Prólogo - Nival

Al comienzo de la civilización un grupo selecto de personas empezaron a diferenciarse de los demás. Eran las únicas capaces de intuir cosas que ninguna otra especie conocida podía hacerlo. Ellos se unieron para formar un grupo conocido como Sapientiae.

Sus facultades extraordinarias los convirtieron en blanco fácil para quienes no los entendían. Fueron masacrados sin piedad y los pocos sobrevivientes se aislaron del mundo que conocían para crear uno donde pudieran estar seguros y sin temor a represalias.

Los Sapientiae tienen la virtud de cambiar de forma, pueden convertirse en uno de los animales más hermosos y enigmáticos de la naturaleza, el Búho.

A través de los años han guiado a las personas para que lleguen a su máximo potencial. Estuvieron junto a Marie Curie cuando estudió el elemento radio, con Albert Einstein cuando propuso su famosa obra sobre la Relatividad o con Isaac Newton y su teoría de la gravedad. Al igual que con varios científicos, médicos y personas que han querido buscar la verdad de la humanidad y el mundo que los rodea.

Los Sapientiae con su gran capacidad de intuición y con su inteligencia sobrenatural tienen la misión de guiar a las grandes mentes. Son los protectores de la inteligencia y la sabiduría, de ayudar a que las mentes brillantes no pierdan su enfoque y que continúen con su trabajo. Este conjunto de personas se ha mantenido fieles a su deber:

Mantener y continuar con la sabiduría de la humanidad mientras se guía a las próximas mentes brillantes a dar todo su potencial.

Y como mujer Sapientiae mi deber era seguir fiel a mis creencias, pero a mitad de una de mis misiones las cosas empezaron a volverse confusas, pues personas como yo no deberíamos fingir ser normales y estar alrededor de los Homo sapiens, ya que podíamos dejar al descubierto nuestro mayor secreto.