Nival

Capítulo 1 - Nival

Debía volver a casa antes de que fuera medianoche. Giré mi cabeza para observar que no hubiera ningún depredador detrás de mí, aunque estuviera en la copa alta de un árbol una nunca sabía que podía estar acechando en la oscuridad. Volví a enfocar mi vista al frente y observé al científico seguir con su labor, noches de viernes como está eran aburridas y prefería hacer cualquier otra cosa que mirarlo en la misma posición.

Mi deber era guiar y vigilar pues era parte de la misión de mi especie. El científico alzó su cabeza para mirarme, sabía que sentiría mi presencia y dirigiría su mirada a donde me encontraba. Odiaba cuando me miraban con tanta fascinación y curiosidad. Me miró a través de sus lentes de fondo de botella, sonrió antes de volver a su trabajo.

Él no conocía mi forma humana, pero aun así sonreía cuando me veía siendo el búho que lo visitaba todas las noches. Los eruditos se sentían fascinados por mi especie y eso me inquietaba un poco, pues no me gustaba que me miraran como si fuera su último experimento.

Miré a la luna y ululé pues era hora de volver a casa. Sonreí a mis adentros y estiré mis alas para salir volando de ahí, la rama donde estuve se tambaleó cuando me alejé de ella. Seguí la ruta conocida que me llevaría a casa, vivía en uno de los extensos bosques de Idaho.

Sentí el aire en mis alas, me encantaba volar a esa hora cuando la oscuridad invadía todo, al igual que la calma y la paz. Planeé hasta llegar cerca de casa y con mi excelente visión noté que la ventana de mi habitación estaba abierta como la había dejado antes de partir. Entré a mi alcoba, abrí mis alas para sacudirlas antes de sentir el hormigueo familiar pasar por mi pequeño y rechoncho cuerpo.

Arrastré mi mirada a la punta de mi ala que empezaba a convertirse en mi dedo del medio seguido por el resto de mis dedos, antebrazo y brazo. Miré hacia abajo y mis garras se transformaron en pies seguidas de piernas. Mi torso llenó de plumas blancas cambió a piel. Lentamente me fui transformando de un hermoso búho blanco a una hermosa joven.

Estaba acuclillada mirando el piso esperando que todo mi cuerpo se hubiera transformado para poder alzar mi cabeza. Me llevé una sorpresa al notar a mi hermana mayor embarazada viéndome fijamente. Tenía su mirada en una zona principal de mi cuerpo, mi pantorrilla se encontraba rasguñada y ante sus ojos eso estaba mal.

 ─¿Qué sucede? ─pregunté mientras alcanzaba mi albornoz para colocármelo rápidamente.

No quería que mirara mis partes femeninas y ya era incómodo estar desnuda frente a ella. Cada vez que nos queríamos transformar debíamos estar totalmente desnudos, ya que la ropa era un estorbo. Amarré el albornoz de seda en mi cintura y me aseguré de estar cubierta antes de erguirme en toda mi estatura. Era un poco más baja que mi hermana y eso no era de mi agrado.

 ─Los del concejo están aquí ─dijo antes de darse la vuelta para salir de mi habitación.

«¡¿Qué?!», gritó mi mente y empecé a buscar el atuendo obligatorio que debía utilizar cuando el concejo nos llamaba o recibíamos una visita de ellos en casa, algo que muy rara vez sucedía. Saqué mi blusa de seda del armario junto con mi falda lápiz negra y una chaqueta a juego. Busqué ropa interior y me la coloqué rápidamente. Mi cabello tenía un olor a pino, pero no tenía tiempo de darme una ducha. Era una falta de respeto hacerlos esperar por mucho tiempo.

Me vestí y me miré en el espejo, agarré mi cabello en una cola alta pues era el peinado obligatorio para las mujeres búhos. Me agaché para maquillar el rasguño de mi pantorrilla esperando que nadie lo notara. Me calcé mis Mary Jane negros y tomé una fuerte respiración para calmar mis nervios.

Bajé a la sala y me encontré con varios hombres enfrascados en una conversación que no notaron mi presencia. Mi cuñada Zara me miró y sonrió guiñándome un ojo, ella llevaba un pequeño búho en sus brazos, mi sobrino Harry tenía cuatro años y ya se había transformado. Era raro que se convirtiera tan joven, pero a veces sucedía, por eso teníamos que mantener a los bebés y niños en casa para no correr el riesgo de ser descubiertos porque un niño se transformó en un lugar público.

 ─Nival ─dijo mi padre al percatarse de mi presencia en la sala─, que bueno que te nos unas.

Me acerqué a los hombres para estrechar sus manos. Nuestra especie tenía su propia forma de gobierno, un concejo conformado por varias personas elegidas por la comunidad y que desempeñaban varios papeles. Estábamos divididos en colonias y había un grupo de personas que se encargaba de repartirla las bolsas de alimentos a todas las familias.

Nuestra sociedad poseía ciertas reglas que todos debíamos cumplir, una de esas reglas era que estaba prohibido sociabilizar con los homo sapiens. No era obligatorio estudiar ya que nacíamos sabiendo acerca de todo, así que estudiar era considerado un pasatiempo.

Algunas personas eran elegidas para trabajar dentro del gobierno humano o para estar en algunos campus universitarios. Otras eran elegidas para estudiar el comportamiento humano, muy pocos eran elegidos para estar en un ambiente totalmente humano. Aquellos que trabajan en el gobierno humano solo podrían hacerlo por un par de años al igual que las personas que estaban en los campus. Sin embargo, los que estudiaban el comportamiento humano lo hacían por un tiempo indefinido. Muchas veces pasaban toda su vida adulta vigilando el comportamiento y aprendiendo de su forma de vivir, principalmente su falta de razonamiento antes de actuar. La mayoría de nosotros cuidábamos a los eruditos del mundo, los guiábamos a través de su trabajo para que obtuvieran los mejores resultados y yo era parte de los guías.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.