No Digas Adiós

11. Una brillante

꧁༺ 11. 𝓤𝓷𝓪 𝓫𝓻𝓲𝓵𝓵𝓪𝓷𝓽𝓮 𝓲𝓭𝓮𝓪 ༻꧂

𝐁𝐑𝐀𝐗𝐓𝐎𝐍 𝐋𝐀𝐊𝐄

Media hora antes

Cuando el Señor me dijo que tenía que llamar la atención de Katherine, no se me ocurrieron muchas cosas; sin embargo, mientras más me acercaba al lugar en donde toma sus dichosas clases, una idea magnífica deslumbró mi oscuro cerebro humano.

También hay que tener en cuenta de que no tengo muchas alternativas. Los días pasan y el tiempo se agota. Si quiero volver rápidamente a mi hogar, necesito que esa chica me preste atención y sus ojos me miren por lo menos más de dos segundos.

Continuo con la mirada fija en el bate metálico que pedí prestado a un par de chicos que parecían no importarle mucho que tomara su juguete. Aún no sé mucho para qué me servirá, pero presiento que me será de mucha utilidad. Me tomé el tiempo necesario para leer por lo menos la mitad del expediente que me dieron sobre esa chica. Su historia no es tan espectacular y feliz como me imaginaba.

En pocas palabras: está sola, (no en forma tan literal), pero tiene mucha más compañía del silencio que de personas.

Su vida es un poco similar a la mía, solo que hay una cosa que nos diferencia por mucho. Ella sigue teniendo a su familia a su lado, y aunque no se lleve bien con ellos y su comunicación sea un completo asco. Katherine sigue teniendo una familia, algo que yo no he tenido por muchos, muchos años.

—¡Pero miren quién está aquí! —mis pisadas se detienen por completo, aparto los ojos del artefacto metálico y busco a la persona que se dirigió a mí—. Cuando me dijeron que el Ser Supremo te mandó al mundo de los humanos, no me lo creí, pero aquí estás. Sí que has escogido un buen portador.

En cuanto lo veo, mi rostro decae. Aunque físicamente sea una persona, ante mis ojos sigue luciendo exactamente igual a hace doscientos años. El aura que sale de su cuerpo es negra, delatándolo. Astaroth fue uno de los primeros demonios que conocí estando en mis misiones y lo primero que hizo cuando me vio fue reírse. Es algo muy típico de él.

Sin importar que tan separados estuvieran nuestros dos reinos, en su mundo todos saben exactamente lo que hicieron mis padres y cuáles fueron las consecuencias que tuvieron que encarar.

—Nunca creí que ese Señor te tuviera en su lista de seres dignos de una misión, después de todo, eres hijo de celestiales desterrados y odiados por todo el reino —se acerca lentamente a mí haciendo que los vellos de mis brazos se pusieran de punta y mi cuerpo entero entrara en guardia—, pero me alegro de que te hayan dado la oportunidad de que experimentaras algo nuevo, fuera de esas lujosas paredes y todas esas restricciones que te ponen solo por quienes fueron tus padres. Realmente es espeluznante lo que hacen contigo. Teniendo en cuenta todo lo que significa ese lugar que supuestamente es libre, lleno de pureza y lejos de la maldad.

Ruedo los ojos ante sus palabras, para ser un solo demonio, sabía demasiado del reino de los celestiales y, como él lo dijo, hay muchas cosas que no se asemejan a las que dicen. En realidad, hay varios reinos que son dominados por seres más poderosos y los cuales son una extensión del Ser Supremo.

Al llegar a mí, pone un brazo encima de mis hombros, ni siquiera hago el intento de alejarme, simplemente mantengo mis pensamientos en claros o en cualquier cosa. El Señor sabe todo de mí mediante mis pensamientos, y si se entera de que estoy a lado de un demonio, seguramente sea mi fin y no quiero eso. Aún no estoy listo para desaparecer.

—Tú haces exactamente lo mismo —le recuerdo, el calor de su cuerpo me quema la piel a pesar de que tenga ropa que me cubra el cuerpo—, intentaste asesinarme en más de trescientas ocasiones en menos de cinco años.

Suelta una escandalosa risa, niega con la cabeza y se aleja, dejándome libre nuevamente.

—Te estaba entrenando, cosa que es muy diferente, y en ninguna de esas veces en las que “intenté” matarte no fueron en serio —me arrebata el bate de las manos y se lo colocó detrás de nuca sosteniéndolo con ambas manos—. Si hubiera querido deshacerme de ti, lo hubiera hecho la primera vez que nos vimos. Teniendo en cuenta que eres un blanco fácil.

—No lo soy —siseo con resentimiento, mis pies comienzan a caminar y Astaroth se pegan a mi lado caminando a la par.

—Claro que lo eres, no eres un celestial y a lo poco llegas a ser un ángel —las miradas de las personas que pasan a nuestro lado son exclusivamente para el demonio que va a mi lado con el disfraz de humano—. Gracias a tus padres, te quitaron todo tu núcleo de energía, por lo que eres muy débil. Careces de poderes divinos que también te fueron arrebatados, así que sí, eres un blanco fácil de matar.

Mis hombros se tensan e instantáneamente mi mano va al centro de mi estómago vacío. Todos los ángeles nacen con un centro de energía que va creciendo mediante los poderes del ángel vayan evolucionando. Algunos nacen bendecidos y esos son los ángeles que ascienden a seres celestiales. Sus poderes son inigualables y su núcleo cambia.

Mis padres eran celestiales; si no hubieran hecho eso, yo jamás hubiera sufrido las consecuencias de sus acciones.

—¿Qué planeas hacer con esta cosa? —Su voz rasposa me hace volver a él—, ¿vas a desafiar a tu Dios?




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