Capítulo 27: Las Notas

La desconexión se repitió en los días siguientes—o lo que ella percibía como días en ese lugar sin tiempo. A veces eran minutos, a veces lo que sentía como horas. Cada vez, despertaba más débil, más desorientada. El eidolón, desde el exterior, no solo la había reemplazado; estaba drenando su esencia incluso desde dentro de su celda.

Una mañana—una mañana ilusoria en su dormitorio prisión—despertó y encontró la primera nota.

Estaba escrita en un papel que se parecía al de su bloc de dibujo, con una caligrafía que era una imitación casi perfecta de la suya. Casi. Las curvas eran un poco más duras, los trazos finales un poco más largos y afilados, como arañazos.

"Se desvanece más rápido ahora. Bueno."

Clara arrugó el papel con un temblor incontrolable. La cosa no solo la vigilaba. Se burlaba de ella desde ambos lados del cristal.

Los apagones se hicieron más frecuentes. Las notas aparecían en diferentes lugares: sobre la almohada, en el suelo, una incluso pegada en el espejo que era su ventana al mundo.

"Tu olor en mi piel se está volviendo el mío."
"Sofía me llamó 'loca'. Pronto entenderá."
"Casi es hora."

"Casi es hora". Esa frase, repetida en la última nota, heló la sangre en sus venas. ¿La hora de qué? ¿De su disolución final? ¿De que el eidolón completara su conquista?