El teléfono temblaba en mis manos. La llamada que estaba a punto de hacerme aterraba, pero también me impulsaba a buscar respuestas. Mi padre había muerto, y la noticia había dejado un vacío tan grande en mí que ni siquiera podía llorar. Me costaba pensar en lo que realmente sentía. Después de tantos años de abandono, tantos años sin saber nada de él, la muerte de mi padre era un golpe que no sabía cómo manejar.
Pero había algo más. Algo que me consumía por dentro. Petra. Mi madrastra. Después del accidente de anoche, no sabía qué había pasado con ella, ni cómo estaba. Solo sabía que de alguna manera, mi instinto me decía que ella estaba involucrada. No podía probarlo, no tenía pruebas, pero algo en mi interior me decía que el accidente no había sido tan casual. Petra tenía algo que ver con la muerte de mi padre, y necesitaba respuestas.
Respiré profundamente y marqué el número del hospital. Mi corazón palpitaba acelerado, y la ansiedad me carcomía. El tono de la operadora del otro lado de la línea me arrancó de mis pensamientos.
—¿En qué puedo ayudarte? —preguntó, como si cada palabra fuera medida.
Mi garganta estaba seca. ¿Cómo le explicaba lo que quería saber sin parecer desesperada? ¿Cómo le decía que necesitaba saber de Petra sin que me juzgara?
—Quisiera saber cómo está Petra Vielkof, la esposa de Fernando Thewre. Soy su hija. —digo intentando transmitir una calma que no tengo. —no se si me dejaran entrar a la habitación con ella, soy la hija de su esposo… mi padre…el murió anoche en el accidente y no tengo a nadie mas.
Hubo un largo silencio antes de que la voz de la operadora regresara, más fría de lo que me imaginaba.
—Petra Vielkof se encuentra en observación, pero fuera de peligro. No tenemos más detalles. La señora está bien, pero requiere descanso.
La respuesta me dejó un sabor amargo en la boca. No era suficiente. Necesitaba saber más, necesitaba comprender lo que realmente había sucedido. Pero no podía forzar más información de una operadora que claramente no estaba dispuesta a darme detalles.
Necesita descanso. Ella esta fuera de peligro.
¡Fuera de peligro!
Mi padre esta muerto y ella esta fuera de peligro.
Colgué el teléfono y me dejé caer en el sofá, sin saber qué hacer. Mi mente se agitaba, saltando de un pensamiento a otro. ¿Cómo podía estar bien? No lo creía. Algo no encajaba en todo esto. Las piezas del rompecabezas no se alineaban, y lo único que me quedaba era una creciente sospecha: Petra estaba involucrada de alguna forma. No me gustaba, pero no podía ignorar la corazonada que me decía que había algo más detrás de todo esto.
Me levanté de golpe. ¿Qué me quedaba por hacer? Nada. Nada más que esperar, que la vida siguiera su curso y que las mentiras siguieran rodeándome, como siempre.
El timbre sonó corrí hacia la puerta de inmediato.
—Hanna. —es la madre de Samantha, Elizabel, y detrás de ella su esposo, Richard Preston.
—Hola…—susurro.
De inmediato ella me abraza y comienzo a llorar sin entender la razón.
Tal vez horas pasaron, no lo se, pero una vez que me he tranquilizado un poco, la Sra. Elizabel me mira y limpia con suavidad las lágrimas que aun bajaban por mis mejillas.
—Lo siento tanto, Hanna. De verdad que no tengo como decirte cuanto lo lamento. —ella vuelve a abrazarme y yo me dejo querer. Me refugio en sus brazos y dejo que el calo de su cuerpo me relaje, al menos un poco.
—Tu padre era un buen hombre —dice el Sr Richard. —Lo siento mucho, Hanna. Estamos mas que dispuestos a ayudarte con lo que necesites.
—No tengo a nadie. —murmuro.
—¡Eh! —dice la Sra Elizabel. Nos tienes a nosotros. Nosotros nos encargaremos de todo. Ya verás.
Y así lo hicieron.
Ellos se encargaron de todo.
La Sra Elizabel llamó a una empresa funeraria que nos preparó todo un paquete por un monto exorbitante que Steven y ellos pagaron sin siquiera pestañar.
Había mentido antes cuando dije que no tenía a nadie.
Los tenia a ellos.
Personas que no eran mi familia, pero se estaban comportando como si en verdad llevaran mi sangre.
***
El cuerpo de mi padre lo entregaron esa misma tarde luego de yo ir con Steven a identificarlo.
El me sostuvo todo el tiempo.
Estuvo conmigo mientras me eche a llorar y le grite al cuerpo de mi padre por haberme abandonado.
Me sostuvo cuando me desmayé y me condujo a casa.
Los preparativos de la funeraria estaban todos listos para conducirnos a la ultima morada de mi padre.
Jamás habíamos tenido esa conversación de si quería ser cremado o enterrado.
Hice lo primero.
Fue lo que sentí correcto.
Así podía tenerlo conmigo mas tiempo.
Las horas pasaron tan deprisa, amigos de mi padre dándome el pésame, el adiós, diciéndome cuan bueno fue en vida. Abrazándome sin decir palabra. Toda clase de persona que jamás había visto en mi vida. Compañeros de trabajo, amigos de clubes de golf y tiros. No tenia idea de cuantas personas habían conocido a mi padre hasta ese día.
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Editado: 08.01.2025