꧁༺ 02. 𝓞𝓽𝓻𝓸 𝓭í𝓪 𝓶á𝓼 ༻꧂
𝐊𝐀𝐓𝐄 𝐓𝐒𝐎𝐋𝐎𝐕
¿Por qué a todos le parecía divertido burlase de mí?
¿No sentían ni siquiera un poco de empatía o… lástima?
Estaba en el mismo lugar que todos ellos, entonces, ¿por qué me sentía como si estuviera completamente sola en este espacio?
Las escandalosas carcajadas de los amigos de mi padre vuelven a resonar con fuerza dentro de mi cabeza. Aprieto con rabia el móvil para intentar controlar todo el llanto que amenazaba con salir en cualquier instante.
Mi madre se ha ido de vacaciones junto con mi hermana, mientras que a mí me ha dejado. Hoy no se me apetecía quedarme en mi dormitorio a pesar de que toda esta semana me la he pasado metida en mi cueva, por lo que opté por pasar el resto del día echada en la hamaca que hace poco puso papá.
Pero creo que ha sido una terrible idea.
—¿No se supone que deberías estar con tus amigos o novio? Es domingo —me dice Aidan mientras destapa una cerveza con su boca.
Antes de que pudiera siquiera pensar en algo para excusarme, alguien más responde por mí.
—No te estoy diciendo que es una marginada, al parecer es mi jodido karma —la burla resuena en cada una de las palabras que ha soltado mi padre—. Sus amigos la botaron de su círculo social por ser una maldita aburrida y los entiendo completamente, ¿quién en su sano juicio quiere un pedazo de mierda que ensucia su zapato? Absolutamente nadie.
Por un momento me detengo, sobre pensando en todo lo que ha dicho. El hecho de que dijera eso como chiste me hace sentir demasiado humillada y avergonzada.
Sus siete amigos vuelven a morirse de risa. Algunos incluso se tienen que limpiar las lágrimas.
Muerdo con fuerza el interior de mis mejillas, no le presto tanta atención al sabor metálico que se instala en mi boca, la garganta me quema y las ganas de llorar siguen aumentando. Mantengo mi sonrisa en mi rostro, aunque debe de parecer más como una mueca.
Meto mis pies dentro de mis sandalias, lista para salir de este lugar. Sin embargo, otra voz se comienza a escuchar entre las risas.
—Debes de estar demasiado decepcionado de tener una hija tan mediocre y para el colmo fea. Si fuera tú, me hubiera deshecho de ella desde hace mucho tiempo.
Todo mi cuerpo quedó paralizado al percatarme de que todos los ojos de los presentes estaban sobre mí. Una sonrisa contorneaba los labios de papá; de inmediato, un escalofrío recorre todo mi cuerpo, seguido del miedo. El corazón comienza a martillarme con fuerza y, como puedo, doy unos cuantos pasos para llegar al interior de la casa.
Debo irme.