No Confíes en tu Reflejo

Capítulo 28: El Encuentro

Fue durante uno de sus períodos de lucidez, forcejeando por mantener la grieta abierta, cuando lo vio. No a través del espejo principal, sino en el reflejo de un charco de agua estancada que apareció en el suelo de su celda—una imperfección más en la simulación.

Al otro lado de ese charco, no estaba el baño. Estaba otro lugar de espejos, un corredor infinito de cristal roto y sombras retorcidas. Y allí, encadenado a un marco por hilos de oscuridad vibrante, estaba David.

No el eidolón vacío. El verdadero. Estaba demacrado, casi translúcido, como una fotografía desvaneciéndose. Sus ojos, antes llenos de vida, ahora eran pozos de un agotamiento sin fondo. Cuando su mirada se encontró con la de Clara a través de la superficie acuática, un destello de agonía los recorrió.

—Clara… —su voz llegó como un susurro desde el abismo, desgarrado y lejano.

—¡David! —Ella se arrodilló, intentando acercarse al charco, pero una fuerza invisible la mantuvo a raída.

—Es… demasiado tarde para mí —logró decir, cada palabra era un esfuerzo—. Lo siento. No pude… luchar más.

—¿Qué quieres decir? ¡No! ¡Sigue luchando!

David negó lentamente, con una tristeza infinita.

—No me entendiste. Él… no me quería poseer. No del todo. —Tosió, y su forma titiló—. Quería el molde. Para perfeccionar la copia. Yo… yo ya fui reemplazado. Hace días. Lo que queda… es solo el eco. El recuerdo que él usa para alimentar a tu… a tu sustituto.

La revelación fue un puñal. Clara miró la figura consumida de David. No era un prisionero a rescatar. Era un fantasma, un residuo que el Morador estaba reciclando. El eidolón de David no era una copia vacía esperando un alma; era una entidad completa que se había alimentado y convertido en David, destruyendo el original en el proceso.

—Tu doble… es más fuerte —jadeó David—. Aprendió de sus errores conmigo. No cometerá los mismos contigo. Cuando diga que es hora… será para ti también. Para… convertirte en él.

Su imagen comenzó a desvanecerse en el charco, los hilos de oscuridad absorbiéndolo por completo.

—Lo siento… —fue su último susurro, antes de que el charco se secara, dejando solo el suelo frío e ilusorio.



#545 en Thriller
#196 en Suspenso
#146 en Paranormal

En el texto hay: misterio, suspenso, terror

Editado: 30.10.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.