Niñero por obligación

Episodio 38: "Filtrado"

 

ALESSANDRO SANTORO

 

Despierto cuando mi puerta es abierta con mucha euforia y emoción. Las vocecillas de pito no tardar en retumbar en mi dormitorio y yo me envuelvo con la sabana a la par que suelto un grito dramático que los hace reír.

 

—¡Tío! ¡Creo que somos famosos! —chista Lucas y yo no le presto mucha atención a sus palabras. Sabrá Dios que habrá visto en la TV.

 

—¡Sí, hay muchos caramografos… cama… ro…! —ella se traba y yo me quito la sabana para mirarlos a ambos con sospecha. ¿Qué hicieron ahora, Dios mío?

 

—Son reporteros, tonta —objeta Lucas con tono sabiondo y esta vez un grito sale de mí, pero uno de espanto que los hace dar un saltito.

 

—¿Ca-camarógrafos? ¿Por qué? —indago levantándome de la cama con rapidez para ver por la misma ventana que ellos.

 

—¡Ahhhhh! ¡Tío vístete! —chillan ambos gritando con más escándalo que yo y me volteo para tomar una toalla con frenetismo, cubriendo mi cuerpo únicamente cubierto por unos calzoncillos.

 

—Chismosos ¿Para qué entran a mi cuarto así? —atajo despegándome de la ventana para tomar mi teléfono celular.

 

—¿Y por qué tú no usas tu pijama? ¿Acaso te gusta dormir en ropa interior? —Lucas indaga con su ceño fruncido y sus cejas tiernamente juntas.

 

—No vas a entender, tampoco te lo voy a explicar —es lo único que le digo cuando pego el teléfono a mi oído para llamar a Alessa.

 

No pasan ni dos segundos cuando ella me contesta en medio de una aclaración que me sienta de una vez en la cama.

 

»Se filtró la información, en el transcurso de la madrugada tu madre fue detenida y tu hermana se dio a la fuga… ¡Mierda, Alessandro! ¿Por qué tienes tu teléfono en silencio? —ella reclama y yo no puedo creer la situación. Las palabras no salen de mi boca.

 

¿Exploto todo? ¿Cómo? Alejo el parlante de mi oído para mirar el montón de llamadas perdidas que tengo de Alessa, de mi padre, de números desconocidos… de los que se hacían llamar mis amigos y de mi… ¿Ex?

 

Cuelgo la llamada, atónito ante todo lo que ocurre. Le cuelgo porque no me puedo creer que, después que todo haya explotado, ahora si quieren mi explicación, ahora si me busquen… ya no me denigren.

 

Suspiro levantándome de la cama, sintiendo que la peor parte ni siquiera ha comenzado. Los niños se encuentran pegados de mi ventana viendo el desorden de reporteros en el jardín de su mansión.

 

Toda esta situación me causa repulsión, me causa rabia, pero en cierta parte me libera. Que la máscara de mi… madre se haya caído al suelo ayuda a recuperar la reputación que perdí enteramente por su culpa y malicia.

 

«Tampoco es que antes eras un ángelito bien portado», resuella mi consciencia. Yo mejor la ignoro.

 

Mi teléfono vibra de nuevo y lo tomo con rapidez, ni siquiera miro quien me llama, únicamente contesto pensando que es mi abogada, aquella a la cual le colgué de manera impulsiva y no debió ser así.

 

»Disculpa por colgar de esa manera, mi amor… esta situación no me sienta bien. Además… los niños debían ir a natación ¿Ahora como los llevo cuando miles de ojos están posados sobre mí? —indago presionando mis ojos con mi dedo índice y pulgar.

 

—¿Alessandro? ¿Bebé? ¡Mi amor, tengo mucho rato tratando que me cayera la llama…! —esa voz aguda me hace mirar inmediatamente el contacto. “Mía” mi ex…

 

Mierda, no era contigo —espeto de la impresión, colgando rápidamente al haberle hablado de esa manera a ella. No, ella ni siquiera causa el cariño natural que me brota hasta por los poros cuando se trata de Alessa, de mi amor.

 

Esta vez si me aseguro de llamarla a ella de vuelta y mientras espero con falsa paciencia que me atienda, escucho como los gemelos van bajando las escaleras. Espero que lleguen a la cocina con su habitual hiperactividad.

 

Pero no llegan, nada… me relajo pensando que tal vez estén mirando la TV.

 

»¿Alessandro? —mi nombre es exclamado a través de la línea y esta si es la voz de mi bellísima Alessa.

 

Discúlpame por haberte colgado de esa manera… no pude, ni siquiera puedo pensar las cosas bien, esperaba que fuera la semana que viene, no hoy —le confieso.

 

Lo sé, eso supuse. No debe ser fácil… vi por las redes que hay un montón de reporteros. Yo me estoy terminando de vestir para ir a correrlos de ese lugar, es propiedad privada, no pueden entrar así, de seguro sobornaron a los de vigilancia —bufa y yo sonrío ante ese apoyo que siempre me ha brindado.




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