Eliezer me dejo en la cama y se retiró de inmediato, ninguno dijo nada, yo estaba tan nerviosa de lo que pudiera preguntar o decirme que mi cerebro no lograba conectar ideas, ni siquiera fui capaz de levantar la mirada, de reojo pude ver que se quitó parte de su vestimenta y se metió al baño, en cuanto entró sentí como si quitarán un gran peso de encima, pero al mismo tiempo sentía la necesidad de hablarle, que me dejara explicarle.
Aunque si me dejara explicarle la verdad no sabría por dónde empezar, tengo tanto que decirle y al mismo tiempo no quiero hablar de nada que tenga que ver con Marco, pero sé que es necesario explicarle muchas cosas.
Espere sentada en el mismo lugar donde me había dejado pero se estaba tardando demasiado, pensé en entrar y hablar con él, pero no creí que fuera conveniente, tal vez se encontraba meditando la situación, sé muy bien que él siempre piensa antes de actuar así que esperaría por él, debo darle el tiempo que necesite para poder hablar, aunque yo también quería preguntarle acerca de lo que vi en sus recuerdos.
Me recosté en la cama para esperarlo y en algún punto me quede dormida esperándolo.
Cuando abrí los ojos, ya estaba oscuro, me levanté y fui a ver el baño ¿será posible que siga ahí? No lo creo, ha sido demasiado tiempo. Después de dar varias vueltas por la habitación me decidí y entré, para mi fortuna él ya no estaba ahí, eso significaba que no quería hablar conmigo porque salió y pudo haberme despertado pero no lo hizo.
Más tarde esa noche, me sentía intranquila, inquieta, no quería estar ahí, quería hablar con Eliezer, explicarle, disculparme, así que salí, necesitaba tranquilizarme, levante el vuelo y me dirigí a un lugar que él me había llevado era un acantilado y la vista era magnifica. Me senté al borde con los pies colgando al abismo y me perdí mirando las lunas, lo bueno de tener vistas tan hermosas era que podían distraerte de cualquier cosa.
– Este es el último lugar en el que pensé que te vería. – La voz de Eliezer sonó detrás de mí y me giré sobresaltada. El me miró molesto – ¿esperabas a alguien más? – No había entendido porque me miraba así pero con su pregunta me dejaba todo claro.
– Vine aquí porque me gustó este lugar desde que me trajiste.
No me contestó y dio unos pasos hacia mí, de igual forma, vacilante pero decidida me acerqué a él.
– ¿Hay algo que quieras decirme? – Había tenido un retroceso en mis reacciones hacia él, otra vez estaba nerviosa y sin poder verlo, el tono de su voz no me ayudaba a dejar la cobardía.
– Sé que viste en mis recuerdos… y estoy segura que viste… – No sabía cómo decirlo estaba tan nerviosa, como podía decirle que sé que está molesto porque vio que tenía una relación con Marco antes de venir a Nitla, que casi teníamos sexo y lo peor, que le pedí que huyéramos para estar juntos.
– ¿Qué? Continua, ¿que vi? – De verdad que desconocía este lado de Eliezer.
– Viste que tenía sentimientos por Marco mientras estábamos en la tierra, eso entre otras muchas cosas y –
– ¿Qué otras cosas? Quiero escucharlo de tu propia voz – Levanté la mirada tratando de buscar un poco de consideración pero me topé con la fría, molesta y distante mirada de Eliezer.
– ¿En serio es necesario que lo diga? ¿No te basto con verlo?
– No, necesito oírlo, ¡no me basta con haber estado en primera persona sintiendo nervios, ansias y deseo por él! – Me levantó la voz, apenas podía controlarse.
– Tú sabías que yo crecí en la tierra, que no sabía sobre las costumbres de Nitla, jamás me había preocupado por conocer nada de aquí, porque yo no pensaba regresar… Marco era la única persona cercana que era similar a mí, no éramos de ese mundo y básicamente hacíamos todo juntos, eso nos fue acercando hasta desarrollar sentimientos el uno por el otro. Ninguno de los dos se preocupó por las costumbres de un mundo en el que ni siquiera vivíamos, ese fue el primer error. – Él se mantuvo callado mirándome, así que continúe – Cuando tuvimos que volver, seguimos viéndonos pero no con tanta frecuencia y… hubo ocasiones en que casi nos dejábamos llevar por el deseo, pero nunca lo hicimos, siempre nos detuvi–
– ¡¿Y crees que me importa que se detuvieron?! – Se acercó más a mí, y retrocedí por el miedo, tenía llamas azules en ambos brazos – ¡Sentí tus ganas de estar con él, la desesperación que sentías porque te hiciera suya! – Me dio la espalda y se llevó una mano a la cabeza – Y por si fuera poco, le pediste que huyeran, tú, le pediste a él que huyeran ¿Sabes la humillación que siento de saber esto? Mientras yo estaba tratando de ponerme en tu lugar, de entender que no sabías nada sobre nuestras costumbres y que por eso estabas tan triste el día de nuestra unión, tú… – me señaló con el dedo – tú estabas buscando la manera de fugarte con él. Tienes razón, no, no, de hecho los dos tienen razón, él árbol debe estar jodidamente mal, ustedes dos son la misma cosa, son el uno para el otro. Esta unión jamás debió suceder.
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Editado: 13.04.2020