ALESSA DIGIORNI
¿Familia feliz? ¡Tendrá que joderme! ¡No creo lo que está haciendo!
—Eres un manipulador ¡Un insoportable! —anuncio mientras sostengo su mano en contra de mi voluntad. Sus dedos grandes rodean mi mano con virilidad y fuerza propia de sus características.
—No hables tan fuerte, los niños pensarán que me odias y por alguna razón pienso que ellos se dejan llevar mucho por tu impresión. Así que haznos el favor y disfrutemos de este maravilloso día en familia —espeta lo último unos tonos más altos con la inteligente intención de que los gemelos se emocionen más.
—Cuando estemos solos te las verás conmigo, eso lo juro —amenazo entre dientes, conteniendo mis ganas de gritar.
—Si llegamos a estar solos de nuevo, te aseguro que también te las veras conmigo —sus ojos se enfocan sobre mí, sus felinos iris vibran llenos lujuria al detallarme desde mi baja posición, yo solo quito con rapidez aquel contacto de miradas ¿Qué carajos fue eso? ¿Por qué demonios me siento así?
Después de probar sus labios no puedo verlo de otra manera más que llena de furor por sentirlo de nuevo. ¿Por qué a mí? ¿Por qué con él? Son las preguntas que se repiten en mi cabeza y no hallan respuestas y cada vez se quedan sin ganas de obtenerlas.
Mi cuerpo entero responde favorablemente al toque del playboy de italiano más nombrado de la época. ¡Maldición! Tantas mujeres que puede atacar y hacer caer en sus encantos y me mira a mí, me toca a mí y me besa a mí ¡A mí!
A Alessa Digiorni, la según sus palabras “insípida abogada de menos de metro y medio”.
—¿Me quieres cortar la circulación? —su pregunta me saca de mis pensamientos y yo vuelvo a mirarlo por segundos para reír con sorna.
—Ya quisiera dejarte sin manos, abusador, incitador… ¡Alborotador! —respondo con rencor, mirando de reojo a los niños que andan en su mundo y no escuchan lo que estamos hablando o mejor dicho… no escuchan la manera en la cual lo insulto.
—Por Dios, mujer. Disfruta del momento, ¿Acaso tan insoportable soy para ti? —indaga con escepticismo.
—Alessandro, te has portado mal conmigo. Has juzgado mi profesión a pesar de que salvé tu trasero, tus groserías y desplantes ni hablar —hago énfasis—. Pretendes que te aplauda todo lo que haces como si te tratases de un niño y eres un hombre de 28 años que prefiere juzgar a conocerme —mascullo sintiendo mi mandíbula tensa—. No obstante, me besas y tratas de hacerme caer en tu juego diabólico cuando solo estoy aquí por estos niños y lo que me mencionaste en la nota de voz en referencia al… —me callo de manera abrupta cuando sus ojos se abren más. Entiendo que debo hacer silencio y eso hago. Me muerdo la lengua. ¡Quiero matarlo!
¡No lo hago porque están los pequeños rubios!
—No delante de ellos, no quiero que me escuchen hablando cosas del engendro de su padrastro. Ahora, deja de atacarme y sigue el plan de la familia feliz. No sabes lo que me deleita llevarte tomada de la mano así —su agarre se afianza, mis piernas casi se enredan al sentir una pequeña debilidad recorrerme—. Ahora cállate. No sabes lo que me arrepiento de hacerte pensar así de mí, sin embargo, todo se puede reparar y por supuesto que lo haré —finaliza con determinación, volviendo su mirada al frente y llevándome al lado.
Es tan grande, tan alto que intimida a cualquiera, a mí que no… desde luego que no me intimida, solo causa un cúmulo de emociones que me encantaría sacar de mi sistema.
Su mano sigue ligada a la mía, las personas nos miran supongo que creyendo que somos una jodida familia feliz y detrás de nosotros, mi amiga nos sigue emitiendo pequeños sonidos que me hacen querer mirarla con odio, verdadero odio. Pero el cuerpo que me hala hacia adelante no me permite hacer nada.
Una pequeña y calurosa mano sostiene la mía, por un lado, y por el otro, un cuerpo fibroso y dominante me lleva casi arrastras.
—Me gusta este juego —una vocecita llama mi atención, yo volteo para mirar a Nicci, esa que camina con su vista fija en mí y una linda sonrisita que hace que sus hoyuelos se asientan con intensidad.
—¿Sí? ¿Y por qué? —cuestiono con verdadera curiosidad.
—Porque yo nunca he salido con mi mami de esta manera y así siento que tengo una familia con la que pasear como mis otros amiguitos —agrega con tanta inocencia que siento mi corazón detenerse por un milisegundo.
—Bueno… ya saldrás con tu mami de esta forma ¿Va? —le digo en un intento por salir de mi propio retardo. ¿Qué clase de crianza les dan a estos niños?
Editado: 01.09.2022