ALESSA DIGIORNI
Observo a la mujer que me mira con ojos asesinos, el rencor y el odio brota de cada poro de su piel mientras yo solo anoto algunos puntos en mi libreta.
—Eres una muerta de hambre como todos los abogados —escupe con desdén, fingiendo su mirada de “todo estará bien y yo ganaré”. Mi respuesta es sonreírle.
—Mírese a usted y luego míreme a mí. Estoy desde aquí, haciendo cada anotación para hundirla y meterla de nuevo al hueco donde pertenece. Y usted me observa esposada porque ha sido una jodida agresiva desde que llego. Yo no me miro mal, en cambio, a usted… la siento perdedora. ¿Muerta de hambre? Eso hubiese sido si hubiese aceptado su cochino soborno para inculpar a alguien inocente —termino por cerrar mi portafolios y levantarme de la silla.
—¡Eres una…!
—Le aseguro que entre las dos, más es usted —le guiño el ojo, ella jadea indignada por el insulto tácito que acabo de revertirle.
—¡Me las vas a pagar! ¡Cuando salga de aquí te voy a hundir! —amenaza, yo le miro sin una pizca de miedo o emociones en mis facciones.
—¿Con qué dinero? Recuerde que se quedó sin nada, ni siquiera su hija Lorena podrá ayudarla… ¿Ya todos saben su sucio secreto? ¿La prensa…?
—¡No te atreverías! —ella jadea en un grito de horror, observo el temor en sus ojos de que toda su castillo de naipes sea derribado, esa falsa perfección y moral.
—Tiene razón, yo no me atrevería. Pero su esposo sí —sonrío dándole la última estocada para salir de aquel lugar y encontrarme con Alessandro frente a frente. Ese que se mira con ojos llenos de tristeza y melancolía. No sé qué ocurrió en esa habitación, no sé que le dijo aquella bruja a mi lindo niñero, pero tristeza es tan palpable que me inquieta.
Sobre todo, el hecho de que no lo puedo abrazar delante de todos porque sigo siendo su abogada, solo que ahora me convertí en su abogada privada. Renuncie a mi cargo en la administración pública, me ofrecieron un mejor trabajo en un bufete de renombre y no dude en tomarlo. Necesito esas entradas de dinero, todo ha ocurrido con una rapidez que me complace.
Hace una semana que explotó todo el lío, hacen exactamente dos días que encontraron a Lorena escondida como una rata y también dos desde que el padre de Alessandro nos reveló un secreto que aún nos tiene perturbados por igual.
FLASHBACK
Nos encontramos terminando de preparar el testimonio que dará Alessandro cuando el padre de este entra a la oficial con un gesto de preocupación nada habitual en él, se limpia el sudor de su frente como si hubiese hecho un esfuerzo monumental y se supone que solo fue en busca del café… y vino sin él.
Yo me doy cuenta, sin embargo, Alessandro presta atención a lo que está escrito en la hoja que yo le preparé.
—Debo hablar con ustedes —la voz resuena y yo le presto más atención de la que originalmente ya le tenía.
—¿Ocurre algo? —cuestiono y Alessandro se posa a mi lado, pasando su brazo sobre mi hombro y pegándome a su cuerpo. Yo sonrío en respuesta y poso mi mano sobre su abdomen mientras miro al señor Santoro.
—Sí… yo no fui a buscar café. Más bien quise tomarme un tiempo para pensar en lo que debo decirles, más a mi hijo. Yo… te he ocultado una verdad, una que ni siquiera Lorena sabia que yo conocía —traga saliva, Alessandro se aleja de mi lado para mirar a su padre con temor en sus facciones.
—¿Qué pasó ahora? Siento que me falla la presión —vocifera con tal seriedad que observo como se apoya del escritorio.
—Lorena, ella. No es mi hija biológica, tu madre pretendió hacerme creer aquello, pero yo me enteré de que cuando estabamos recién casados ella tuvo una aventura con mi socio, con Richarsond —cuenta todo sin anestesia y el Santoro Jr. Jadea de la impresión.
—¿Qué…? —brama él con incredulidad, yo simplemente no digo nada, no puedo… esta familia si es extraña—. ¿Richarsond? ¿El que… murió? —mis cejas se alzan ante la última pregunta, esto cada vez se torna más turbio.
—Bajo circunstancias sospechosas, sí —afirma y… ¡Qué fuerte todo!
—Bien… ahora entendemos la necesidad de la señora Santoro para que Alessandro no llegara al mando de la empresa. Ella sospechaba que usted sabía que Lorena no es su hija y que por ley, todo le corresponde a su hijo biológico, aun cuando fue concebido fuera del matrimonio —susurro en voz baja, él asiente.
—¿Crees que la muerte de Richarsond tenga algo que con Nicoletta? —Alessandro dispara su pregunta tan directa que los vellos de mi cuerpo se erizan.
—Hay pruebas, pruebas que yo intente sepultar para que la imagen de la familia no se viera…
Editado: 01.09.2022