Ninja Oscuro (naruto Uzumaki)

¿Visión O Locura?

Había abandonado Konoha hacia tres días sin importarle sus heridas ni su estado.

Envuelto en su capa roja había ocultado todo rastro de la batalla. Quería pasar desapercibido, ser alguien normal, alguien común que nada tenía que ver con la guerra ninja. Deseaba olvidar, pero eso era imposible de lograr. Olvidarlo todo, ojalá pudiera.

Cuando sus fuerzas llegaron al límite entró a una pequeña y desconocida aldea donde al parecer nadie lo conocía a él. La noticia a cerca de la finalización de la cuarta guerra ninja tenía a los aldeanos muy alborotados.

Era al parecer el único tema en cuestión. Al caminar por sus calles notó la desconfianza de los aldeanos que lo miraban sin disimulo alguno. Pero él estaba acostumbrado a ese tipo de miradas. Se limitó a sonreír y seguir su camino en busca de una posada para asearse y descansar.

Tenía que cambiarse de ropas. Debía conseguir nuevas prendas de vestir entre otras cosas.

Cuando tuvo lo necesario entró a la posada de la aldea. Sin mucho diálogo se limitó a pedir un cuarto.

— ¿De dónde vienes viajero? — le preguntó él posadero
— De ninguna parte — contestó Naruto.
— Oh...vaya...¿Y a dónde te diriges?
— A cualquier lugar. Solo soy un vagabundo que recorre el mundo.

Sin decir más tomó las llaves de su cuarto y se fue. Lo último que necesitaba era ser descubierto. Conocía a esos vejetes de Konoha lo suficiente como para saber que a esas alturas habían ordenado su captura.

Seguramente enviaron a ninjas Anbus en su búsqueda. Pero nadie lo encontraría, nadie podría localizarlo. Nadie.

Tras darse un estupendo baño se acostó. Necesitaba descansar para que sus heridas cicatricen del todo. Luego pensaría en su enigmático futuro.

La oscuridad asechaba por doquier, las casas estaban envueltas en un manto de niebla denso dándole un fantasmagórico aspecto al lugar. De pronto él se encontró en una de esas solitarias calles ¿Dónde estaba?

No reconocía ese lugar. Repentinamente siniestras carcajadas retumbaron por doquier mientras que en la niebla se dibujaban las siluetas de los Bijus con excepción de Kurama.

Los ecos de sus respectivos jinchürikis retumbaban volviéndose ensordecedores.

Estaban atrapados en la niebla y no podían salir.
— Solo son armas. 
— No son personas.
— Monstruosos seres a los que hay que aplastar.
— O utilizar.

Esas palabras provenían del otro lado de la niebla, voces de hombres y mujeres repetían aquello con crueldad mientras torturaban a cada uno de esos jinchürikis.

Cuando Naruto vió a Gaara y a Bee sintió cómo la desesperación se iba convirtiendo en ira.

Repentinamente el chacra rojo emergió de su cuerpo envolviendolo al completo. 
— Armas 
— No son personas
— No tienen derecho a nada.

Dolor. Desazón. Ira y finalmente odio fue surgiendo del corazón del ninja tras ver aquello. Gaara tuvo una vida siniestra como todos ellos, fueron condenados a ser contenedores de los Bijus sin que ninguno de ellos así lo deseara.

¿Qué les pasaba a esa gentuza? ¿Cómo podían seguir diciendo menudas sandeces?

Naruto simplemente no podía soportarlo más. Esa i justicia tenía que acabar de una vez y para siempre. De sus entrañas se desprendió un alarido que desgarró el aire mientras su chacra rojo despedazaba todo a su alrededor.

En ese momento se despertó. Sudaba hasta el último poro de su piel. Sus ropas estaban húmedas y sus rubios cabellos permanecían pegados a su rostro. Con su temblorosa mano se los apartó de la cara. Miró por la ventana y supo que era de día ¿Qué fue eso?

— Un sueño muchacho — la voz de Kurama retumbó en su mente. Naruto estaba agitado ya que su corazón latía como un tambor. 
— Más bien una pesadilla. 
— Te lo estás tomando muy mal. Ellos están muertos, a excepción de Gaara y de Bee.

Los otros ya no se encuentran en este mundo
Sabía que durante la batalla Gaara recuperó al una cola sellandolo nuevamente en su interior. Aquello lo hizo más fuerte otra vez y era más que evidente que los del consejo de Konoha no lo sabían. Mejor así.

— Lo se Kurama solo que...no puedo evitarlo. Todo se reduce a un enfrentamiento de poder. En definitiva solo importa lo que los mantenga en el poder.

Autoritarismo total sin siquiera contemplar los sentimientos de los demás. Y que los aldeanos se dejen manipular así...eso me molesta. Me enfurece

Golpeó con su puño la pared provocando una grieta en la misma. Se sentía un idiota, un auténtico perdedor. Tanto esfuerzo y sacrificio ¿Para qué? ¿Qué había ganado? ¿Qué había conseguido?

Nada. Y lo peor de todo era que lo sabía, aún cuando estaba en pleno combate sabía que nada ganaría.

Todos le dieron la espalda y si en esa ocasión lo apoyaban y parecían valorarlo solo se debía a que el enemigo al que se enfrentaban era mucho peor. En definitiva lo estaban usando.

Lo sabía pero... también deseaba creer lo contrario. Anhelaba ser notado, valorado y aceptado por los aldeanos y el consejo.

Quería ser reconocido como el ninja más fuerte de Konoha pero como persona no como una arma a la que sólo se usa. Después de todo era el hijo del rayo dorado de Konoha y cuarto Hokage.

Mientras miraba el atardecer nacer aquellos pensamientos invadian su mente. Ira. Solo podía sentir mucha ira. Ayudar a los de su aldea fue el peor error. Con amargura meditó aquello.

Tras bañarse nuevamente se visto con las ropas que hubo comprado. Había procurado elegir prendas comunes que no resaltasen y así poder pasar inadvertido. Tras colocarse la capa roja y envolverse con ella salio del lugar.

Fuera todo parecía normal, las personas estaban sumidas en sus propios mundos. A pesar de estar rodeado de gente la soledad era su única compañía. No estaba tan mal si deseaba tranquilidad. Necesitaba olvidar, borrar de su mente esas imágenes de muerte y dolor. Sangre, pérdida.

Cadáveres por todas partes. Llantos que desgarraban su alma. Todo quería dejarlo atrás. No podía seguir así. Ya no soportaba más.




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