Nitla: Alanis

PLACER

Solía pensar en el amor cuando estaba en la tierra, veía el amor que mis padres se tenían y yo esperaba tener eso también, lo añoraba, tal vez por eso me obsesioné con la idea de que Marco era esa persona para mí, la persona con la que estaría toda la vida hasta morir.

Es cierto que quería mucho a Marco y creo que si lo amaba, pero no en el sentido romántico en el que yo creía, confundí el amor de hermano con el de pareja tal vez, no lo sé, porque si de verdad lo amara no estaría sintiendo esto por Eliezer. Él tiene todo lo que yo esperaba, lo que deseaba encontrar en Marco, una serie de sentimientos, sensaciones, emociones tan desbordadas que me tenían confundida, al principio me parecía alguien a quien jamás llegaría a amar pero era por el enojo que sentía al regresar a Nitla y tener que vivir de una manera muy distinta a la que yo conocía.

Eliezer ha encendido todo mi ser, ha sido lo único que recuerdo haber deseado desde que lo vi. Cuando lo conocí, inmediatamente quedé cautivada por sus ojos, pero su presencia era muy intimidante, tanto que casi en un mismo minuto pase de la fascinación a la indiferencia, pues las personas con esas características suelen ser distantes y ególatras, decidí que él no iba a importarme, porque obviamente a él yo no le importaba.

Me alegra saber que estaba equivocada, que todas la ideas que me formulé acerca de él eran falsas y muy alejadas de la realidad y lo mejor de todo es que, al parecer, el sentía algo por mí.

Al abrir los ojos me topé con los suyos, por unos instantes no dije nada, solo lo observé, traté de mover mis manos para tocar su rostro pero no pude, mi cuerpo no respondía, como si él hubiese podido leer mis pensamientos, tomó mi mano y la llevo a su rostro para después darme un beso en ella, noté muy apenas que estábamos en el baño, debió traerme para curar mis heridas más rápido; me sentí tan bien de verlo y haber podido sentirlo aunque sea un poco, que volví a cerrar los ojos y a pesar de que intenté abrirlos, no pude.

Cuando volví a abrirlos, vi más rostros, mi mamá, papá y por supuesto lo que mi mirada estaba buscando, Eliezer. Mi madre tocaba mis manos y mi rostro como cuando era pequeña y enfermaba y mi padre siempre aun costado mío, dándome ánimos, nuevamente fui presa del cansancio y cerré los ojos.

Esta vez, primero fui consciente del ruido, luego de la sensación de estar en el agua y espere un poco hasta reunir energía suficiente para abrir los ojos, lo vi mirando algo hacia el horizonte, me parecía tan atractivo verlo pensativo, era mi vicio verlo y para mi fortuna estaba recargada sobre su pecho desnudo, esto debería ser lo que los humanos llaman “el cielo”, acomodé un poco mi cabeza y fue entonces que giró su rostro hacia mí.

– Siento… la boca seca – batalle un poco para hablar pero lo logré

 

Tomó agua de la palma de su mano y lo vi venir hacia mí, puso sus labios sobre los míos y como si supiera lo que tenía que hacer, abrí un poco mis labios y sentí los suyos sobre los míos al tiempo que el agua pasaba de a poco hacia mi garganta y otra parte se desbordaba hacia mis mejillas. En mi estómago las sensaciones empezaban a tomar fuerza y en todo mi cuerpo igual, cuando el agua se terminó separó su rostro del mío pero se quedó cerca, tan cerca que sentía su respiración en mi nariz.

– Quiero más – No puedo creer lo que acabo de decir… pero no importa, si debía aprovechar algún momento para pedirle que me besara sin tener que decirlo, era este sin duda.

Repitió el mismo proceso, pero esta vez, cuando sentí que el agua se había terminado y comenzó a separarse de mis labios, lo tomé por la mejilla y lo volví a acercar a mí para besarlo, quería que entendiera que no necesitaba agua, necesitaba de él. El haber estado al borde de morir sin duda había cambiado todo en mí, ya no iba a esperar que él se acercara, no, esta vez seria yo quien no lo dejaría alejarse de mí.

– ¿Cómo te sientes? – me preguntó aun evaluando mi rostro

– Bien – volví a recostar mi cabeza en su pecho – pero cansada

– Puedes descansar aquí el tiempo que quieras, yo estaré contigo.

– Gracias – me sonreí, la idea de tenerlo así de cerca siempre, me gustaba, cerré mis ojos y la imagen de Erin volvió a mi cabeza, me tensé rápidamente y trate de enderezarme para preguntarle pero el dolor en mi espalda lo impidió.

– ¿Qué sucede? – Sentí que sus brazos habían soltado un poco mi cuerpo

– Erin ¿Dónde está? ¿Cómo está?




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