Niñero por obligación

Episodio 33 "Discusión"

 

ALESSA DIGIORNI

 

Han pasado tres días, tres días en los cuales mi ansiedad no me ha jugado una buena partida. Alessandro no me ha respondido las llamadas, por más que le dejé un mensaje explicándole el porqué de mi trato así.

 

Le mentí, es obvio… le dije que estaba en una reunión con los jefes estadales del circuito de defensa pública y que por eso no podía responderle como siempre suelo hacerlo.

 

En cuanto al asunto con la bruja malévola de su “madre”, ya le entregué los documentos y grabaciones a su padre, yo me quedé con una copia, estoy en espera de que él haga sus movimientos. Tiene hasta mañana, de lo contrario lo haré yo, limpiaré el nombre de Alessandro. Es inocente, siempre lo ha sido… solo recuerdo aquella conversación y me dan ganas de vomitar.

 

Alessandro fue drogado y manipulado, aquella bruja me contó todo con detalles y yo no puedo simplemente creerlo. Lo hizo… lo hicieron con tanta alevosía que todavía no puede entrar en mi cabeza como es que lograron todo aquello, no tienen escrúpulos. Lo vieron crecer… ¿Cómo hacen todo eso solo por un absurdo juego de poder?

 

Las voy a hundir, como que me llamo Alessa Digiorni y haré justicia.

 

No lo aguanto más, simplemente me visto y, uso mi día libre para ir a visitar a los gemelos y a Alessandro… quiero entender por qué no me habla. Eso llena mi corazón de una especie de desosiego que no me hace sentir bien.

 

No hice nada malo… aparte de mentirle. Pero por su bien.

 

Tomo las llaves de mi escarabajo y rápidamente me dirijo hacia una única dirección. Emocionada porque esta semana todo se destapa, esta semana su nombre quedará libre de cualquier prejuicio y finalmente se verá como siempre fue.

 

Una víctima más de unas brujas ambiciosas que solo quieren una cosa: Poder y Dinero. Y no crean, mis ganas de gritarle lo que verdaderamente ocurrió son inmensas, y no sé si pueda aguantarlo, ocultarlo delante de él será más difícil que estar así sin verlo.

 

(…)

 

Toco la puerta y sostengo el pequeño pastel que compré para ellos entre mis manos. Estoy nerviosa, no sé por qué Alessandro actúa de esa manera conmigo.

 

La puerta se abre y una sonrisa se me dibuja, una de puros nervios me muere tan rápido como me doy cuenta de que no me abre Alessandro, mucho menos los gemelos. Si no una de las personas del servicio.

 

—¿Hola? —saludo con una sonrisa de inevitable confusión—. ¿Está Alessandro? ¿Los gemelos?

 

—N-no —tartamudea con nerviosismo. Esta mujer está mintiendo.

 

—¿No? ¿Está segura? —insisto sabiendo de su mentira.

 

—No ¡Digo, si! —corrige enseguida, yo entorno mis ojos hacia ella a la par que frunzo mi ceño con extrañez.

 

—¡Alessa! ¡Princesita si estamos aquí! ¡Pero el tío nos dijo que ustedes tuvieron una discu…! ¡Ahhhh! —escucho el grito de ambos gemelos y rápidamente entro, ignorando las advertencias de la señora que me dice que no pase. ¿Molesto conmigo? ¿Discusión? ¿Por qué gritaron así?

 

—¡Tío! ¡No me tires cojines! —escucho la vocecita aguda de Nicci. La busco, busco la fuente de aquella y cuando la consigo, me encuentro a los tres reunidos mientras, Alessandro da su mirada con la mía y con rapidez la quita.

 

Un dolor extraño atavía mi corazón, ¿Por qué evita mirarme? No entiendo un carajo.

 

—¡Princesita! ¡Estás aquí! —ambos vienen hacia mí como unos torpedos.

 

—Cuidado con el pastel —les digo sin muchos ánimos, pero sonriéndoles porque, al fin y al cabo… ¿Quién no se enternece con esas facciones angelicales de ambos?

 

—Nosotros iremos a ponerlo en la cocina mientras nos vamos para que ustedes arreglen sus diferencias, por favor… no se separen. Los queremos mucho —esto último me lo dice Lucas con una seriedad que ni yo misma les creo.

 

La amargura llena mi boca mientras ellos se van y me voy cuenta de que Alessandro se encuentra pegado de la ventana, mirando hacia el jardín. Sus músculos, eso que se remarcan con facilidad sobre la camiseta, se miran tensos… él por entero se mira muy tenso.

 

—¿Alessandro? —digo su nombre y solamente me ignora—. ¿Hice algo ma…? —me callo cuando se escucha un largo suspiro que solo denota irritación.

 

Empiezo a respirar con rapidez y justo cuando estoy a punto de decirle sus cuatro cosas, él se voltea y me mira con un gesto que jamás, desde que lo conozco, ha tenido conmigo. Solo cuando… me contó lo de su madre.




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