No en mi bosque

Cuatro

Su abuela estaba desmayada en la cocina, cuando pasó corriendo a su habitación y se encontró con la criatura no la vio. Estaba herida, tenía la marca de una garra en su espalda, así que ella se quedó a curarla. El cazador se encargó de la criatura, se la llevó al bosque y le prendió fuego a su cuerpo, eso se lo contó luego.

Esa noche ambos se quedarían ahí, la joven de la caperuza roja insistió en que era mejor llevar a su abuela al pueblo con ella para cuidarla mejor, además que ahí tendrían comida y medicina al alcance. Su abuela aceptó, pero aún tendrían que quedarse más tiempo en la cabaña hasta que esté curada. El cazador dijo que conseguiría una carreta para llevarla, así no tendría que caminar por el bosque. Después de tanto peligro parecía que al fin las cosas se estaban calmando.

Por la noche cayó una fuerte lluvia, incluso sonaron varios truenos. Pero mientras llovía y la abuela dormía, ellos dos estaban sentados frente a la chimenea tomados de las manos. Él besó su mano, ella imitó su gesto. Se acercaron para abrigarse mejor, él la ayudó a cubrirse con la manta y besó su frente. Aún sentía el terror en la piel después de todo lo que pasó con ese maldito lobo, pero estaba segura que él borraría todas esas marcas.

O eso creyó, hasta que escuchó un aullido. El cazador y ella se miraron, él notó su terror. La joven tembló otra vez. El lobo mencionó que habían llegado otros como él al bosque.

—No temas, nadie va a hacerte daño en mi bosque —le dijo despacio—. Ni a ti ni a nadie.

—Ya lo han hecho a otras...—susurró ella—. Y ninguno de los dos pudo evitarlo. No puedo no asustarme, no quiero tener que cruzarme con otros como él otra vez.

—No creas que yo no temo —le dijo con sinceridad—. Pero solo de una cosa debes estar segura. Mientras esté vivo jamás voy a dejarte sola. Cuidaré de ti siempre, incluso en la eternidad. —ella sonrió de lado. Sentía su corazón latir con fuerza. Acarició su mejilla y le dio un corto beso en los labios.

—Y así decías no merecerme.

—Aún lo creo...

—Ya cállate —bromeó ella antes de besarlo otra vez. Quería sentirse segura en sus brazos, quería olvidar. Porque el sonido de aquel aullido aún retumbaba en sus oídos. Aún sentía el terror. Sabía que otro como la criatura podría acecharla. Sentía incluso que él no se había ido. Que esa muerte no fue nada para la criatura. Que incluso su alma la seguiría. 

Se aferró al cazador mientras lo besaba y deseó vivir la felicidad de sentirse amada por él. Eso representaría toda su alegría, su nueva oportunidad.

Un nuevo aullido sonó. Sería feliz, claro. Pero no en ese bosque. 

 

FIN

 

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Espero les haya gustado esta corta historia que escribí hace poco, y al fin me animé a publicarla por aquí. No creo ser muy buena con el romance en la actualidad, siento que ya no me fluye como antes, mis tiempos románticos ahora solo viven en mi memoria XD Esta historia pertenece a esta nueva etapa de mi vida desromantizada ksjksjajka así que espero se sienta algo de emoción.

Hasta la próxima. 




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