Al día siguiente gimo al oír la alarma, tendré que pedirle los deberes a algún compañero, porque sinceramente ayer no hice nada, tenía tal dolor de cabeza que casi no me podía levantar, voy hacia el baño para asearme y escucho mi móvil sonar.
¡¿En serio quién llama a las seis de la mañana?! Espero que no sea ningúna compañía de teléfono, ni ningún extraño haciéndome una broma.
Salgo de la ducha y acepto la llamada.
- ¿Hola? - digo mientras me envuelvo la toalla y salgo del baño.
- ¿Te llamas Abigail? - dice el señor de la llamada, tiene una voz muy grave, creo que será algún efecto de voz
- Depende quien lo pregunte - digo arqueando una ceja.
Me cuelga.
Estupendo otra broma, pero... ¿como sabían mi nombre?
- Abi cariño con quien hablabas? - qué dice mi tía asomándose por la puerta
- Pues con un desconocido que al parecer sabia mi nombre - digo restándole importancia.
Ella asiente confundida y se va hacia la cocina para preparar zumo de naranja.
Miro mi closet y veo que tendría que renovar mi armario, ya empieza a hacer frío y tengo ropa de verano más que de invierno tendré que ir de compras.
Me pongo unos vaqueros, una sudadera negra con mi nombre en dorado, me la regaló mi madre días antes de morirse, la iba a cambiar ya que elijió una talla más y por último unos zapatos deportivos negros.
Camino hacia la cocina y y cojo el zumo de naranja, y unas tostadas que mi tía Alice me había dejado en la mesa.
- Hoy haré la compra-me informa
¿Esa sudadera todavía existe? - me pregunta frunciendo el ceño
- Necesito ropa nueva - digo encogiendo los hombros
- Toma - me sonríe y me da su tercera tarjeta, la usamos para caprichos nuestros.
Mi tía Alice tiene tres tarjetas
una la usa siempre la otra la tiene por si hay algún problema con la primera, y la última para caprichos.
Le doy un beso en la mejilla y salgo rápidamente por la puerta no quiero llegar tarde, desde ayer me he sentido con el cuerpo extraño, así que de madrugada le dije a Zoe si me podía llevar a la universidad, ya debería estar abajo esperándome.
- Buenos días por la mañana reina de corazónes y de los grandes amores - dice sonriendo como si tuviera exceso de botox y abriéndome la puerta.
¿Que bicho le ha picado?
- ¿Por qué estas tan feliz? ¿Tus padres ayer no te castigaron? - pregunto abrochandome el cinturón.
- Claro que lo hicieron, nada que no pueda arreglar, bueno a lo importante ¿Sabes que día es hoy? - dice encendiendo el coche
Por un momento me asusto al pensar que podría llegar a ser su cumpleaños pero recuerdo que su cumpleaños fue hace dos meses atrás y me tranquilizó.
- ¡Hoy es 4 de octubre! - dice emocionada
- ¿Y que pasa? - pregunto mirándola intrigada
- Es el día de los animales - dice
- Ajá - digo acariciandome la cien
- No te emociones tanto, Mrs simpática- dice irónica.
-Lo siento - digo con una sonrisa de disculpa - pero últimamente he tenido unos dolores de cabeza rarisimos.
-¿Raros? - me pregunta interesada
- No sé como explicarlo, lo veo todo más nítido, hoy me desperté y me vinieron imágenes de todo lo que viví ayer como si lo estuviera reviviendo.
Zoe da un frenazo y me mira angustiada.
- ¡Zoe joder! - digo recuperándome del susto
- ¿Haz recordado algo fuera de lo normal? - dice seria
- Pues no, ¿tendría que recordar algo?
Enciende de nuevo el coche sin decir nada, Zoe siempre ha sido una hipocondríaca no me extrañaria que ahora mismo estuviera creyendo que tengo alguna enfermedad terminal.
El trayecto fue ameno, Zoe se pasó diciendo todas las ideas de manifestaciones que podría hacer esta tarde, aunque luego se lo ñercato6de que estaba castigada y no podría hacerlo.
Zoe es mi mejor amiga desde que me mude aquí a Londres, al principio me caía mal, pensaba que era la típica chica que quiere exceso de atención , pero cuando mis padres murieron ella me ofreció un plátano, alegaba que esta era la fruta de la felicidad y me dio una buena clase de ciencias frutales. Desde entonces hemos sido inseparables.
Entramos al instituto y me despido de Zoe, ambas estamos en grados diferentes, ella está estudiando periodismo y yo trabajo social.
Voy hacia la taquilla para coger mi libro de psicología y de repente alguien me pone las manos en los ojos.
- Si no me quitas las manos de encim.... - me tapa la boca y no me deja continuar
Me tranquilizo al ver que es Adam,
mi..., bueno, mi... Adam
- Eres una agresiva, ¿Te lo han dicho alguna vez? - me dice juguetón
- Mmm, creo que eres el primero - digo dubitativa
Me sonríe y comenzamos a caminar hacia la clase de psicología.
- Ayer te escribí y no contestabas ¿esta todo bien? - dice cogiéndome de la mano
- Si, solo estaba cansada - le digo sonriendole
- Bueno tengo una propuesta que hacerte - dice sacando un papel de su bolsillo. - Tendrás que leer el papel para saberlo.
Me sonrojo sin querer y creo que él lo nota.
- ¿No crees que me merezco algo?- dice acercandose a mi
Antes de entrar a clase le doy un pico en los labios y me siento en mi respectivo asiento.
La clase comienza, y aprovecho para leer la carta de Adam que dice :
𝑸𝒖𝒆𝒓𝒊𝒅𝒂 𝒃𝒊𝒛𝒄𝒐𝒄𝒉𝒊𝒕𝒂 , 𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐞𝐬 𝐮𝐧𝐚 𝐡𝐮𝐦𝐢𝐥𝐝𝐞 𝐢𝐧𝐯𝐢𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐭𝐮 𝒄𝒉𝒊𝒄𝒐 𝒇𝒂𝒗𝒐𝒓𝒊𝒕𝒐 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐚 𝐢𝐫 𝐡𝐨𝐲 𝒂 𝒍𝒂𝒔 18:00 𝒑𝒎 𝐚 𝐞𝐥 𝐩𝐚𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐝𝐨́𝐧𝐝𝐞 𝐧𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐢𝐦𝐨𝐬, 𝐧𝐨 𝐥𝐥𝐞𝐯𝐞𝐬 𝒉𝒆𝒍𝒂𝒅𝒐𝒔 𝐧𝐢 𝐛𝐢𝐳𝐜𝐨𝐜𝐡𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐜𝐡𝐨𝐜𝐨𝐥𝐚𝐭𝐞 𝒐 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒓𝒂́ 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒑𝒂𝒔𝒐́ 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒕𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒊́
𝐚𝐭𝐭𝐞 : 𝐓𝐮 𝒄𝒉𝒊𝒄𝒐 𝒇𝒂𝒗𝒐𝒓𝒊𝒕𝒐
Sonrió al leer la palabra bizcochita, es absurdo y el sabe perfectamente que odio esa palabra, pero a la vez me gusta por el motivo que me lo dice.
El día que nos conocimos yo estaba decaída recordando la muerte de mis padres y él estaba allí con su ahora ex novia, su ex novia estaba rompiendo con él, yo me acerque a él al verlo cabizbajo después de que la ahora ex novia le dijera que se consiguió a un chico adinerado y en lo que yo le apoyaba pasaba una pareja bastante cursi en donde se llamaban "bizcochita" "naranjito" "osito de chocolate" "florecita" y otros apodos horribles, al oír eso nos reímos tan alto que captamos la atención de la pareja la cual nos miró con desagrado. Fuimos hablando más y más y resultó que estábamos en algunas clases juntos , sinceramente nunca lo había visto, pero después de ese día nos juntamos cada vez que nos sentíamos mal, y así surgió el amor aunque todavía no le hemos dado nombre a lo que somos, no me ha pedido ser su novia todavía y aunque yo querría hacerlo, tengo miedo a que me rechace.