Niñera para el millonario {fraternal's Love #4}

Capítulo 2

Marcus

Cuando llego a la casa, está vacía, aparte del personal de limpieza que yo definitivamente no contraté, lo que significa que mi madre metió sus narices cuando yo no miraba.

Tomo una respiración profunda, sabiendo que lo peor que puedo hacer es entrar en pie de guerra, en especial cuando acaban de perder a su hijo, y ver al que preferían que hubiera ocupado su lugar no va a agradarles demasiado.

—Si estás en algún lugar viendo esto —murmuro cuando me detengo frente a la puerta de la oficina—, que sepas que estoy poniendo todo de mi parte para no iniciar una discusión, solo porque es tu funeral, ¿de acuerdo? Pero si empieza a echarme en cara todas las veces que la he deshonrado, no respondo de mis actos.

Disculpándome con la memoria de mi hermano, abro la puerta sin llamar antes, y ese es el primer error, porque tanto mi padre como mi madre se dan la vuelta y, en cuento me reconocen, sus caras demuestran que soy la última persona a la que habrían querido ver en la vida.

De acuerdo.

Hago un intento de reverencia que espero no se note falso y asiento en su dirección.

—Señor y señora Cavill, lamento su pérdida —les digo y, cuando tomo asiento frente al escritorio, el abogado me mira con las cejas enarcadas.

—¿Qué se supone que es esto? —sisea mi madre—. Se supone que íbamos a hablar con el hombre que tiene la custodia de nuestro nieto.

—Al parecer, ya lo conocen.

—¡No diga estupideces! —grita mi padre y se pone de pie, y yo pongo todo de mí para no poner los ojos en blanco, porque eso solo hará que las cosas empeoren—. Mi hijo jamás le habría dejado la custodia a un incompetente como él, y mi nuera jamás lo habría permitido. Exigimos conocer al verdadero dueño de la custodia.

El abogado me mira como si no entendiera perfectamente lo que está pasando, pero adopta una actitud más profesional que la de hace un rato y nos mira a todos.

—Tengo entendido, y corríjanme si me equivoco que Marcus era hermano de Milton.

—Te resumo —le digo al hombre—. Hace diez años mi familia me desheredó y prácticamente me expulsaron de la familia, consideran que soy un fantasma, que no formo parte de la familia y no están contentos con que se me haya concedido la custodia.

—Haz algo digno por una vez en tu vida y entréganos la custodia —dice mi madre, aunque no creo que le agrade demasiado si la llamo de esa manera en voz alta—. Estoy segura de que Milton estaba sufriendo de algún delirio, porque jamás le entregaría su hijo a alguien como tú.

—Tratemos esto como un asunto de negocios —digo quitándome los lentes de sol por primera vez desde que me informaron de la muerte de mi hermano—. Tengo las propiedades, los terrenos, el dinero y las acciones de Milton en la compañía, que ascienden al cincuenta y cinco por ciento, también me ha dado la custodia de su hijo, así que pongan las cartas sobre la mesa, porque no veo que ustedes tengan mucho con lo que jugar.

—¿Es así como lo miras? —dice mi padre poniéndose de pie y acercándose con furia a mí—. ¿Tu hermano acaba de morir y tú estás de inmediato abalanzándote sobre todo lo que tiene como una maldita serpiente?

No pienso gastar mi tiempo discutiendo con él, en especial cuando ya conozco su postura y sé que nada de lo que diga o haga me ayudará a ganarme su favor, así que lo miro a los ojos mientras hablo.

—Mis cartas están sobre la mesa y, a menos que no tengan nada que decir, me marcharé de aquí con todo.

—Diez años —dice mi madre levantándose y resisto el impulso de hacerlo yo también—. Diez años en los que te dejamos en paz, ¿y así es como nos pagas? ¿Viniendo a pisotearnos después de lo que hemos sufrido? Debimos haberte destruido en el mismo instante en que cruzaste la puerta para marcharte.

Esto no tiene salida posible, así que miro al abogado, que parece alejarse tanto como puede de la discusión, y hablo.

—Quiero la custodia completa. La acepto.

No escucho los gritos de mis padres, pero sé que no necesito escuchar nada más. Diez años, y en ese tiempo no han sido capaces de pasar página y hablarme como una persona decente. La idea de que crien a la descendencia de un ser tan puro como lo era mi hermano, el único miembro de la familia que ha intentado mediar para que las cosas fueran bien, el único que me echó una mano cuando me echaron de casa… la idea de que ese monstruito crezca y que le cuenten historias horribles de mí… no. No puedo hacerle eso a mi hermano, por lo menos no sin intentarlo.

—Retráctate ahora, Marcus —dice mi padre con voz tensa.

—Me temo que no lo voy a hacer, señor, pero puede contar con que no le serán negadas las visitas —digo poniéndome de pie—. Ni a usted ni a la señora Cavill. Ahora, si me disculpan, necesito ponerme al día con lo que voy a necesitar. Con permiso.

Él coloca una mano sobre mi pecho y hago lo posible por no reaccionar con un golpe.

—Más vale que me sueltes ahora o las cosas empezarán a ponerse feas —digo en voz baja mientras lo miro directamente a los ojos.

—Más vale que me entregues la custodia, o te quitaré todo lo que tienes.

—Si tu hijo no confió en ti para dejarte su posesión más valiosa, ¿qué te hace pensar que yo, después de que me dejaras claro que preferías morirte que seguir siendo mi padre, te lo voy a entregar?




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