ALESSA DIGIORNI
Una camioneta llena de lujos, casi parecida a la que usa Alessandro para transportar a los gemelos, me deja frente a mi casa. Llevo conmigo el equipo que me ofreció el señor Santoro para desmentir y descubrir las artimañas de la su esposa y en cierta parte tiemblo. Lo hago porque no le he dicho nada de esto a Alessandro.
Yo le había comentado que no haría nada con el número, sin embargo, aquí estoy esperando que sea el día de mañana para verme con esa bruja que pretende hundir al hombre que vio crecer. Sacudo mi cabeza a la par que uso la llave magnética para llamar al ascensor, necesito pensar muchas cosas y sobre todo, ver el video explicativo de cómo usar este montón de aparatos de espionaje que me dieron.
Suspiro entrando a mi hogar, notándolo tal cual lo dejé. Ruedo mis ojos al ver mis compras en el suelo. Ni siquiera tuvieron la decencia de recoger las cosas que ellos mismos tiraron con su agresividad.
Dejo la pequeña maleta en el mueble y más atrás me lanzo yo. Liada con todo lo que debo hacer mañana, increíblemente asustada, pero decidida a salvar a Alessandro. Todos merecemos una redención, más cuando hemos sido manipulados para realizar ciertas acciones atroces. Tomo mi teléfono, ese que se había quedado en mi bolso y lo tomo para revisarlo. Varios mensajes de Alessandro me hacen acelerar el corazón.
«Oye, cálmate… tampoco así», lo regaño para sonreír cuando observo la foto que me envío. Él y los niños están haciendo galletas y por lo visto, un reguero de materiales como harina y chocolate se mira por doquier.
Respondo a su imagen con un emoji de corazón y una carita carcajeándose. El pararito se marca en azul con rapidez y me mantengo dentro del chat para leer su respuesta.
¡No! ¡Mejor me salgo! Pulso el botón con rapidez y cuando llega su mensaje, por suerte, ya no estaba dentro de su chat. Tampoco es que me voy a ver muy anhelante de ese sensual niñero.
“¿Qué hacías? Ya me estaba empezando a preocupar”
Leo su mensaje y una ola de ternura me invade, pero rápidamente, llega a relucir el hecho de que le mentiré.
—Mi teléfono se me había quedado en casa y fui a hacer las compras. ¿Cómo pasaron el día? —envío el texto, mordiendo mi labio ante mi mentira.
«Es por un bien mayor», recuerda mi consciencia, yo apreso mi teléfono sobre mi pecho, deseando siquiera poder tenerlo aquí para besar sus labios. Sin embargo, no es posible. Mañana será un largo día, tengo un encuentro con una víbora que me preocupa, no obstante, creo que el señor Santoro es de fiar.
Seguimos hablando por largo rato hasta que el sueño me gana y debo despedirme, hoy fue un día tan agotador que hasta mis dedos meñiques duelen. Cierro mis ojos con una plegaria en mi boca. Debo descubrir las artimañas de esa mujer y llevarla a la cárcel. Ella dañó a Alessandro a propósito y lo descubriré.
(…)
La noche pasó tan rápido como nunca en mi vida, sentí que fue tan veloz, que lo único que alcancé a hacer fue pestañear. Aun así, no me siento cansada. Una especie de euforia me domina por totalidad y la adrenalina fluye por mi torrente sanguíneo sin control. Hoy me encontraré con la mamá de Alessandro y sinceramente no sé qué esperar.
Me aseo con rapidez y tomo las instrucciones para colocarme aquellos aparatos. Repaso en mi cabeza una y otra vez los diálogos que mantendré con la señora y mentalizándome que no puedo meter la pata. Que debo hacer lo posible por sacarle la máxima información.
Termino de colocar todos aquellos implementos y tomando la llave de mi querido y precioso escarabajo amarillo, salgo de mi apartamento. Convenciéndome de que todo está bien, rogándole al cielo de no recibir alguna llamada de Alessandro, aunque, por lo que sé, estará ocupado en un evento del colegio de los niños.
Encomendándome a todos los dioses habidos y por haber, me dirijo a aquella dirección que juntas acordamos. Las manos me sudan, sin embargo, llegó la hora de poner en práctica todo lo que aprendí de persuasión, aquellas tácticas para sacar información mediante la manipulación de ciertos escenarios.
No me siento orgullosa de mentir, sin embargo, cuando es requerido lo hago… todo sea por salvar a ese insoportable hombre que tanto me fascina.
Lo que me hace recordar el caso de los niños con su padrastro. Un abogado especialista en aquella área quedó en llamarme para ver que podemos hacer como primera medida, aún espero aquella dichosa llamada para contarle todo a Alessandro. Ha estado tan pendiente de aquello que me doy cuenta de lo mucho que les ha tomado cariño a esos gemelos.
Editado: 01.09.2022