No Apto para menores

Epílogo

Seis meses después

Ellos cumplieron, tal como mis padres dijeron me mandaron con mi querida tía Laura. Desde que llegue realmente empezó la tortura para mí, la privacidad aquí no existía, los castigos que imponía si no se le obedecía eran horribles, si existía el infierno estaba segura de que era este.

Ansiaba demasiado el poder regresar a mi casa, trataba de dejar bien en claro que la lección estaba aprendida, que no cometería ninguna estupidez de nuevo, lamentablemente mis padres se negaban aceptarme pues según para ellos no era tiempo suficiente aun de castigo.

En mi estancia conocí a una chica llamada Carolina, era prácticamente la única amiga que logré hacer en todo ese tiempo, además de que era mi compañera de habitación.

Nunca le conté la razón del porque estaba ahí, así como ella tampoco me lo dijo, era una especie de pacto entre todas el no contar esas cosas.

Al llegar la primera vez a aquel lugar me decidí a mí misma pasar página, olvidar por completo lo que sucedió y para mi buena suerte en esos seis meses lo estaba logrando. Ahora Laín no era más que un simple, alocado y divertido recuerdo.

Como todas las tardes después de clases, Carolina y yo estábamos acostadas en la habitación hablando de cosas random, Laura abrió la puerta de golpe provocando que nos sobresaltaros, acercándose a mí me dio unos apuntes y me dijo.

— Vete a la biblioteca a estudiar en igual de que estés aquí de vaga. Carolina me miró un momento y luego a Laura.

— Con todo respeto, Sofí es de las mejores que hay aquí, no tiene por qué obligarla a estudiar demasiado, siempre en los descansos usted hace que se meta a la biblioteca y eso no debe ser así.

Laura alzó ambas cejas y se cruzó de brazos.

— Cuestionas lo que digo, nadie pidió tu opinión. Yo soy la única que se lo que es mejor para mi sobrina y lo que no. Así que mantén tu boca cerrada, y tú— dijo apuntándome — . Directo a la biblioteca ahora.

Puse los ojos en blanco y a regañadientes obedecí. Ya no era una bebé para que me mandara.

Bajé las escaleras y salí de los dormitorios, pasé por el gran patio hacia donde se encontraban las aulas.

No me pesaba en lo absoluto estar en la biblioteca, pero al menos en mis horas de descanso quería eso...descansar. No quería estudiar cosas que ya sabía.

A esas horas el lugar siempre estaba vacío, más que nada por el toque que era no salir de los dormitorios después de las siete.

Realmente no me ponía a estudiar, lo que hacía era leer algún libro que me interesara cuidando en todo momento que Laura no me viera, si lo hacía me daba con el libro en la cabeza y me decía que no me distrajera de mis estudios.

Caminé por los pasillos durante un rato hasta que encontré un libro que por su título llamó de inmediato mi atención, alcé la mano para agarrarlo cuando a la par otra mano lo tomó.

Me extrañé un poco de que hubiera alguien, pero lo dejé pasar y hablé.

— Perdona, pero yo lo agarre primero — dije con tono cansado mirando a la otra persona

— Te lo dije...

Al escuchar aquella voz sonreí negando. No podía creerlo.

Alcé la mirada y me topé con esos ojos y esa sonrisa que podían encantar a cualquiera.

— No iba hacer tan sencillo que te deshicieras de mi pequeña 

 



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En el texto hay: romance juvenil, secretos, apuestas

Editado: 23.02.2020

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