No era correcto

Capitulo 26

Los suaves ronquidos de Nuria, anunciaban que dormía. Valentina se removió en la cama que compartía con su amiga. Le era imposible conciliar sueño sabiendo que en algún lugar de esa casa se encontraba Damián, Su profesor, Su protector, Su novio. Sorbió aire sonoramente y con cuidado se deslizó entre las sábanas para salir de la cama e ir por aire fresco... Y con suerte quizá encontrarlo a él también.
Abandonó la recamara que Damián había dispuesto para ambas. Y se permitió caminar por el hogar del hombre que le robaba el sueño. Sus ojos pasearon por cada tramo, cada rincón de aquel hogar tan perfectamente diseñado. Era exquisito pensó con un poco de orgullo. Podía asegurar que Damián había elegido aquel lugar el mismo. Iba con él se dijo sin retener la sonrisa en sus labios.
Tras unos minutos, no dio con él, quizá dormía ya, pensó, pero si dio con un enorme salón donde no había nada más que maquetas, de edificios pequeños tan bien elaborados que parecían partes mismas de la ciudad en miniatura. Admiro un pequeño rascacielos que aún en una escala tan pequeña podían apreciarse mínimos detalles que realzaban su belleza.
—es increíble— susurro. De reojo noto entonces las paredes del lugar; tapizadas por completo con planos arquitectónicos de diseños que jamás había visto en la vida real.
Los trazos de los planos eran tan sutiles, tan exquisitos que se vio atraída a ellos; camino hacia la pared y se permitió tocarlos con la punta de los dedos. Más allá del edificio que cobraba vida en aquel bosquejo, Valentina se perdía en la delicia del dibujo. Sonrió con tristeza de una manera tan nostálgica que cuando Damián entro al estudio fue lo primero que noto.
— es de mis primeros diseños— dijo él, haciendo que ella respingara por no sentirlo llegar—. Aún así no es tan malo como para causar desdicha— justificó en broma.
Ella trago saliva ante la imagen de Damián en pijama.— yo no estaba fisgoneando.— salió de labios de Valentina como defensa, provocando la risa de Damián—. No podía dormir y... Decidí salir de la habitación— agrego entre dientes.
Él sonrió, de esa manera que  podía dejarla sin palabras—. sé que huzmear es otro de tus talentos.— bromeó provocando que ella frunciera el ceño ante la acusación. Ignorando la mirada bélica sobre él Se acercó a donde ella—. Lo hice cuando cursaba el tercer semestre de la carrera—. Señaló el plano. Valentina siguió el mirar de Damián y volvió a quedarse prendida del dibujo.
— es precioso— admiro de nuevo.
Damián torció los labios levemente mirando uno de sus primeros diseños—. Y obsoleto, los diseños ahora son mejores al hacerlos en computador.— explico tomando la mano de Valentina que ante el contacto se sonrojo, él sonrió ante lo que provocaba pero siguió con su cometido guió a la joven hasta un rincón del estudio y ahí encendió un computador que gritaba modernidad y lujo.
Tras un instante él ofreció a Valentina la silla tras del escritorio, ella no chisto tomo asiento y cuando él se colocó a sus espaldas para manejar desde ahí el computador pudo sentir claramente como su corazón latió loco por la proximidad.
— con la tecnología los diseños, pueden hacerse en tercera dimensión, nos muestra  un diseño más real, una vista previa y a color de lo que queremos crear.— dijo él mientras Valentina veía en la pantalla trazos que ante leves clicks se convertían en edificios, casas y plazas, diseños modernos, rápidos y sin duda más eficientes, no obstante ella desvío su vista hacia las paredes.
— prefiero los dibujos, son preciosos— insistió escuchando a Damián reír suavemente tras de ella—. Son arte.— suspiro y de nuevo su rostro se tornó triste, nostálgico y solo un poco; un poco anhelante.
Él la giro en la silla quedando frente a frente. La miró con cierto aire de sospecha, con suspicacia se acercó hasta que casi pudo ver su reflejo en aquellos ojos avellana—. Un arquitecto ve más allá del plano, ve lo que quiere crearse.— afirmó—. ¿Que es lo que ves tú en los planos?— preguntó su voz fue sería, la del profesor de aula.
Valentina dudo un minuto, después suspiro—. El dibujo, la técnica trazada, la manera en que las curvas son suaves y firmes, lo estilizado del diseño... 
Ante su respuesta Damián arqueo ambas cejas  con aire divertido— me temo que has equivocado de carrera, deberías de ir a la facultad de artes— río solo por un breve momento pues su broma no causo gracia en Valentina quien trato de sonreír pero fracasó.
— ¿Es ese tu sueño, estudiar arte?— pregunto mirándola con toda la seriedad que podía emitir.
Ella no respondio. Sentía la mirada intensa de Damián sobre si. 
—¿Valentina?— insistió él.
Ella sonrió, pero la sonrisa fue fingida, esa misma alegría que ella trataba de tomar siempre para poner buena cara a todo lo que le acontecía—. Los arquitectos también dibujan—. Bromeó. Está vez fue Damián quien no río su gesto serio se tornó aún más frío y, un leve gesto de perturbación cruzó su varonil rostro.
—¿Por qué?— pregunto frunciendo el ceño mirándola directo a los ojos.
Ella quiso sonreír de nuevo, había jurado años atrás que pasara lo que pasará ella siempre vería lo bueno. Pero ante la mirada de él; de el profesor que admiraba, del hombre que la desesperaba y la atraía irremediablemente con sus atisbos de ternura, Valentina podía ver su preocupación tan genuina como el sentimiento que él despertaba en ella y simplemente no pudo seguir fingiendo así que sus labios temblaron y lloro de nuevo.
—después de lo que hice es lo mínimo que puedo hacer.— sollozo. Damián le levanta el rostro y le limpio las lágrimas sin comprender del todo—. Cuando me metí en problemas, acabe de paso con los sueños de mi padre— balbuceo deseando no parar, había callado tanto tiempo y estaba cansada de fingirse fuerte—. Así que... — sonrió llorosa y Damián negó con tristeza.
— así que estudias lo que tus padres desean, pero no lo que a ti te gusta—. Termino la frase por ella y cuando la vio bajar la mirada supo que había acertado.
— soy hija única de padres humildes—. Susurro Valentina, sorbió sonoramente antes de continuar—. Mis padres me tuvieron muy jóvenes, pero jamás me faltó nada, siempre fui prioridad, hasta que entre en preparatoria—. Su voz sonó aguda, por la angustia—. Mi padre había conseguido ha base de esfuerzo entrar a la universidad, lo veías decírselo a todo mundo lo que había logrado, a su edad podía cumplir un sueño y yo lo admiraba mucho por eso— suspiro—. Cuando yo hice aquella idiotez quien pagó más caro fue mi padre...— hipo un poco—. Renunció a algo que anhelaba desde joven, por mi, el pago caro un error que no fue suyo, cumplir su sueño yo es lo mínimo que puedo hacer— farfulló. Pensó por un instante que siendo el hombre estricto y de moral rígida que era Damián diría que en efecto aquello que ella hacía era lo mínimo que debía. Sin embargo no fue así. Damián la halo con suavidad abrazándola.
— la que ha pagado y con creces un incidente que no fue tu culpa eres tú y, solo tú— trato de consolarla—. Valentina no eres capaz de ver que sacrificas tu propio bien, tu futuro, tu vida tratando de compensar algo que no necesita ser compensado—. Ella levantó el rostro y Damián pudo ver una solitaria lágrima rodar por su mejilla.
Aquella chiquilla bocazas era su opuesto. Él había ido contra todo por no complacer a sus padres, había renunciado a la empresa familiar solo por qué no era su sueño y, Valentina daba todo a hasta sus sueños por tratar de compensarlos.
— creo que no lo comprendes— murmuro ella, sin embargo Damián río besándole la frente.
— creo que lo comprendo aún mejor que tú.
El silencio se adueñó del lugar. Y por primera vez ella no quiso llevarle la contraria, su boca no hablo con vida propia simplemente descanso su rostro contra el pecho tibio y cálido que la envolvía y por una vez en los últimos años se permitió soñar; Solo con ella en los brazos de Damián sin esconderse porque ella estudiaba arte y no arquitectura, y su padre cumplía un sueño adolescente y que en su conciencia no recaía culpa alguna.



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En el texto hay: amigos, desamor, romance

Editado: 07.04.2021

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