No Confíes en tu Reflejo

Capítulo 30: El Último Suspiro

El último momento de claridad llegó de forma inesperada. Despertó, y supo de inmediato que era el final. Ya no sentía el frío del suelo. Ya no sentía el peso del medallón en su mano. Su cuerpo era poco más que una idea.

A través del espejo, vio a su doble pararse frente al cristal. No miraba su reflejo—no podía, porque el reflejo era Clara—sino que miraba a través de él, directamente a los ojos de la prisionera.

El eidolón sonrió. Era la sonrisa final, la del cazador que sabe que la presa ya no puede escapar.

—Casi es hora —murmuró el doble, y sus palabras, por primera vez, Clara las oyó perfectamente, no a través de la grieta, sino en su mente, como si siempre hubieran estado allí.

Y entonces, Clara sintió cómo el último vestigio de su voluntad se desprendía de ella. Cómo el "yo" que era Clara Isabel Mena se deshacía como azúcar en agua. No hubo dolor. Solo un vacío immense y tranquilizador, la promesa de un olvido total.

La caída estaba completa. Ya no había dos. Solo quedaba una. La original se desvanecía, y la copia, perfecta y eterna, se preparaba para reinar.

Antes de que la oscuridad la tragara por completo, la última chispa de Clara miró hacia el espejo y vio, no a su doble, sino a la figura del señor Walter, que había entrado en el baño con el Dr. Moss. El anciano sostenía algo en la mano. Un viejo cuchillo de cocina, largo y oxidado, con el mango de hueso desgastado.

Sus ojos, llenos de una determinación feroz y antigua, se encontraron con los de Clara—con el último fragmento de ella—a través del cristal.

Y entonces, todo se volvió silencio.



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En el texto hay: misterio, suspenso, terror

Editado: 01.11.2025

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