¡no debí, quedarme!

Capítulo 4

Salgo de la casa, furioso con Andrea casi a rastras, es tanta la furia que hasta se me olvidó que está embarazada. Pero que tiene esta mujer en la  cabeza, ¿como fue a soltar frente a mis hijos, que está embarazada?.

En medio del pasillo, encuentro a mi suegra, quien me mira enojada. Detengo mi marcha, frente a ella, no lo veo venir, pero su mano impacta contra mi cara. El escozor que me produce la cachetada, hace que suelte el agarre del brazo de Andrea, para sobar mi mejilla.

—Vieja, metiche —Dice Andrea.

—Meretriz barata —Le dice la mujer, mayor intentando abalanzarse hacia ella.  Me interpongo entre ambas y evito, que mi casa se convierta en un patio limoso, ya es suficiente de espectáculos.

Mi cuñado llega y sujeta a mi suegra apartandola de nosotros, pero lo que no logra es acallar los gritos de amenazas e improperios, que doña Sara lanza.

—No creas que esto que acabas de hacerle a mi hija y a mis nietos, se va a quedar así, ambos me la van a pagar—Espeta molesta y a todo pulmón.

Kelsy, Noris y Giss, me observan desde la entrada de la casa, no lucen nada contestas, sé que me detestan y con lo de hoy, su odio hacia mí, seguro ha crecido. 

—Siempre he sabido, que eres un maldito infeliz Carlos, pero lo de  hoy, sobrepasó mis expectativas—Dice Kelsy.

—Al menos te tiraron abajo el teatro —Agrega Noris —Y tú, igualada, prepárate porque este idiota, te tratará igual o peor, que como ha tratado a mi amiga. 

— Eso no pasará —Responde Andrea, con suficiencia.

—Son tal para cuál, basura y nada más que basura —Dice Giss.

Las miradas de reproche de la familia y los amigos más allegados están sobre mí. No lo resisto y termino de abandonar el lugar, a paso apresurado. 

—¡¿Puedes explicarme, qué pensabas cuando abriste la boca allá adentro? —Digo enojado, una vez llegamos junto al auto.

—Yo, lo único que hice fue decir la verdad.

—No te hagas la inocente conmigo Andrea, no tientes la suerte o…

—¿O qué? —Dice envalentonada.

La tomo del brazo y a la fuerza la subo al auto. 

Aprieto el volante  y guardo silencio, necesito serenarme. 

—Déjame aquí, dice Andrea intentando abrir la puerta.

—¡No! — respondo.

—Qué me dejes aquí, maldita sea.

Andrea aprovecha la luz roja del semáforo y se baja del auto, sin que yo pueda evitarlo.

Intento bajarme para ir detrás de ella, pero las bocinas de los autos detrás de mí, me hacen regresar al vehículo, para moverlo, de manera que no obstruya el trafico.

Volteo a ver al asiento, donde venía Andrea y veo que ha dejado aquí, su bolso. Tal vez deba buscarla y disculparme,  sé que me pasé. Yo soy tan responsable, como ella en todo esto.  Desecho la idea y continúo conduciendo, debo calmarme, organizar las ideas, poder trazar un plan que me ayude a que Naty y David, me perdonen, para mis hijos yo era su heroé, su ídolo. Con Micaela es otra historia, un par de palabras dulces, unas flores, un  par de lágrimas fingidas, un te juro que no lo vuelvo a hacer, y una buenas revolcadas en la cama y voila, como siempre terminará siendo la esposa sumisa y obediente que siempre ha sido. 

Conduzco sin rumbo, dando un par de vueltas por la ciudad. Decido bajarme en un bar que parece poco concurrido. Tal vez un par de tragos me ayuden a pensar mejor.

Entro al lugar, que está algo vacío, me siento en la barra y pido un Wiskhy, que tomo de un solo trago, siento como el líquido ambar se desliza por mi garganta, quemándola a su paso. 

—¿Mala noche amigo? —Pregunta el bartender.

—Pésima, diria yo.

—Bueno, estoy seguro que un par de tragos, te ayudarán.

—Eso espero —Respondo. 

Una hermosa rubia de ojos verdes, se acerca con una actitud coqueta, empieza su ritual de seducción y una hora después, ella y yo vamos rumbo a mi apartamento, parece que esta noche, no terminará tan mal, después de todo. 

No tengo ninguna intención de regresar a casa, no esta noche, así que subimos al auto y conduzco hacia mi apartamento en compañía de la rubia, sexy. Si tal como lo oyen, tengo un apartamento de soltero, pese a que soy un hombre casado, obviamente lo tengo, porque no puedo andar de hotel en hotel, eso arruinaría mi fama de buen esposo y padre, así que es a  ese lugar a donde llevo a las mujeres con las que vacilo, a mis conquistas por llamarlas de una manera decente. 

Llego al lugar, estaciono mi auto en la acera del frente y subimos al piso dos, donde está ubicado mi apartamento. Entramos al lugar y una vez allí, la rubia se encarga de que mi ropa y la suya desaparezca, creo que esta noche será placenteramente larga. 

               

                        ❤❤❤❤❤

Naty y David, se durmieron afortunadamente, mis hijos lloraron por largo rato.

Los dejo en la cama y me dirijo al baño, me miro en el espejo y la imágen que observo es realmente deprimente, las lágrimas, estropearon el hermoso maquillaje, mis parpados están hinchados, mi nariz roja, mi cabello hecho un desastre, aunque a decir verdad, toda yo lo soy en este momento. Tanto interna, como externamente.

Me pregunto, ¿Cómo llegué hasta aquí?¿Cómo permití, todo esto?.

Durante años, me he hecho la tonta, una y otra vez. Jugando al matrimonio feliz, a la familia perfecta. 

Pero esta noche, el teatro se cayó y frente a mis hijos, que es lo que más me duele. Pero asumo mi culpa, les pinte a mis hijos, un tipo de padre que es una utopía, un engaño. 

Mis hijos lo idolatraban, por eso el golpe de lo sucedido esta noche, ha sido tan certero.

Tomo la crema desmaquillante y con un pañito húmedo, empieza a retirar el maquillaje. Ojalá pudiera hacer lo mismo con mi vida, retirar el maquillaje que he usado urante todosto años, con el fin de guardar las apariencias, con la idea errada, de que yo podía echarme sobre las espaldas, este matrimonio y avanzar con esta  parampa de vida, que he traído a cuestas, todos estos años. 



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En el texto hay: traicion, amor, odio

Editado: 01.06.2023

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