Loxhe se encontraba supervisando la batalla y le daba indicaciones a Nohla para que él las pasara a los generales y fue Erin quien vio cuando Marco se llevó a Alanis.
– Nohla, la ubicación de Alanis – ordenó Loxhe
– Enseguida – Se dispuso a mover sus manos durante un tiempo considerable mientras Erin caminaba nerviosa de un lado a otro.
– ¿Aun nada?
– Ya casí, solo un poco más – Su expresión cambio y se le notaba molesto – La perdí, no recibo su señal.
– ¿Puedes hacer algo al respecto?
– No lo sé, señor, pero no desistiré.
Loxhe siguió observando la escena, se estaba librando un batalla realmente dura, pero él sabía que tarde o temprano Cebrian aparecería y seria entonces cuando seria su turno de luchar, él no quería pelear con su amigo pero sabía que ese momento era inevitable. Durante su detallada observación de la batalla, logró ver a Marco entre el tumulto.
– Allí está Marco – Señaló con el dedo y Nohla se acercó a verlo.
– No veo a Alanis – comentó Erin con nerviosismo.
– Debió dejarla en otro lado, Nohla, sigue buscándola, yo mismo iré por Marco.
Hacia tanto tiempo que Loxhe no se enfrentaba a un verdadero contrincante, que se sentía inquieto por volver nuevamente a ese escenario, y es que no tenía recuerdos agradables, a él le había tocado perder a muchos de sus conocidos durante la primera batalla.
Erin no se había permitido verlo desde que notó su presencia, decidió que no volvería a dirigir su mirada hacia él, no por orgullo, más bien por su propia seguridad emocional, estaba segura de que si lo veía, lloraría. Pero ahora la situación era diferente, si Loxhe se iba al campo de batalla, nada le aseguraría que volvería a verlo, así que se dio la oportunidad de observarlo una última vez; su armadura era dorada y tenía varias marcas sobre ella, en sus brazos había enredaderas doradas que salían desde sus hombros y se adelgazaban hasta llegar a sus dedos, pero lo que más llamó la atención de ella, fue la raíz de su cabello.
Desde la primera vez que ella lo vio, su cabella era el rasgo más característico que poseía, era larga y de cabellos plateados desde la raíz hasta la punta, pero ahora su raíz se notaba negra, era apenas perceptible pero lo notaba. La curiosidad saltó en la mente de Erin.
Loxhe desapareció frente a sus ojos, él no necesitaba ningún tipo de ayuda para ir a donde quisiera, al ver en la pantalla, se dirigía justo hacia Marco, quien pareció darse cuenta de su presencia y estaba escondiéndose en medio de todo aquel caos.
– ¡La encontré! – El grito de Nohla sacó a Erin de sus pensamientos – Loxhe, vamos por Alanis.
Ambos fueron en busca de Alanis y después de su pequeña y escurridiza misión al mundo de los achts volvieron al campo de batalla.
Al mismo tiempo Loxhe había atrapado a Marco, lo mantenía sujeto de manos y con los ojos cubiertos dentro de un campo especial, nadie podía ver que él estaba ahí, así que su vida no corría peligro. Y como si todo en esta vida fuera casualidad los ojos de Loxhe se toparon con los de su viejo amigo, Cebrian.
– Detén esto, Cebrian – Loxhe habló como si pidiera un favor pero al mismo tiempo sonaba como una orden.
– Aún no
– ¿Por qué aún no? – Enzo llegó y se colocó aún costado de Loxhe, estaban reunidos una vez más.
– Como en los viejos tiempos – Cebrian, sonrió – Vaya nostalgia. ¿Por qué no se cansan de esto? – Señalo con la palma de su mano al árbol dorado – Es ridículo obedecer a un árbol – Su sonrisa desapareció y tomo un rostro sombrío.
– Él único ridículo eres tú ¿Cuánto más daño tienes que hacer para quedar satisfecho? – Respondió Enzo.
–Hasta que no quede nada – Cebrian invocó su espada y lanzo un ataque hacia el árbol dorado, las características llamas azules como las de Eliezer se hicieron presentes, pero estás, eran sin duda más poderosas, hicieron que el árbol vibrara.
Fue hasta entonces que la batalla entre los 3 comenzó, Loxhe olvidó por completo a Marco, quien había aprovechado para escapar. Los ataques eran tan violentos que todos a su alrededor se hicieron espacio, tanto los invasores como los guerreros de Nitla se alejaron del lugar en medio de la incredulidad de la batalla, se sabían inferiores.
Gugu había llevado a Erin hasta la parte más frondosa del árbol dorado, después de todo, él estaba acostumbrado a estar en medio de árboles y naturaleza, el impacto de los ataques que Cebrian continuaba dando al árbol cada que podía, tenía a Erin sujeta del tronco, pero termino cayendo. En su caída se sujetó de una rama y Gugu le ayudo a volver a ponerse de pie.
– Gracias, Gugu, eso hubiera esta feo – Lo acarició y al mirar abajo notó que estaba cerca del suelo, se cercioró que no hubiera nadie y trato de bajar mientras Gugu comía hojas.
Rama por rama bajaba, hasta que otro golpe casi la tira, se abrazó al árbol tratando de tranquilizarse, y se imaginó en la tierra, en un día soleado de playa, de pronto, comenzó a sentir cálido su cuerpo, poco a poco abrió sus ojos y el árbol estaba floreciendo, la vista era increíble, miles de pétalos caían a su alrededor, lo que le llevo a recordar Japón, había ido de visita varias veces para observar los cerezos florecer, por un momento olvidó donde estaba y al intentar caminar cayó al suelo golpeándose la cabeza.
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Editado: 13.04.2020