidencias? Difícilmente... no en su caso.
Aún no se sabe qué hacer con esto. Pero ella estaba segura de que era importante.
***
La puerta crujió. Sasha no quiso esperar a que volviera a su infructuosa pausa para el café.
- ¿Qué tal estás? ¿Ha pasado algo?
- Todo está bien, Sasha. Sólo que no me encuentro muy bien.
- ¿Estás enferma?" Sasha le tocó suavemente la frente. Su voz estaba llena de sincera preocupación.
- No, es otra cosa. Pensamientos, conjeturas. Todo esto no me deja ir.
- Tú no cambias. ¿Te aburres?
- ¿De qué?
- Un hombre, un profesional en su campo, está trabajando. Le pago bien. No hace falta que nos agobie ni a ti ni a mí.
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Editado: 29.07.2024