Niñera por accidente

Capitulo 18

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La granja se había llenado de una tensión palpable que ni el suave murmullo del viento podía disipar. El día había sido particularmente largo, con el peso de las revelaciones y la angustia de la situación más profunda de lo que había anticipado. Mientras me dirigía a la cocina para preparar algo para cenar, vi a Valeria a lo lejos, de pie junto a la ventana, con una expresión que no lograba descifrar.

El dolor y la decepción me carcomían desde el momento en que Sofía me había revelado la verdad sobre Valeria. Me sentía como si hubiera sido golpeado por una ola fría, y mi cabeza daba vueltas con pensamientos confusos y enojados. Valeria había sido una presencia constante y familiar en mi vida reciente, y descubrir su verdadero motivo me había dejado desorientado.

Decidí enfrentarla. La verdad necesitaba ser confrontada, y no iba a permitir que los sentimientos de traición se interpusieran entre nosotros sin hablar. Me acerqué a Valeria, que ahora estaba en el salón, mirando distraídamente un viejo álbum de fotos en la mesa. La vi con una mezcla de tristeza y desesperación, y mi corazón se hundió aún más al ver la expresión en su rostro.

—Valeria —dije, tratando de mantener la calma, pero mi voz traicionaba mi angustia—. Necesitamos hablar.

Ella giró lentamente hacia mí, sus ojos reflejando un rastro de resignación. Pude ver que estaba luchando con sus emociones, y eso solo intensificó mi frustración.

—Sí, Mateo —dijo, su voz temblando ligeramente—. Lo sé. Hay algo que necesitamos aclarar.

La tensión entre nosotros era tan densa que podía cortarse con un cuchillo. Tomé una respiración profunda para reunir mis pensamientos.

—Sofía me dijo quién eres realmente —comencé, mi voz firme a pesar del dolor que sentía—. No eres solo una niñera. Estás aquí para negociar la venta del terreno. ¿Por qué no me lo dijiste desde el principio?

Valeria bajó la mirada, claramente avergonzada. Sus manos se entrelazaron nerviosamente, y podía ver que estaba luchando por encontrar las palabras adecuadas.

—Mateo, no quería mentirte —dijo, su voz temblorosa—. Mi misión era asegurarme de que el terreno se vendiera a tu empresa. Pero cuando llegué aquí, algo cambió. Me di cuenta de que este lugar, y sobre todo, tú y los gemelos, significaban más para mí de lo que esperaba.

La ira y la tristeza se mezclaban en mi pecho. Me había abierto a Valeria, había compartido parte de mi vida con ella, y ahora sentía que todo había sido una ilusión. La traición que sentía era más profunda de lo que imaginaba.

—Así que todo esto era una farsa —dije, mi voz cargada de resentimiento—. ¿Te encariñaste con nosotros solo porque no querías perder la oportunidad de vender el terreno?

Valeria levantó la vista, sus ojos llenos de lágrimas contenidas.

—No es así —respondió con firmeza, aunque su voz estaba quebrada—. Al principio, sí, mi objetivo era vender el terreno. Pero mientras pasaba el tiempo aquí, y conocía a los gemelos y a ti, me di cuenta de lo importante que era para mí ser honesta con ustedes. No quería decepcionarte ni lastimarte.

Sentí un dolor punzante en el corazón al escuchar su confesión. La honestidad en su voz era palpable, pero no podía evitar el sentimiento de traición que me invadía.

—Entonces, ¿qué esperas que haga con esta información? —pregunté, tratando de controlar mi voz para que no se quebrara—. ¿Que olvide todo lo que has hecho y sigas aquí como si nada hubiera pasado?

Valeria se acercó, su rostro reflejando una desesperación que parecía sincera.

—Mateo, lo que hice fue un error —dijo—. Pero lo que siento por ti y los gemelos es real. No esperaba enamorarme de este lugar y de ustedes. Solo te pido una oportunidad para demostrarte que mi intención no era engañarte ni hacerte daño.

Me quedé en silencio, mi mente abrumada por las emociones. La verdad era dolorosa y difícil de aceptar, pero no podía ignorar lo que Valeria había hecho por nosotros. La situación era compleja, y la traición no era algo que pudiera superar de inmediato.

—No sé si puedo confiar en ti ahora —dije finalmente, la tristeza en mi voz evidente—. Todo esto ha sido muy difícil de aceptar. Necesito tiempo para procesarlo y decidir qué hacer.

Valeria asintió, sus lágrimas finalmente cayendo libremente.

—Entiendo —dijo, su voz ahogada por el llanto—. Haré lo que sea necesario para ganarme tu confianza de nuevo. Solo espero que me des una oportunidad para demostrarte que lo que siento es verdadero.

Mientras Valeria se alejaba, me quedé allí, con el corazón roto y la mente en caos. La traición había dejado una cicatriz profunda, pero también había una pequeña chispa de esperanza en la posibilidad de sanar. A medida que la noche caía sobre la granja, sabía que el camino hacia adelante sería largo y complicado. La verdad había salido a la luz, y ahora tocaba lidiar con las consecuencias de lo que había sido revelado.

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