Nitla: Alanis

HERIDA

Caí de espalda y viendo a la pared, voltee a mi alrededor y observe una calle vacía, Marco me levantó del suelo – Tenemos que irnos de aquí, no estamos seguros – comenzamos a caminar y por fin supe dónde estábamos, Erin iba subiendo a su coche cuando la vi, corrimos hasta llegar a ella y se sorprendió al vernos.

– Creí que te vería en la cafetería, ¿está todo bien?

– No, no puedo explicarte pero tengo que irme

– ¿Irte? ¿Adonde? ¿No crees que es algo precipitado fugarse? – obviamente entendió mal y sus preguntas me desesperaron un poco, Marco se quedó parado viendo a la nada y cuando volvió en si dijo:  

–Súbete al coche – me tomó por el brazo y me subió en la parte trasera del auto, luego se fue a la puerta del piloto, la abrió y Erin sin decir nada se movió al asiento del copiloto.

Arrancó el coche y salimos a toda velocidad, Erin volteaba a verme y su cara era obviamente de confusión, pero yo también estaba confundida no tenía idea de lo que pasaba e iba a averiguarlo.

– Marco, ¿A dónde vamos?

– A buscar ayuda

– ¡¿Qué?! Preguntamos al mismo tiempo mi amiga y yo

– Ayuda ¿para qué? – Exclamó con cierto aire de preocupación Erin.

– No tengo idea – La miré confundida – Marco tienes que decirme que está pasando, dímelo – exigí

– Erin, lo que va a pasar ahora será confuso, pero por favor mantente en tu lugar y trata de no gritar por favor, después te explicaremos lo que pasa – Las palabras de Marco sólo hicieron que nos alteráramos más ¿que estaba pensando? ¿Qué iba a hacer? Erin lo obedeció y se puso el cinturón de seguridad.

– Trataré de estar tranquila, pero no entiendo ¿por qué tendría que gritar? – Lo miró con curiosidad.

– Por esto – por estar poniendo atención a las reacciones de Erin y al mismo tiempo tratar de averiguar lo que pasaba, no me percate que íbamos a pasar bajo un puente y nos dirigíamos directo a la pared, Erín empezó a gritar y yo solo contuve el aliento. Cuando atravesamos algo paso, todo estaba negro, era como si flotáramos en un espacio vacío.

– ¿Dónde estamos? – Pregunté

– No lo sé, deberíamos estar cerca de tu casa

– ¿Qué hiciste? ¿Estamos muertos? ¿Nos mataste? ¡¿Qué está pasando?! – los ojos de Erin se veían vidriosos por las lágrimas que estaban a punto de desbordarse.

– No estamos muertos, por lo menos aun no, pero tenemos que salir de aquí solo debo encontrar una forma.

Desde la parte trasera del coche se escuchó un gruñido, los tres nos quedamos quietos, esperando a que algo pasara, los tres buscábamos por la ventanas esperando encontrar la fuente de aquel sonido, cuando Erin giró hacia mí, sus ojos se abrieron de una manera exagerada y solo pudo levantar la mano y señalar hacia donde yo me encontraba

– ¡Abajo! – Gritó Marco poniendo su mano sobre mi cabeza y llevándola contra el asiento, su otra mano se levantó hacia la ventana y una luz azul salió de la palma de su mano rompiendo el cristal trasero

– Quédense arriba, no vayan a bajarse por ningún motivo – ordenó Marco saliendo del coche.

Me levanté del asiento, apenas y podía ver en esa tremenda oscuridad, pero los faros del coche ayudaban aportando una tenue luz, Marco parecía caminar en la oscuridad no había suelo, cielo, nada, no entendía cómo podía caminar, de alguna parte surgió una silueta con los ojos que había visto antes, naranjas y amarillos, pero estos se veían de tamaño normal, no tan grandes como los que había visto antes. Marco invoco su espada, hacía mucho tiempo no lo veía usarla siempre decía que era el agua fluyendo en él, por eso tenía curvas, comenzó a moverla hacia todas partes, era claro que no podía ubicar el cuerpo de su atacante, solo lanzaba estocadas sin parar

– Estas muy lejos de poder tocarme – dijo una voz gruesa, y una ráfaga negra se trazó en el abdomen de Marco, por el impacto retrocedió presionando con su brazo la herida, yo solo miraba horrorizada sin saber qué hacer, no podía ver quien lo atacaba o de donde.

–Gracias – dijo Marco – donde hay luz siempre hay oscuridad, llévate la noche y déjame ver lo que esconde de mis ojos –recitó, y como si estuviera amaneciendo, el espacio negro comenzó a ponerse gris y luego un blanco puro que dejaba ver perfectamente al atacante desconocido, desde mi perspectiva estaba de cabeza frente a Marco, pero si estuviera de cabeza su ropa colgaría, llevaba una gabardina negra, que parecía antigua, pantalón negro, botas negras, tenía una espada totalmente negra, desde el filo hasta la empuñadura donde estaba reposando ambas manos, de perfil parecía una persona normal.

– No está mal para un niño

– El niño puede enseñarte ciertas cosas – respondió Marco, el desconocido no hacia ningún movimiento.

– ¿Quién eres? Y ¿Qué quieres?

– Un nombre ¿preguntas? No tengo algo como eso, solo soy un soldado con una misión y lo que quiero aun no llega.

– Pobre tipo sin nombre, bien, te nombraré soldado ya que parece que te gusta ser uno, pero tengo curiosidad... ¿qué es lo que aún no llega? – Hizo la pregunta cuando sus espadas se encontraron.




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