Niñera prohibida

Capìtulo 13: Nueva vida, nuevo mundo

La señora Pattersson me recibió en la entrada de la mansión con una sonrisa tan discreta como sus pasos. No era la primera vez que nos veíamos —la había conocido el día anterior cuando el señor Biuk me explicó que viajaría a Marruecos—, pero esta vez su presencia imponía más. Quizá porque ya no estaba el jefe, y era ella quien ahora tenía el control de la casa.

—Bienvenida de nuevo, Hanna —dijo, con esa voz suave y profesional que nunca parecía perder—. Te enseñaré dónde vivirás mientras trabajes aquí.—dijo.—Me gusta que las persoans se comporten. Aunque esta cubriendo a la niñera hasta que regrese de su descanso por maternidad, el Señor Biuk me dijo que solo seran 3 meses.

—Si. Es el plan. —dije. Y me daba igual. En tres meses cumpliria 18 años y podría aplicar a un mejor empleo que no sea por pocas horas. Aqui estaba mas que nada para hacerle compañia a los niños.

Apreté el asa de mi mochila y la seguí. No entramos por el pasillo principal, sino por un corredor lateral que daba a un ala completamente diferente. Las paredes estaban adornadas con cuadros antiguos y lámparas de cristal. Podía escuchar, a lo lejos, el murmullo de fuentes y el canto de los pájaros que parecían vivir felices en ese lugar.

—La mansión cuenta con más de veinte hectáreas de terreno —explicó mientras caminábamos—. Jardines, huertos, senderos para caballos. La casa principal está reservada para la familia, pero el personal vive en la casa de servicio, que, como verás, no es pequeña precisamente.

Giramos por un pasillo y cruzamos un arco cubierto de enredaderas. Allí apareció ante mis ojos un edificio de dos plantas, pintado de blanco, con ventanas de madera y flores trepando por las paredes. Era como una casona aparte, conectada con la mansión por un sendero empedrado.

—Aquí es donde te alojarás. Tienes tu propia habitación, pero las zonas comunes son para todo el personal —continuó ella, empujando una puerta doble.

El interior era acogedor. Un vestíbulo daba paso a una sala común con sofás mullidos, estanterías llenas de libros y una televisión grande en una esquina. Había una mesa larga de madera para las comidas y una pequeña cocina secundaria para el personal, que olía a pan recién horneado.

—Tu habitación está en la planta alta —dijo, subiendo la escalera con paso firme.

La puerta de madera clara se abrió y me dejó ver mi nuevo espacio: una cama individual cubierta por una colcha color crema, un escritorio junto a la ventana y un armario empotrado. No era grande, pero sí mucho más de lo que había imaginado. Desde la ventana, la vista daba a un jardín infinito, con hileras de rosas, lirios y magnolias que parecían competir por cuál perfumaba más el aire.

Nunca tuve un jardin asi como este. Mi padre no cuidó el de casa y yo no le di importancia.

Ahora, al mirar este, me doy cuenta de cuanto desconozco de la vida.

Me siento como si el mundo se me hubiese caido encima. De repente, las cosas mas tontas parecían tener sentido.

—Aquí podrás descansar. Y antes de que lo olvidemos… —dijo, sacando de una carpeta un par de hojas—, este es tu contrato. Es un puesto a tiempo parcial como niñera, dadas tus circunstancias. El señor Biuk ha dejado instrucciones claras: tus horas estarán ajustadas a tu condición de menor de edad y tendrás dos tardes libres por semana. En esas tardes haces lo que te parezca. El chofer tiene ordenes de sacarte de la propiedad si es urgente y lo requieres de lo contrario, llamas un taxi. Matthew trabaja para los Biuk no para nosotros.

Tomé los papeles. Las letras pequeñas parecían interminables, pero lo básico estaba claro: cuidar de los niños, apoyar en actividades educativas, mantener la confidencialidad sobre todo lo que pasara en la casa. Ayudar a la señora Patterson si lo necesitaba en las tareas del hogar. Sentí una mezcla de alivio y nervios. No era un trabajo cualquiera… y tampoco un lugar cualquiera.

—Si tienes dudas, puedo ayudarte a revisarlo —comentó la señora Pattersson—. Pero recuerda, este lugar funciona como un engranaje: todos cumplimos con nuestra parte para que la casa siga en orden.

Asentí, firmando donde me indicó. No sabía si estaba más emocionada por el trabajo… o por la idea de que, aunque fuera por horas, ahora formaba parte de este mundo.

La primera noche en la casa de servicio fue como entrar en un internado de lujo… pero con más café y menos reglas.
El pasillo estaba iluminado con luces cálidas, el aroma a pan recién horneado flotaba en el aire, y los pisos brillaban como si alguien los hubiera encerado con su alma.

La señora Pattersson me guió hasta el comedor común, un espacio amplio con una mesa de madera robusta en el centro, sillas tapizadas y ventanales que daban a un jardín que parecía sacado de un catálogo.

—Siéntate, Hanna —indicó, con su voz firme pero cortés—. Esta es tu familia mientras estés aquí.

Apenas crucé el umbral, varias miradas curiosas se posaron sobre mí. El primero en saludar fue el chef, un hombre alto, de mandíbula perfecta y delantal blanco impecable, que hablaba de sus trufas como si fueran seres vivos:

—Cocinarlas es un arte… y un compromiso. Como el matrimonio, pero con más sabor —me dijo, mientras me ofrecía una sonrisa que parecía ensayada para televisión.

La jardinera, una chica joven con el cabello revuelto y olor a tierra mojada, me guiñó un ojo:

—No le hagas caso. Solo habla así cuando quiere impresionar a alguien nuevo.

Yo sonreí, incómoda, y me senté donde me indicaron. No había terminado de acomodarme cuando dos asistentes, sentados frente a mí, comenzaron una acalorada discusión:

—Te digo que el bicarbonato es mejor —insistía uno, golpeando la mesa con un tenedor.

—Y yo te digo que el vinagre le saca más brillo —replicó el otro, cruzado de brazos, como si estuvieran debatiendo la paz mundial.

Todos rieron. Yo también, aunque no estaba segura si era broma.

Mientras servían la cena, noté que todos parecían conocerse de años, con códigos y bromas internas que me dejaban un poco fuera de lugar. Aun así, había cierta calidez… una sensación que no recordaba haber sentido desde hacía mucho.




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