Abro los ojos lentamente mientras la claridad me molesta, los cierro de golpe. Estiro mi brazo y busco sobre la mesa de noche mi celular, al encontrarlo lo cojo y miro la hora ¡oh Dios! Son las doce del mediodía ¿cómo es que dormí tanto? Camino sin mucho ánimo al baño, lavo mi cara y dientes hasta que recuerdo que mi hermano dijo que iríamos a ver alguna casa, salgo corriendo y azotó la puerta, por suerte nuestras habitaciones están al lado, golpeo un par de veces pero no responde, decido regresar a arreglarme pero olvide la tarjeta de acceso ¡mierda! La puerta no abre desde afuera ¿que hago? Insisto en llamar a mi hermano pero por lo visto salió sin mi. No puedo bajar así a recepción esa chica se burlara de mi, y quien no lo haría ¡parezco un zombie! Ni siquiera cepille mi cabello ¡diablos! Mi celular quedo allí deseo golpearme la cabeza contra la pared pero no llego a ese nivel de locura. Quizás pase alguien de servicio y pueda ayudarme. Me siento en el piso mientras los minutos pasan lentamente y nadie aparece. No es como si deseara que alguien me vea en este estado, miro mi pijama de ositos pandas el cual es adorable pero no para lucirlo en un pasillo, bajo la vista hasta mis pantuflas rosa, respiro con pesadez ¡Liam llega ya! Definitivamente no es mi día, las puertas del ascensor se abren y veo salir al pelinegro engreído, siento una pena me pongo de pie y decido darle la espalda no es buena idea lo se, pero prefiero que vea mi atuendo, a que se burle de mi rostro. ¡soy una idiota! ¿Como se me pudo pasar salir sin esa estupida tarjeta? Husmeo donde entra y observo que lo hace a dos habitaciones, me vuelvo a sentar como estaba antes. Bien tengo dos opciones bajo a recepción y le pido a esa chica la cual mire con fastidio e ignore cuando salí a pasear o camino hasta la recámara de ese atimpatico y le pido usar su teléfono ¡una es peor que la otra! ¿Que hago? Lo pienso una y otra vez sin saber que hacer abrazo mis piernas y hundo mi rostro allí, alguien carraspea a mi lado, levanto la cabeza lentamente, veo sus tenis blancos, pantalón deportivo, su remera gris hasta llegar a sus ojos nos observamos fijamente y eso aumenta mi vergüenza aunque no suelo sonrojarme ¡lo cual es un don para mi! Luego de unos segundos se digna a hablar
-¿no puedes ingresar?- pregunta. En estos momentos evaluo internamente si responder con sarcasmo o no pero quizás quiera ayudarme lo dejare para otro momento.
-no, olvide la tarjeta allí dentro- respondo. Él comienza a reír, elevo una ceja ¡idiota!
-¿no sabias que de afuera no abren? - socarronea. Lo fulminó con la mirada
-¿a eso viniste a burlarte?- hablo molesta, sigue riendo y siento ganas de golpearlo pero me contengo. Niega divertido
-en realidad quiero ayudarte. Puedes llamar desde mi cuarto- me mira de arriba a bajo -para evitar la pena de que bajes asi- intento controlar mi rabia, lo sigo y al llegar señala donde esta el teléfono lo cual ya lo se porque las habitaciones son iguales. Llamo a recepción y le digo a la chica lo sucedido sin entrar en detalles, ella dice que en minutos envía a alguien con una nueva tarjeta. Le agradezco y cuelgo, camino hacia la sala, lo veo sentado en el sofá sin remera ¿con qué queriendo impresionar con sus ravioles? Ya estoy acostumbrada, mi hermano es igual se la pasa enseñando su trabajado cuerpo. Evito mirarlo
-gracias - digo, me acerco a la puerta.
-nada de gracias, me debes un favor- espeta. Ni siquiera volteo a verlo. Espero unos segundos hasta que llega un chico de servicio y sobre la puerta, le agradezco y se retira, yo busco en mi valija algo que ponerme.