Brianna
Me juré no mirar atrás, porque si lo hacía y descubría que el polluelo estaba mirándome, terminaría quedándome, y tenía que hablar con Travis respecto a… bueno, muchas cosas respecto a las que no tenía pensado hablar cuando salí de casa esta mañana. Por eso, cuando me meto al auto, juro que solo conduciré hasta el trabajo y que eso será todo, pero no es así.
Cierro la puerta y me pongo el cinturón de seguridad, pero luego tomo mi celular y marco el número de Travis, porque no puedo sacarme la cara de ese hombre de la cabeza. Mi jefe contesta al tercer tono y lo suelto todo de sopetón.
—¿Recuerdas que estaba dudando de si aceptar otro trabajo antes de que este terminara? Creo que acabo de darle mi tarjeta a alguien.
—De acuerdo —dice con voz tranquila—, y ese alguien, asumo que tiene un polluelo.
—Sí, lo tiene, es que —le hago un recuento rápido de lo que ocurrió en la cafetería y él escucha en silencio.
—Quieres ayudarlo —dice en vez de preguntar.
—Sé que debe pasar por todos los controles y evaluaciones pero, Travis, ese hombre en serio necesita ayuda. Parece como si el polluelo le hubiese caído de golpe y no puedo solor mirar hacia otro lado.
—Lo sé. Y si las cosas son como dices, supongo que dentro de poco llamará, y hoy solo debes trabajar cuatro horas, así que puedes decidir si ayudarlo como una buena samaritana o cobrarle los honorarios.
—Por supuesto que será una contratación extraoficial —digo mientras me bajo del auto—. Las personas hacen menos preguntas cuando se pagan por las cosas.
Y así es como termino en un parque mientras el tío guapo hace unas llamadas y yo juego con su sobrino.
El polluelo es una de las criaturas más encantadoras con las que me he topado, y aunque me encantaría preguntarle acerca de sus padres, creo que la persona correcta para responder es Marcus.
Tal como sospechaba, el polluelo básicamente le ha caído del cielo, porque cuando le pregunté a Marcus por algún bolso o lonchera, se quedó mirándome como si nunca se le hubiese ocurrido salir con eso, y por la cara de frustración que puso antes de dejar caer la cabeza sobre el volante, me di cuenta de que debo ir con tiento.
—De acuerdo —dice Marcus acercándose a nosotros—. La casa está limpia y el camión de mudanzas está a punto de llegar. ¿Crees que podrías acompañarnos? ¿O mi casa es algún tipo de límite que no se pueda cruzar? —me pregunta.
Miro al polluelo por un par de segundos mientras intento decidir qué hacer. Travis sabe dónde estoy, e hizo un sondeo superficial de Marcus. No hay cargos en su contra, así que no parece ser un criminal, y por la manera en que Matías le ha estado sonriendo todo el tiempo, está claro que lo adora, así que decido arriesgarme.
—Los acompaño.
—Gracias al cielo.
Intento no reaccionar con demasiada curiosidad, pero necesito saber lo que está pasando aquí cuanto antes.
—¿Acaban de mudarse? —pregunto con lo que espero sea el tiento suficiente como para no mostrarme demasiado intrusiva. Marcus se pasa una mano por el rostro mientras guarda su celular antes de asentir.
—Algo así.
Noto en su expresión que no piensa hablar más al respecto mientras recogemos las pocas cosas que compramos para Matías de camino aquí y decido respetarlo.
—Tengo que llamar a mi jefe para avisarle el cambio de lugar.
—Claro. Vamos, monstruito, es hora de idear una habitación para ti.
Se alejan hablando, el polluelo sin entender demasiado bien a lo que se refiere, y yo tampoco, pero supongo que ya tendré tiempo de responder todas mis dudas.
Marco el número de Travis y solo tengo que esperar dos tonos a que me conteste.
—Brianna —saluda—. ¿Cómo va todo?
—Bien. Quiero decir, nada fuera de lo normal, pero al parecer la mudanza llegó, cosa en la que no indagué demasiado y ahora debemos ir a su casa.
Escucho la respiración profunda de su parte y no tengo que pensar demasiado para saber por qué no le agrada la idea. Hay pocas cosas que le importan a Travis más que asegurarse de que sus empleados estén a salvo, y enviarme a casa de un hombre aparentemente soltero que no ha sido evaluado por ninguno de nuestros expertos y que él no conoce en persona no es algo que le agrade demasiado.
—De acuerdo. Estoy terminando un par de cosas aquí, y en cuanto lo haga, llegaré contigo. Tendré una reunión con Marcus y así podremos agilizar el proceso.
—Le avisaré que vendrás y le pediré la dirección para enviártela.
—Lo estaré esperando. Y, Brianna, si en algún momento sientes que algo está yendo mal…
—Saldré corriendo y te llamaré —asiento aunque no pueda verme.
—Exacto. Nos vemos.
—Adiós.
Marcus está terminando de abrocharle el cinturón de seguridad al polluelo cuando me acerco a él.
—Mi jefe irá a tu casa cuando termine con algo que está haciendo. ¿Me das la dirección para enviársela?
Marcus termina lo que está haciendo y se gira hacia mí con el ceño fruncido y una mirada un tanto perdida que me hace suspirar, lo que es una locura, porque he trabajado para hombres más guapos que él… claro que estaban casados, pero ese no es el punto.