Marcus
El monstruito no deja de hablar durante todo el viaje acerca de lo maravillosa que es Brianna y de lo mucho que le gusta jugar con ella y yo no tengo el valor de decirle que hable acerca de otra cosa.
Durante las primeras horas cuando llegamos al parque estaba demasiado ocupado haciendo y contestando llamadas, respondiendo preguntas y coordinando algo medianamente aceptable para una habitación a Matías.
Nunca quise una casa grande, es más espacio para sentirse solo y, como planeaba quedarme soltero por una larga temporada y el único que podría quedarse a visitarme era mi hermano, decidí buscar algo de solo una habitación, lo que redujo mucho al renta y me permitió usar el dinero para diferentes inversiones que hoy generan lo suficiente como para que ninguna cantidad de dinero que mencione mi padre me haga salivar.
Como algunas de las mujeres que iban a mi hogar no lo hacían precisamente para ver la decoración, no necesitaba impresionar a nadie, así que mi piso es completamente funcional para un soltero y un maldito dolor de cabeza en este momento.
Cuando pude respirar de las llamadas y vi a Brianna y a Matías jugando en el césped, la risa de mi sobrino y el rostro de Brianna me dejaron hipnotizado por completo, y por unos segundos todo pareció normal. Era como si fuera solo un tío cuidando de su sobrino con su pareja, y esa es la razón por la que me gustaría que el monstruito dejara de hablar de Brianna, porque quiero centrarme en él, pero si empiezo a pensar en cómo la brisa le movía el cabello a la que podría ser su niñera y el sol se ponía a su espalda… sí, no puedo permitirme esa distracción en este momento.
Pensé que para este momento Matías ya habría caído rendido, pero no lo ha hecho, lo que significa que tendremos que enfrentarnos a otra hora del baño en que terminaré completamente empapado y él mal lavado, pero al menos no le cayó shampoo en los ojos, y eso es un pequeño logro.
Estaciono en el parqueo subterráneo y espero hasta que Brianna se detenga a mi lado antes de bajar y tomar a Matías de su asiento.
—Travis llegará dentro de unos diez minutos —dice llegando a mi lado y podría jurar que volvió a ponerse perfume, porque al salir del parque no era tan fuerte—. ¿Dónde crees que pueda aparcar?
—Si va a quedarse una hora o menos, lo mejor es que estacione en el frente.
—De acuerdo, ya le aviso.
Apenas pongo a Matías en el suelo, corre hacia Brianna para decirle que en casa tiene un montón de juguetes. No estoy muy seguro de qué le trajeron, pero espero que al menos haya uno del montón de cosas que le está diciendo a Brianna que tiene, y la manera en que ella se sorprende y dice que se muere de ganas de jugar, está haciendo un desastre en mi pecho.
Puedo hacer esto, ¿cierto? Solo debo recordar alimentarlo a sus horas, asegurarme de que no se dé golpes fuertes y entretenerlo.
Cuando llegamos al piso, el monstruito corre con prisa por delante de mí, aunque se queda quieto de golpe cuando ve que no hay ninguna habitación montada, solo un montón de cajas.
Se gira hacia mí con los ojos abiertos como platos y me pregunta si voy a mudarme.
Toda la seguridad que estaba empezando a sentir hace un rato se esfuma y siento cómo la boca se me seca.
—No, monstruito. Son tus cosas, vas a vivir conmigo.
Espero que las cosas se queden ahí, que su mente se quede conforme con esa respuesta y que se vaya corriendo hacia la siguiente cosa que capte su atención, pero entonces me pregunta si su padre y su madre van a venir también y siento como si el mundo se me cayera encima.
Me está mirando directamente a los ojos y no soy capaz de abrir la boca y decirle que ninguno de los dos va a venir, ni ahora ni nunca.
—¡No puede ser! —escucho el grito de Brianna a mi espalda—. ¡Matías, los gérmenes van a ganarnos! Tenemos que tomar una ducha rápida antes de que los gérmenes hagan que te enfermes y ganen la guerra. ¡Tienes que correr a la ducha! ¡Es una misión urgente!
Brianna pasa corriendo a mi lado como si su vida dependiera de ello y me deja clavado en la entrada, sintiendo cómo mi corazón se destroza cuando me doy cuenta de que no podremos hacer como si todo fuera normal, cuando veo que tendré que explicarle con detalle lo que acaba de pasarle a sus padres y que tendremos que lidiar con eso.
No estoy seguro de si Brianna sabe en dónde está el baño, pero necesito tranquilizarme antes de volver a ver a Matías. Voy a la cocina y me bebo un vaso de agua con tragos largos y lo dejo de golpe sobre la encimera mientras intento tomar una respiración profunda.
Tiene que saber que sus padres murieron. Estaba llorando cuando lo encontré, alguien debió de haberle dado la noticia. Aunque no me sorprendería si su mente aún no lo comprendiera. ¿Y ahora se supone que me corresponde a mí decirle que sus padres están en el cielo y que jamás los volverá a ver? Jesús.
—¡Marcus! —el grito de Brianna hace que el corazón se me dentenga en el pecho.
¿Se tropezaron por estar corriendo? ¿Matías está herido o sigue preguntando por sus padres?
Me apresuro a correr por el pasillo, girando a la izquierda en dirección al baño, listo para encontrar la peor escena ante mis ojos, pero no es eso lo que veo, sino al monstruito golpeando el agua con las manos abiertas mientras el resto de su cuerpo está quieto, dejando que Brianna le lave el cabello, sin dejar caer una gota fuera de la bañera.