¡no debí, quedarme!

Capítulo 2

Mi madre llegó, junto con mi hermano. El ambiente de la fiesta es bastante ameno, a pesar de. 

Mis amigas como siempre son el alma de la fiesta.

—Estás muy linda mi niña —Dice mamá, mientras me abraza.

—¡Gracias, mami!

—Ojala esa sonrisa que se dibuja en tus labios, se reflejara también en tus ojos, mi amor.

No le respondo, solo la abrazo e intento disimular la tristeza, que mora desde hace mucho tiempo en mí. 

El momento de cantar cumpleaños llega, pero la foto familiar no tarda en ser solicitada, a cada lado se hacen mis niños y junto a Naty, se coloca Carlos.

—¡Qué hermosa familia! —Exclama alguien desde un rincón del lugar.

Ojalá fuéramos eso, una verdadera familia feliz. 

Cantamos cumpleaños, al son de unos mariachis que de manera sorpresiva arriban al lugar.  La hermosa música, atrapa por un momentos mis sentidod, haciendo que me olvide de la miserable vida, que vivo en esta casa, sino fuera por mis hijos, no tendría fuerzas para continuar con esta pantomima barata a la que le llamo matrimonio. 

Y es que jamás me imaginé que sería así, me casé enamorada, ilusionada, creyendo que había encontrado al príncipe de mi historia de amor. 

Al principio todo fue bonito, al menos los cinco primeros años de matrimonio, durante ese tiempo pude sentir su amor verdadero, su dedicación, su cuidado. Pero luego todo cambió, la primera vez que le descubrí una infidelidad, pensé que no lo superaría, me afectó no solo física, sino también emocionalmente. Ya nuestros hijos habían nacido, tenían dos años de edad. 

Una traición es una bofetada a tu autoestima, a tu amor propio, a tí como ser humano.  Es un dolor que no es fácil describir, es rabia, enojo, frustración, vergüenza, tristeza, decepción, desencanto, impotencia, en fin son tantas cosas juntas que uno no termina de identificarlas. 

A partir de ese momento, algo dentro de mí se rompió, ya no volví a ver a Carlos de la misma manera, tampoco a sentirme igual cuando hacíamos el amor, en ese momento quise dejarlo todo, tirar la toalla como dicen por allí, pero me detuve a pensar en mis pequeños hijos, en cómo iban a crecer lejos de su papá, tampoco me sentía capaz de afrontar la vida sola, la cobardía me ganó y me quedé, decidí perdonar, me aferre a la idea de que Carlos iba a cambiar, de que podríamos empezar de nuevo, parecía tan sincero cuando me pidió perdón, cuando me dijo que yo era la mujer de su vida y que había cometido un error, pero que si yo lo ayudaba, podríamos superarlo. 

Cerré los ojos y los oídos a los consejos externos, incluso a aquella voz en mi cabeza que me decía, que no debía perdonarlo y contra viento y marea decidí quedarme junto a él. 

No me dí cuenta que se me estaba yendo la vida, que los años son inclementes, que la vida no te espera y que los sueños también pueden llegar a convertirse en espantosas pesadillas.

 

—Cariño es tu cumpleaños no un velorio, amiga —Dice Kelsy acercándose a mí —Aunque yo estaría feliz, si se tratará del velorio de tu marido, hasta música pondría y bailaría sobre las mesas y todo. 

—Eres un caso —Digo intentando sonreír.

—Lo que soy es sincera, querida. 

—Demasiado, diría yo. 

—No es ningún secreto de que tu marido no es santo de mi devoción, además soy la presidenta del club "Castremos a los infieles" y  Carlos Robles, encabeza mi lista de candidatos —Responde Kelsy.

—¿Por eso no te has casado? —Pregunto seria.

—No cariño, no me he casado porque aún no he conocido un hombre fiel y para llevar cuernos, ya existen los venados y los toros, a las damas esos accesorios nos deslucen —Responde con ironía.

—Supongo que mi cornamenta debe ser épica, Kelsy.

— Aún estás a tiempo de quitártela cariño, solo es un desagradable peso extra que te puedes quitar cuando quieras, solo es cuestión de decidirlo, Micaela.

—Ese es el punto amiga, quizás no me atrevo a decidirlo —Respondo en tono triste.

 

                    ❤❤❤❤❤

 

Hoy es el cumpleaños de Micaela, mi esposa. No tengo ni una pizca de ganas de estar allí, no por ella, sino porque no me gusta estar donde hay muchas personas. Por más que lo intenté, no pude evitar que Andrea, se me pegara como garrapata. Andrea es mi secretaria, pero también es mi amante, sé que Micaela lo intuye y ya he llegado al punto que no me importa.  Es mi esposa y la amo, definitivamente que sí, a mi manera egoísta pero la amo.

Llegué a la fiesta y verla vestida así, tan sexy y hermosa alboroto mi deseo por ella. Lástima que al acercarme lo arruinó todo, al preguntarme sobre qué hacía Andrea aquí. Como de costumbre, negué todo, me hice el loco y evadí la conversación; así ha sido durante todos estos años, ella reclama, yo niego todo, evado el tema, ella se calma y luego volvemos a empezar. El tema es que en esta ocasión, las cosas se me han salido de las manos, esta mañana Andrea me puso un ultimátum; ya me dijo que si no dejo a Maicaela se encargará de que mis hijos se enteren de que somos amantes y de qué está esperando un hijo mío, es decir que tendrán un hermanito. Todavía no sé, cómo diablos me fue a pasar esto, se supone que nos cuidábamos, he cometido un estúpido error de mujeriego novato.  No me preocupa que Micaela se entere, como todas las veces anteriores terminará perdonándome, ya hemos hecho de esto un estilo de vida, yo la engaño, ella me perdona, jugamos a ser felices, yo la vuelvo a engañar y así sucesivamente. Lo que  sí me preocupa es lo que piensen mis hijos, para mi princesa yo soy algo así como el prototipo de esposo que en un futuro desea conseguir y pues para mi hijo, soy su héroe. 

Estoy buscando la manera de convencerla de que aborte, para evitarme todo este rollo, pero la muy idiota, está ilusionada con el bebé. Ya yo no quiero, ni necesito más hijos con Naty y David es suficiente, además no quiero herederos fuera del matrimonio. 

 

 

 



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En el texto hay: traicion, amor, odio

Editado: 01.06.2023

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