Niñero por obligación

Episodio 44: "Sin éxito"

 

ALESSANDRO SANTORO

 

Masajeo mis ojos, mi frente y toda mi cara con mis manos. Estas entrevistas no van nada bien y ninguna, pero ninguna de las personas que he entrevistado me parecen adecuadas para confiarles el cuidado de mis niños.

 

«Tú tampoco eras adecuado cuando los empezaste a cuidar», punza mi consciencia y yo gruño.

 

«Es obvio que Gretta no estaba pendiente de eso y por eso me permitió hacerlo cuando no tenía la mínima experiencia. Pero gracias a eso ahora sé cómo cuidarlos, me interesan y no dejaré que cualquier fulano los cuide», respondo internamente.

 

—Tío, creo que solo han llegado personas incomte…pentes… incon…

 

—Incompetentes, Lucas —le interrumpo ante su lengua enredada—. Sí, tienes razón —masajeo mis sienes y ellos asienten al unísono.

 

—Creo que nos tendrás que llevar de viaje, tío —agrega con ese tono de falso pesar que ya conozco a la perfección.

 

—Estoy seguro de que queda alguien por ahí, aún falta —reviso los papeles y junto mis labios en una mueca—. Falta una persona —susurro esto.

 

—Ay tío… ya siento el airecito de Europa —Nicci airea su rostro con un pedazo de hoja. Yo abro mis ojos para empezar a negar mentalmente.

 

No me puedes hacer esto, Dios. Yo los amo, pero quiero pasar este momento con mi bella Alessa, a solas completamente.

 

El toque en mi puerta me saca de mis pensamientos y la próxima persona entra, esta tiene un aspecto aceptable. Es una mujer de alrededor de unos cuarenta años y más, con cara amigable que genera confianza.

 

Es respetuosa y me doy cuenta cuando, al sentarse, pide permiso y saluda a los niños con sus manos, en compañía de una sonrisa amable y maternal que se dirige únicamente a ellos.

 

—Buenas noches, lamento lo mucho que ha tenido que esperar. Debo confesarle que usted es, llegados a este momento, mi única esperanza de poder encontrar a alguien que los cuide como yo lo hago —me sincero, ella se recuesta de su silla con confianza para reír levemente.

 

—Hola pequeños —les saluda con afecto y su voz es pacífica, vamos bien… no busca agradarme, busca agradarle a los niños.

 

—Hola, señora. Mi nombre es Nicci y él es mi hermano Lucas —este último saluda con una pequeña sonrisa, sacudiendo su mano, siguiendo los pasos de su hermana gemela.

 

—Les traje algunas golosinas hechas por mí, ya fueron revisadas por su asistente —me habla directamente a mí, yo asiento mientras poso una de mis manos en mi quijada para observar las facciones de ambos. Nicci se alegra, pero Lucas no.

 

O eso era antes de que, ella hiciera alguna seña extraña con sus manos y este empezó a sonreír a la par que asiente con emoción. Cosas de gemelos, supongo.

 

—Muchas gracias, es muy amable… sin embargo, tengo una pequeña duda —Nicci agradece con su voz dulce muy típica y se levanta para tomar las galletas, yo sigo expectante de todo. Vamos por buen camino. Esto me pinta muy bien.

 

—Claro, dime que puedo hacer para solucionar esa duda que tienes —ella toca la punta de su nariz y mi pequeña se mueve con mucha coquetería, sonríe mucho. Miro de reojo a Lucas, quien sigue hermético en su totalidad.

 

¿Será que no le agrada? Esto terminará mal de no ser así.

 

—¿Sabe usted lenguaje de señas? —indaga con esos ojos llenos de mucha curiosidad, yo frunzo mi ceño ante aquella pregunta, extrañado en su totalidad—. Es que mi hermano es mudo y es su manera de comunicarse —suelta y yo me ahogo rápidamente con la saliva.

 

—Ahh… ¡Ahhh! —Lucas empieza a modular con su boca, emitiendo pequeños grititos sin sentido alguno.

 

—Yo… —la mujer abre sus ojos aún más, y empieza a titubear con rapidez ante los sonidos que emite el gemelo.

 

—¡Nicci! ¡Vuelve aquí ahora! —la señalo—. ¡Y tú! —señalo ahora a Lucas, ese que se calla y me mira con carita de perrito remojado—. ¡Eso es malo! ¡No es lo que yo les he enseñado! —rápidamente siento como la traviesa gemela se sienta en su silla, yo no puedo creer esto simplemente.

 

¡Mudo! ¡Se hizo pasar por mudo! Niego una y otra vez, incrédulo por la actuación que acaban de emplear… ¿Pero en qué momento planearon eso?

 

»A ver, Señora Nidia… ellos solo estaban bromeando —me recompongo en mi asiento, avergonzado en demasía con ella—. No crea que siempre se comportan así, es solo que han tenido un día muy aburrido y quisieron soltar una de las suyas, ya sabe… cosas de gemelos —bufo queriéndole restar importancia a la osadía de estos dos… terribles.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.