Niñero por obligación

Episodio 42: "Veredicto"

 

ALESSANDRO SANTORO

 

El juez entra a la sala y todos tomamos asiento. Estoy nervioso, mis manos se encuentran sudando frío ante las miles emociones que me dominan. Me volteo rápidamente para darle un vistazo a mi chica y a mi padre. Esos que me devuelven el gesto y tratan de decirme con sus miradas que todo saldrá bien.

 

—Llegados de receso, procedo a dar el veredicto final —el hombre se pone sus lentes de lectura y con toda la paciencia del mundo empieza a hojear el expediente. El silencio sepulcral llena la estancia y yo estoy que le grito que hable y deje el suspenso a un lado.

 

Toma el pequeño micrófono y aclarándose la garganta empieza a recitar:

 

—En vista de las pruebas presentadas, las defensas escuchadas y los alegatos brindados, se declara a la Señora Nicoletta Marin Santoro culpable de todos los cargos señalados por la parte demandante. A la señorita Lorena Marin Santoro, cómplice necesario en la perpetración de los hechos en contra del señor Alessandro Massimo Santoro. Se cancela la medida sustitutiva de libertad en contra de este último referido, no siendo necesario, tampoco obligatorio que siga fungiendo su papel como… niñero, el régimen de vigilancia por las 24 horas también se remueve. La condena establecida para las ciudadanas en cuestión se calcula con base en…—la voz de aquel hombre pasa a segundo plano cuando escucho que ya no podré ser niñero de Nicci y Lucas. Yo empujo levemente el hombro del abogado a mi lado. 

 

—¿Qué ocurre? —indaga con rapidez, yo le explico lo que sucede mientras trato de ignorar los gritos y llantos de histeria de aquellas dos bestias que están unos metros alejadas de mí.

 

—Quiero seguir cuidando de ellos, no quiero dejar de ser su niñero. Solo yo sé cómo estar al pendiente de ellos —le explico con total seriedad.

 

—Luego aclararemos eso, puede seguir cuidando de ellos sin problemas. El juez dijo que ya no era obligatorio a los efectos de las consecuencias legales. Es decir, puedes perfectamente seguir cuidando de ellos con la diferencia de que esta vez será de manera voluntaria. Pensé que estaba desesperado por liberarse de ellos —comenta y yo niego enseguida para reír de soslayo.

 

—¿Cansado de ellos? Jamás. Yo amo a esos niños —atajo seriamente, sintiendo aquella bola de nervios morir con rapidez. Al final, la justicia siempre prevalece… mi amor tenía razón. Las personas que se encargaron de dañarme por tanto tiempo tendrán su merecido en una cárcel en compañía de un lindo traje de color amarillo.

 

El tiempo pasa tan rápido que cuando me percato, ya estamos saliendo del tribunal. Tomo con firmeza y libertad la mano de Alessa, las unimos y siento en mi corazón el latir desmesurado de ese amor que crece y agradece todo el apoyo que me ha brindado.

 

—Te dije que todo saldría bien, eres libre… libre de esos prejuicios que quisieron crear para dañar tu imagen. Se hizo justicia —ella celebra con auténtica alegría y yo asiento para abrazarla y darle vueltas por el aire. Su chillido me llena de vida, pero me detengo cuando siento un toque rápido en mi hombro.

 

—¡Finalmente, hijo! —mi padre me estira sus brazos y yo lo miro con un poco de recelo. Si no es por el pequeño empujón que me propina Alessa, no correspondo a su abrazo.

 

—Gracias —sonrío levemente. Al final si agradezco su enorme apoyo.

 

—Sé que me volví a equivocar, ocultando y encubriendo el crimen de Nicoletta. Pero ya estoy resolviéndolo, hijo. Estoy dispuesto a afrontar las consecuencias que sean para volver a merecerte. Lo lamento tanto, en serio —la seriedad en su voz me hace saber que es verdad, yo estoy por responderle. Sin embargo, una voz chillona me lo impide, haciéndome casi atragantar con mi saliva, cuando reconozco a la perfección de quien proviene. 

 

—¡Alessandro! ¡Osito! —grita sin vergüenza alguna y en menos de lo que canta un gallo, ya la tengo colgada sobre mi cuerpo. Yo me estremezco a la par que la alejo de mi cuerpo. Con mis ojos busco a Alessa, esa que se encuentra de brazos cruzados y con una mirada tan matadora que pone a temblar a cualquiera, y no de una linda manera.

 

—¿Qué carajos? ¿Eres loca? —gruño confundido a causa de su aparición, yo no la esperaba. Su toque me genera un rechazo instantáneo.

 

—¡Vine a apoyarte! ¡Al final siempre confié en ti, mi padre no quería que me acercara a ti! —agrega tan descarada, tan… falsa como todos mis supuestos amigos.

 

—Viniste porque sabes que recuperé mi lugar en la sociedad, ya que te enteraste de que tomaré el mando en la empresa. Viniste porque desde siempre has sido una maldita interesada de mierda junto a todos mis supuestos amigos que me acompañaban de farras y demás. Mejor no te vuelvas a acercar a mí, no me interesas ni tú, ni todo eso que representas. Soy feliz con alguien que no vive de las apariencias, tampoco que no vive del qué dirán y desde que todo este infierno comenzó, está conmigo de manera incondicional. Ahórrate las mentiras y anda a joder, todos los falsos que vayan a joder a otro lado —suelto sintiendo que me quito un peso de encima al revelar todas aquellas palabras que tenía atascadas en lo más profundo de mi ser. 




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