ALESSANDRO SANTORO
Termino de pasar a los niños a su habitación y me acerco a la lámpara para encenderla y así no dejarlos en completa oscuridad. Desde que Alessa me reveló aquello he estado pensativo y un cierto sentimiento de desosiego me agobia. El nudo en mi garganta no merma por más que trato de no pensar en ello.
Toda mi maldita vida traté de que me quisiera, de que me aceptara, pero nada resultaba. Ella me odia porque yo soy la viva muestra de una infidelidad de mi padre con otra mujer. Y lo peor es que nunca oculto su odio, siempre era latente y vivaz.
Sorbo mi nariz y me sorprendo de encontrarme con mis mejillas cundidas en lágrimas. ¿Por qué nunca aprendió a quererme, así como yo lo hice a pesar de todos sus desplantes y humillaciones?
Alessa no dejaba de mirarme con sospecha, esos ojos brillaban con incertidumbre y yo no tenía cabeza para pensar en nada más.
“Aceptaré encontrarme con ella, necesito saber que es lo que quiere. Si ella me pide algo malo, puede significar que lo que te pasó fue planeado”
Leo el mensaje que ilumino mi pantalla y solo trago saliva de manera sonora, no quiero pensar en ello. Ni siquiera recuerdo nada de lo que ocurrió esa noche.
Por lo general me gustan las fiestas y beber, salir con mis amigos antes me resultaba la cosa más colosal del mundo. Sin embargo, nunca había pasado esa línea de perder el sentido y la razón. Despertar sin saber quién soy, desorientado y con la boca más seca que el desierto del Sahara es algo que nunca, ni en mis más locas noches, me había ocurrido.
Tiemblo por completo al pensar en aquella posibilidad como algo real, antes solo la pensaba y se me hacía imposible, pero esa aparición de mi madre me hace creer que ella y mi hermana Lorena pueden estar implicadas en esto.
Ellas dos me han hecho cosas que nadie sabe, cosas que… quebrarían a cualquiera y es que en cierta manera lo lograron. Me llenaron la cabeza de estupideces y yo de tonto me dejé llevar, viviendo una vida de apariencias, lujos y derroches sin sentidos.
Una sonrisa amarga se forma en mi rostro al recordar también a los que se hacían llamar mis amigos y que ahora mismo no figuran por ningún lado.
Algo que nunca espere sentir ahora, es plenitud. Me parece increíble, pero la presencia de estos niños en mi vida y el hecho de que he estado alejado de todos me ha ayudado mucho a pensar las cosas. Estoy trabajando para ser una mejor persona, estoy poniendo todo de mi esfuerzo para dejar de ser aquello que me metieron en la cabeza y ser, quien de niño anhelaba ser.
Por eso quiero ayudar a los gemelos antes de que sea tarde, quiero detener el abuso que comete su padrastro en su contra porque nadie merece crecer a expensas del miedo.
Y Alessa, mierda… esa mujer me fascina y me hace pensar en cosas que nunca había querido con una mujer. La veo a mi lado a largo plazo, me imagino cosas a futuro con ella que me ponen a temblar de la emoción. Por ella también quiero mejorar, dejar atrás al hombre inmaduro y ser un nuevo Alessandro.
«O tal vez, ser el verdadero Alessandro, ese que se dejó llevar por unas arpías que solo querían su mal», habla mi razón y yo suspiro para apagar la luz y quedarme viendo el techo por largo rato.
Las veces que traté de buscar su aprobación me torturan, la aprobación de mi… de ella. De Nicoletta Santoro.
(…)
Mis pies corren con emoción hacia ella, sin embargo, no me siento cansando. No cuando preparé una sorpresa para ella. Subo las escaleras con rapidez y, a pesar de las advertencias de las sirvientas, llego hasta la puerta y toco con efusividad y emoción.
Me alejo una vez, sonriendo con suficiencia mientras escondo detrás de mi espalda aquel super regalo que hice yo solito y con mis propias manos.
Estoy seguro de que esta vez sí le gustará.
—¿Quién toca la puerta de esa manera? —la voz de mi padre abriendo la puerta me hace removerme con emoción.
—¡Hola, papá! ¡Es que le traje una sorpresita a mi mami! —cuchicheo hablando más bajo. Él sonríe para negar y dejar un beso en mi cabeza.
—Entonces los dejo solos, los amo —se despide y yo observo como se marcha dejando la puerta abierta. Me encamino hacia ella, cuidado de que mi madre no me cache con mi regalo para ella.
Editado: 01.09.2022