Ninja Oscuro (naruto Uzumaki)

Ángel Demoníaco

Hacía dos días que había llegado a esa aldea y a pesar de sentirse medianamente en paz debía procurar no ser visto del todo debido a esos odiosos carteles. Había decidido colocarse un tapaboca que le cubriera parte del rostro como usaba Kakashi.

La ironía del destino lo hizo sonreir. Quién iba a creer que acabaría imitando a su maestro cuando en el pasado se había burlado de ello.

Vagando sin rumbo por las ya conocidas calles de la aldea meditaba sobre su futuro. ¿Qué haría? ¿Hacia dónde iría? De algo estaba seguro, evitaría todo lugar que hubo frecuentado en el pasado.

No quería ser reconocido por nadie. No le apetecía enfrentarse a los ninjas sean de la aldea que sean. No quería verse en la difícil situación de tener que matarlos. Demasiadas muertes sucedieron ya. Las consecuencias de la guerra se hacían notar aún en esa aldea carente de ninjas.

Cada tanto veía a los niños pelear y no podía evitar intervenir. Pero luego los veía reír y jugar provocando una cálida sensación en su interior. Ojalá puedan vivir en un mundo pacífico donde nunca tengan que experimentar el amargo sabor de la guerra.

Nadie merece sufrir la perdida de un ser querido. Nadie. De repente la imagen de Hinata llorando la muerte de Neji invadió su mente eliminando la escasa paz que sentía. Con aquel conocido dolor del alma misma se apoyó en una pared dejándose caer sin fuerzas.

Las lágrimas humedecieron su rostro. 
— Hinata... perdón...Hinata. 
Ella era lo único bueno que tenía su pasado. La última luz de su existencia. El único lazo que aún conservaba de Konoha. Su dulzura había derribado los muros que protegían su frágil corazón.

¿Cómo podía Konoha haber albergado a alguien tan dulce, tierno y amable como ella? Basta. Debía detenerse.

No podía permitirse seguir por ese camino o... estaría acabado. ¿Qué futuro podía ofrecerle a ella? Ninguno.

Para Konoha él no era una persona siquiera. ¿Cómo podría intentar formar una familia con ella si la aldea al completo lo despreciaba?

Monstruo, eso era para los demás aldeanos. El consejo se había ocupado de ello. Si por lo menos los demás lo apoyarán, lo ayudarán él quizás podría....No. Debía detenerse. Levantó la cabeza y contempló las nubes del cielo azul. El viento acarició sus rubios cabellos.

— Hinata yo...lo lamento mi amor...pero no puedo...no soy digno de nada...Lo intenté...juro que lo intenté. Quise cambiar mi destino, crear mi camino del ninja siendo el nuevo Hokage de Konoha pero...ni siquiera soy considerado una persona. Por eso yo...yo...

Unas nubes grises llegaron de repente ocultando a las blancas y al sol. De pronto el viento cambió. Ahora traía el olor a tierra mojada. Viento de lluvia. Se avecinaba una tormenta arruinando el tranquilo día soleado.

De pronto el hilo de sus pensamientos fue modificado y ahora recordó las crueles palabras de los integrantes del consejo de Konoha. Un oscuro sentir se adueñó de su ser ensombresiendo su mirada.

Dió un fuerte puñetazo al suelo cargado de ira 
— Malditos. Me las pagarán, ya lo verán. Les haré pagar bien caro esto. Con que solo soy un arma ¿Eh? En ese caso verán lo que es perderlo todo. — Una siniestra sonrisa se le dibujó en su rostro mientras miraba el vacío —  Jamás volverán a saber de mí. ¿Qué se siente haber perdido el arma más poderosa de Konoha?

La lluvia llegó más pronto de lo que él creyó. Debía regresar a la posada. Todos se habían refugiado bajo algún techo huyendo de la lluvia. Colocándose de pie miró a su alrededor y repentinamente los sintió.

Sus chacras no mentían. Maldición.
— ¿Qué harás muchacho? Ellos están aquí para neutralizarte.
— Lo se Kurama.
— ¿Qué harás? 
— Deberías preguntar ¿Qué haremos? Aunque por supuesto, tú ya sabes la respuesta.
— Solo quería confirmarlo muchacho

Sonriendo como un auténtico demonio Naruto avanzó hacia el centro de aquella calle elevando su chacra rojo que fue envolviendolo en forma de manto para flamear al compás del alocado viento.  

—Vengan, aquí estoy esperándolos — tres Anbus se presentaron rodeándolo al instante — Vaya pero que rápidos son — Naruto hizo sonar sus dedos — ¿Tan desesperados están por morir...muchachos? — Sus ojos se volvieron rojo escarlata, era la mirada de Kurama que se había vuelto uno con Naruto.

— Naruto fuimos enviados por el consejo de Konoha para regresarte a la aldea — dijo uno de ellos. 
— Si, lo se — respondió tranquilamente Naruto.

— No podrás escapar — continuó el segundo.
— También lo sé — respondió Naruto — Y créanme, no deseo hacerlo. De echo estaba aburrido. Me vendrá bien un poco de diversión

Inmediatamente Naruto desapareció de la vista de los tres Anbus. Uno de ellos lanzó un grito al sentir un fuerte impacto que destrozó sus órganos vitales.

Cayó al suelo sin vida en cuestión de segundos. Junto con un rayo que perforó el cielo, Naruto eliminó al segundo Anbus fácilmente empleando la velocidad y el poder de Kurama.

Finalmente se detuvo frente al primer Anbus para mirarlo fijamente. Era un auténtico demonio y le gustaba. Después de todo ellos lo habían forzado a ser así.

— Que...que veloz... — murmuró el Anbus.
— No por nada soy el hijo del rayo dorado de Konoha ¿Verdad? 
— Pero él siempre defendió a la aldea.
— Si bueno, hubo un tiempo en que yo hice lo mismo pero....

— ¿Por qué te fuiste? 
— Extraño resulta que lo preguntes cuando sabes la respuesta. 
— Eres el arma de Konoha y por ende tienes que volver
- Claro, soy el arma de Konoha — dijo irónicamente Naruto. 
— Por las buenas o por las malas, volverás a la aldea.  

Naruto empleó su velocidad para colocarse detrás del ninja y golpearlo con el canto de su mano derecha en un sector de la nuca.

El Anbus sintió que sus fuerzas desaparecían al instante mientras caía al suelo boca abajo. Aún estaba conciente cuando Naruto se acucliyo sobre él sujetándole las manos mientras le susurraba al oído.




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